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lunes, 11 de mayo de 2015

Voto útil


                                                Cuando despertó, el dinosaurio seguía allí. 
                                                           (Augusto Monterroso)


Iniciamos la semana con una nota que estremece las conciencias, hace crujir las cuadernas de nuestra convicción política y resquebraja con facilidad ciclópea cualquier noción de democracia y acción republicana. Ana Guevara llama a votar por Claudia Pavlovich.

Desde luego que resulta sobrecogedora la visión de la ex velocista mexicana que puso en su momento muy en alto el nombre de México y Sonora en las pistas de carreras, pero lástima que sus aspiraciones se limiten a una chapuza torpe en el juego político neoliberal: sacar al PAN del gobierno de Sonora. Recuerdo con cierta nostalgia aquéllos tiempos anchos en los que se suponía estaba en juego la democracia y que, para algunos, la única salida era votar por el PAN ¡para sacar al PRI!    

Ahora resulta ser un argumento circular, pleno de redundancias que huelen a humor involuntario, a broma que se desgasta en los páramos de la ignorancia política y la flojera de ser un luchador por el cambio a contracorriente. El voto útil al que llama Ana Guevara carece de contenido político en el sentido de convocar a las fuerzas sociales para transformar, para cambiar el perfil autoritario del gobierno, para reivindicar el derecho del pueblo de ser el actor esencial de los cambios progresivos que nos acerquen a la utopía.

Llamar a votar por un partido que ha demostrado ser nefasto para la salud de la república porque ha negado su historia, su carácter revolucionario, laico, progresista aun dentro de los estrechos márgenes del capitalismo, es un absurdo. Si bien es cierto que el PRI de antes de los años ochenta todavía enarbolaba las banderas de la revolución, nadie puede negar las terribles transformaciones que sufrió en sus documentos básicos y en su ideología en los años noventa, hasta abrazar la teoría y práctica del neoliberalismo de guarache e impulsar reformas “estructurales” que son concesión de soberanía y entrega al extranjero de nuestros recursos naturales y culturales, sometidos al más grosero manoseo y abuso ecocida.

Del PAN sólo se puede decir que fue un partido de gente “decente”, de la derecha confesional enemiga de la revolución, que de ser el núcleo del conservadurismo nacional se transformó en una máscara hipócrita y corrupta de lo que fue. Su ideología se mercantilizó hasta quedar convertida en una caricatura pestilente, que al igual que el PRI, en la práctica niega y reniega de sus impulsos fundacionales, pasando a ser otra cara de la moneda neoliberal mexicana.

Llamar a votar por uno para sacar a otro es como argumentar a favor de un corrupto por comparación con otro. Parece que la clase política mexicana y sonorense gusta de los argumentos circulares sin recordar que un círculo entre más se le acaricia más vicioso se vuelve. Para nada se nota el ánimo transformador, la visión del cambio como promesa en nuestras manos, como arcilla por modelar de acuerdo a nuestras más sentidas aspiraciones locales y nacionales. Habla, en todo caso, la desesperanza, la declaración de derrota, el bajar los guantes y quedar sin guardia, para después llamarse víctima en las redes sociales y ante los medios de información que se presten para el desahogo de la impotencia cobarde de quienes decidieron plegarse antes que luchar.

El voto útil es el instrumento de la visión mercantilizada y farisea de la facultad que tiene el pueblo para decidir su futuro político, en ese sentido es tan obtuso y pragmático como la abstención o la anulación del supremo deber ciudadano de ser parte activa del destino nacional erigiéndose en elector. El ser uno entre los muchos que formamos la república y luchar por el cambio progresista y democrático no es asunto menor, de donde la cómoda y ridícula postura de no participar en forma efectiva supone la confesión explícita de la complicidad con el sistema neoliberal que padece el país, como un cáncer que corroe nuestras instituciones y trivializa la función pública.

¿Qué utilidad tiene votar tanto el PRI como el PAN si se trata de desarrollar una nueva perspectiva social, política y económica para nuestra sociedad? En todo caso, es útil para preservar el sistema de opresión económica y política que se padece, pero absolutamente inútil para avanzar en los cambios que la sociedad requiere para lograr una vida con bienestar y progreso, con verdadera justicia social.   

En este caso, ¿por qué llama Ana Guevara a votar por la coalición encabezada por el PRI? ¿Para que sigan los mismos, ahora legitimados por el voto? ¿Por qué pide la ex deportista seguir votando por la corrupción, la explotación, la inseguridad y la dependencia extranjera? Lamentablemente, la cultura de las canchas y los estadios, donde se gana o se pierde con limpieza, donde la competencia es lo que hace al deportista y donde los retos son para afrontarse y establecer nuevas marcas, se ve rotundamente desmentida por la Guevara. Se deja llevar por el cálculo y sin ningún espíritu deportivo apuesta por el posible ganador.

Por otro lado, la verdadera oposición vota por principios, por razones ideológicas y por el proyecto con el que se identifica y por el que trabaja, no por tal o cual posible ganador porque la cuestión electoral no es como las carreras de caballos. La política no es asunto de apuestas sino de voluntad ciudadana. Hoy pueden ser pocas las posiciones logradas, pero se hace camino al andar. Nada más útil que un voto que traza nuevos caminos, que oxigena las conciencias, que aunque se pierda esta elección, demuestra que está en la competencia, perseverante, incorruptible, honesto, sabedor de que el mañana le pertenece. 

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