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martes, 17 de junio de 2014

País en liquidación

Mientras que la afición suda y se acongoja, grita, sufre y llega al éxtasis de las aproximaciones y los “ya merito” de la esperanza fallida de la anotación, mientras se sangolotea al ritmo de samba, el país navega con rumbo a la fosa séptica de la renuncia a la soberanía y los derechos históricos de las generaciones por venir.

Si la actual pasión es el fútbol, la vida y muerte del mexicano se anotan en el score que marcan los intereses internacionales, cuya escenografía incluye los grandes estadios, la desaparición súbita de la pobreza y marginación, el glamour de la juventud sacralizada en cuerpos de ensueño, poca vestimenta y un aire de carnaval que cala las osamentas de los que, en la vida cotidiana real, navegan en las aguas del salario mínimo, el empleo precario y eventual, la mala nutrición y las cuentas por pagar.

Afuera y adentro de los agujeros que llamamos hogares retumba el estentóreo grito de ¡gooooooooooooooooooooooool!, emitido por las pantallas de mediana o alta definición, que se erigen como el nuevo altar donde ofician algunos hombres en paños menores que corren por la cancha tras el balón-símbolo de la consagración mundial. El logro espera en un extremo del campo y la meta está al alcance de una patada que despeje dudas e incertidumbres, que escriba la nueva historia de éxito que todos leerán y comentarán mañana y por muchos días más, hasta el congelamiento del entusiasmo en forma de anuarios y crónicas para el consumo de conocedores y expertos mediáticos.

El tema de conversación no puede ser otro sino el referido al gran evento, a la cumbre internacional donde el bien y el mal dependen de una patada que logre un proyectil imparable que se estrelle contra las redes y marque el nuevo hito, motivo de prestigio, orgullo y destino del hombre y el equipo que lo hicieron posible. La trivialidad de la política y la economía no deben distraer la atención del consumidor de deporte comercializado, porque tal cosa es pecado mortal, ofensa patria, traición al equipo, evasión ociosa e inútil de la magnificencia del gol y la solemnidad del marcador.

La realidad es una cosa que transcurre tras la enervante e hipnótica atracción del juego-religión, del deporte que rige los destinos de la nación y que, hasta en las escuelas del nivel básico, se convierte en asignatura obligada mediante la instalación de pantallas en las aulas y la concesión de tiempo por parte de los directivos y docentes. Tanto en el centro de la república como en las aulas sonorenses, la pasión del deporte se induce en horario escolar. Por si fuera poco, la aspirante a la gubernatura de Sonora en campaña anticipada, Claudia Pavlovich, le ofrece al aficionado una camiseta cuya obtención depende de varios clics en Facebook.

Mientras la gente celebra lo que ocurre en la cancha, el futuro de la nación se debate en el seno del Poder Legislativo, casi sin testigos, con los árbitros comprados, en un retorno al pasado pre-revolucionario que anota sin oposición en la cancha nacional.

El debate por la nación parece estar en un segundo plano en el espectro de las prioridades ciudadanas, de la atención de los docentes, del interés de los medios de comunicación masiva. Los temas referidos a la legislación secundaria de la reforma energética de Peña Nieto, se reservan para los diputados y senadores, no para el público consumidor de ideología insuflada por Televisa y adláteres, en tiempo real y con los mejores comentaristas en el preciso lugar de la acción.

El pueblo vive la pasión del deporte y apoya los colores de su camiseta mientras en la cancha de los diputados se prepara el gol a favor de la privatización de la electricidad y la extracción y aprovechamiento del petróleo y gas natural, aún a costa del patrimonio de muchos ciudadanos que tienen la mala suerte de tener sus tierras en los lugares que reclamarán con derecho los extranjeros que arriben a la cancha energética con los colores del triunfo avalado y defendido por los propios legisladores mexicanos (http://www.dossierpolitico.com/vernoticias.php?artid=144432&relacion=dossierpolitico&categoria=12 ; y http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2014/06/15/ley-de-industria-electrica-reducira-a-cfe-en-simple-operadora-analisis-9635.html).



¿Cuánto le tocará a México por barril? ¿Cuánto nos costará la electricidad una vez en manos privadas extranjeras? Es irrelevante. Las preguntas son inapropiada ante el entusiasmo de ver “fortalecida” la industria petrolera y eléctrica con el concurso de capitales privados externos, ya que lo extranjero significa modernidad, poner el nombre de México en la cancha de las grandes jugadas internacionales, dejando la mediocridad de ser dueños de una riqueza de enormes proporciones que, sin embargo, no quisimos o pudimos aprovechar. El extranjero anglosajón o ibérico va por la revancha histórica y recupera el terreno gracias a que se emplean a fondo sus reservistas mexicanos en la cancha del Congreso, y la algarabía crece hasta las nubes cuando el PRI y el PAN controlan el balón y lanzan cañonazo profundo que se estrella contra las redes de la legislación nacional. El PRD abandona el campo dejando la acción en los pies de sus oponentes. La retirada estratégica es celebrada por la maquinaria legislativa porque elimina los posibles obstáculos a la acción de anotar. ¡Bien jugado!

¿Rector universitario?
En un corte informativo, nos trasladamos a una cancha local donde buscan la anotación los jugadores del gobierno y la administración universitaria contra la escuadra del sindicato STAUS. El árbitro apoya cínicamente a la selección oficial mientras el sindicato busca afanosamente hacer valer su derecho a la prórroga en los tribunales federales superiores. El público está a la espera de la decisión mientras la escuadra de la coalición gobierno-administración festeja anticipadamente un triunfo que no le corresponde. La moneda está en el aire y la emoción crece.

Pero volviendo al terreno de la jugada internacional donde se debate el destino de México como país soberano, la multitud vive y se apasiona con cada jugada que es llevada, en tiempo real, a la comodidad de los hogares gracias al patrocinio de Exxon, Iberdrola y otros, que viven la pasión del fútbol mientras los legisladores reescriben la historia.    


Mientras tanto, fuera del recinto legislativo, las pantallas proyectan el entusiasmo de una afición que, aunque pierda la selección nacional, se dan por satisfechos por haber sido parte de ese gran acontecimiento de históricas proporciones como es el Mundial. Las anécdotas y “selfies” en Facebook, llenarán los espacios y cubrirán los tiempos de este país en liquidación. ¡Goooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooool!

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