“Ladran, Sancho, señal que cabalgamos” (frase popular).
Recientemente, tuvimos un caso interesante en el que la mendacidad afloró en algunos medios de comunicación (sic) difundiendo la especie de que una ex primera dama nacional se ponía incongruente y emigraba a España. Cabe decir que una persona ya libre de la representación que pudiera haber tenido en el entramado político sexenal, queda en libertad, si quiere y puede, emigrar a otro país, planeta o plano astral.
La Constitución consagra el derecho de libre tránsito, y las leyes nacionales y extranjeras establecen las reglas a cumplir en caso de abandonar o ingresar al país por cualquiera de las razones legalmente posibles.
La farsa informativa se convirtió en tendencia que pasó a las diversas plataformas de descarga de filias y fobias, al alcance de cualquier teclado: Beatriz Gutiérrez Müller se va a vivir a España, en un barrio de postín donde la austeridad brilla por su ausencia.
Los ahorrativos en bolsa ajena pronto señalaron la incongruencia porque ¿cómo que van a despilfarrar recursos que seguramente no son propios y que, en todo caso, seguramente fueron mal habidos? ¿El hijo va a estudiar derecho en, nada menos que, la Universidad Complutense de Madrid? ¿De dónde se hizo de mulas Pedro? Y gritos desesperados del tipo ¡Cuánta corrupción!, ¡ratas asquerosas, hipócritas!, y otras excresencias mentales de similar calado.
El placer de encaramarse en la ola de la descalificación llenó el alma y la boca de muchos villamelones con ansias de novillero. El dedo flamígero de la mediocridad y la insidia tuvieron su oportunidad de brillar en las salas de redacción, los espacios de la comentocracia, los chat, coloquios informales y mesas de café.
Pero (siempre hay uno), la realidad que viene en forma de desmentido se encargó de pegar tremenda bofetada a la maledicencia: la noticia fue un infundio, una tomadura de pelo para quienes están condicionados a reproducir mentiras según dicte su hígado. Se los llevaron al baile de una oposición que se resbala con su propia mierda.
La moraleja, que además de barrio madrileño de postín es enseñanza, quizá sea inalcanzable para quienes renunciaron a su sensatez y buena conciencia, por lo que es claro que seguirán aprovechando el viaje de la calumnia y la difamación cuantas veces se presente. Al que nace pa´tamal del cielo le caen las hojas.
La oposición, que nace de una defensa torcida de privilegios basados en intereses de clase, corruptelas añejas, apellidos, redes familiares, pertenencias fincadas en la exclusión y la vanidad, está condenada a equivocarse, a exhibirse como una turba miserable y mezquina, clasista y racista, sin idea de lo que significa la solidaridad, la igualdad y la inclusión.
Padecen una enfermedad que rechaza el avance social, frente a la democracia y el ascenso de quienes vienen de la educación pública, de familias proletarias, de ciudadanos de a pie que caminan hacia un objetivo transformador, y avanzan. Así tenemos egresados universitarios que alcanzan maestrías y doctorados sin perder piso, sin marearse ni enloquecer con la seducción del título, ni abandonar su compromiso con el pueblo al que se deben.
Lo curioso del caso es que, hasta el momento de redactar este comentario, quienes calumniaron e insultaron a la doctora Gutiérrez Müller no han tenido la decencia, la humildad, el valor de ofrecer disculpas. Bien dicen que de la abundancia del corazón habla la boca…
Tenemos una oposición miope, mezquina y soberbia que ni siquiera se sirve a sí misma. Que sigan así, hundiéndose en el fango de su irrealidad.