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jueves, 14 de junio de 2012

Los nuevos chicos de la banda

Frente a Samborns, un carro hace alto y salen dos jóvenes por la ventana, exhibiendo medio cuerpo y agitando los brazos. Gritan algo ininteligible, las voces son roncas por el esfuerzo y aparentan avanzado estado de intoxicación por reflejar sus rostros una extraña agitación. La curiosidad puede más que la prudencia y logro escuchar: ¡Lópeez Caballeroooo!, que repiten como mantra, como comercial de sopa instantánea, destapador de caños o poción mágica antiarrugas. La euforia obedece a causas distintas al estímulo químico resultando algo peor en toxicidad: el panismo adopta tácticas parecidas a de las juventudes hitlerianas cuando deambulaban por las calles berlinesas vociferando consignas y amenazando transeúntes.


La pequeña horda berreaba con entusiasmo mercenario poniendo contrapunto a la democracia a que aspiramos. Algunos parroquianos que salían del establecimiento comercial arriba citado meneaban la cabeza, como ofreciendo la cordialidad de una mentada de madre y sonreían, como empujando el mensaje hasta los linderos de lo inteligible; otros, simplemente optaron por ignorar el espectáculo que lucía amenazante, por significar la cancelación del permiso para conducir a un cerebro altamente afectado como para dirigir al organismo en términos racionales.

Le confieso que captaron momentáneamente mi atención, por ser este un espectáculo donde el desenfado de una mente sin decoro manipula un cuerpo joven y lo convierte en personaje de guiñol callejero al servicio de la aberración panista. La babeante manifestación logró hacerme un nudo en el estómago y la fea opresión subió del pecho a la garganta y de ahí al cesto de la basura más cercano en forma de escupitajo. Usted comprenderá que es terrible ver a unos jóvenes berrear con entusiasmo por una opción conservadora y neoliberal. La juventud normalmente tiende a buscar el cambio, el avance, lo nuevo, no aquello que supone atraso y dependencia. El PAN surge en oposición al proyecto cardenista de nación, con lo que se puso del lado de los intereses de los enemigos de la revolución, de ahí que sea bastante contrario al progreso la afiliación o simpatía juveniles por este organismo político. Lo antinatural del asunto fue lo que me produjo repulsión, aunque reconozco que cada cabeza es un mundo y que el derecho a luchar contra la historia es también una conquista de los regímenes herederos de la gesta de 1910-17.

Como buenos enemigos de Cárdenas y su legado, los panistas en el poder han impulsado reformas legales a favor de los intereses trasnacionales en el ramo agrícola y energético, además de la extranjerización del sistema financiero nacional y la eliminación de nuestras posibilidades de desarrollo industrial, científico y tecnológico. Queda claro que el priismo de la década de los 80 preparó el terreno para la derechización de ese partido y creó las condiciones para ceder la presidencia al PAN, ya que los neoliberales lograron unificar a ambos partidos bajo un mismo horizonte ideológico. Tan neoliberal es uno como el otro.

En medio de estos aspavientos neoporfirianos, uno se pregunta, ¿qué tan confiable ha sido la educación de nuestros jóvenes, como para que se pasen por el arco del triunfo los ideales de la revolución mexicana y el capítulo de logros sociales que, en todo caso, habría que restaurar y defender? ¿Cómo, hijos de trabajadores asalariados o de pequeños propietarios, defienden los ideales de los explotadores de siempre, mandando a la porra los derechos y las conquistas históricas de su clase social? ¿Ignoran que López Caballero, siendo Secretario de Hacienda del estado, apoyó y defendió el berrinche de Padrés Elías de no aprobar el presupuesto del Estado de Sonora, que perpetraron gracias a la fracción panista en el Congreso? ¿Votarían por él a sabiendas de que el candidato a la alcaldía hermosillense es parte de lo que terminó siendo una truculenta y absurda maniobra contra Sonora?

Son notables los absurdos aspavientos propagandísticos a que han llegado los panistas, como el exceso de convertir el espacio público en “pabellón”, en el ridículo y fallido “monumento al tubo” que afea y empobrece la vista del Monumento a los Cien años de Hermosillo, así como el dispendio en las campañas que incluye comilonas populares en barrios y grandes cantidades de materiales impresos fijos y móviles que ensucian las calles de la ciudad. Parece ser que sus principales argumentos son el ataque al adversario político, la descalificación y enormes volúmenes de propaganda que se van al caño y al bolsillo de los proveedores.

Pero, volviendo a los jóvenes, considero que debemos confiar como sociedad en la sana rebeldía juvenil, en los ideales de independencia y novedad que son capaces de transformar el mundo, y ser generosos y divertidos. Quizá el torcido espectáculo cercano a Sanborns fue solamente una forma horrible de ganarse 200 ó 500 pesos y, de paso, desahogar el irreprimible deseo de gritar la propia existencia, de declarar que se es y que se existe en un mundo cada vez más indiferente producto del colapso neoliberal.

Cabe entonces confiar en el instinto y la razón de las nuevas generaciones ciudadanas y esperar que sean consecuentes a la hora de votar, y que se decidan por el cambio, por la opción capaz de transformar México y recuperar la alegría y el orgullo de ser mexicanos. Es altamente probable que debajo de esa camiseta blanca con azul este a la izquierda y en alto el nuevo sol de la esperanza, que alienta el futuro económico y político que entre todos hemos de construir.

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