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sábado, 25 de febrero de 2023

GATO ENCERRADO

 “Los gatos tienen una absoluta honestidad emocional; los seres humanos, por una razón u otra, pueden ocultar sus sentimientos, pero el gato no” (Ernst Hemingway).

 

Durante varios días se oyeron lastimeros maullidos que provenían de una casa deshabitada en el centro de la ciudad. Un gato había caído al interior por un hueco en el techo.

El caso es que una vecina estuvo pendiente del felino quien, suponía, padecía de algún trauma físico tras la caída que lo llevó a ser huésped involuntario del domicilio convertido en cárcel mortal. Ponía croquetas y agua a través de una ventana con vidrio roto, mientras observaba el abandono interior, aunque sin llegar a ver al habitante involuntario.

Las llamadas al ayuntamiento, a la policía, a las diversas instancias de “protección” animal resultaron tan infructuosas como firme fue la voluntad de las autoridades de respetar el sacrosanto derecho a la propiedad privada.

“No podemos hacer nada porque es propiedad privada”, repetían casi con la misma vehemencia que el gato prisionero que maullaba en el día o noche. La propiedad privada está, en este caso y como en todo lo demás, por encima de la vida de los bichos domésticos de cuatro y dos patas.

La propiedad privada atraviesa el derecho, las costumbres, la cultura, la corrección política y las prácticas sociales. Atraviesa la vida misma.

Los maullidos eran más notorios por las noches, y la sensación de malestar llegó al extremo de buscar comunicarse con un familiar de la propietaria ausente y darle cuenta de la situación. Se buscó su autorización para poder ingresar al domicilio tras la negativa de la autoridad “competente”.

Finalmente, según el relato de una vecina, el candado que sellaba la casa amaneció roto, quedando un colgajo curvo y metálico que sugería el paso de alguien que quizá ignoró el sacrosanto respeto por lo ajeno, o se sentía autorizado para ello.

Según la vecina de marras, la visión a través del vidrio roto daba cuenta del desorden interno, de objetos movidos o tirados, de un paseo clandestino por el lugar. Las especulaciones y el “sospechosísimo” tienen la cancha lista para el baile de los supuestos.

¿Quién pudo forzar la entrada, tronando el candado? ¿Qué fue del gato? ¿Quién se hará responsable de un acto que luce como robo, por el desorden encontrado? ¿Fue un sorpresivo rescate felino disfrazado de algo que, a primera vista, pareció robo domiciliario?

El misterio se desveló, cuando en la puerta apareció un candado nuevo que calmó las dudas de vecinos y mirones accidentales. El caso se consideró cerrado cuando el gato apareció en la barda de una casa vecina al día siguiente, y la vida del barrio volvió a su normalidad.

Queda la vaga impresión de que la legislación para proteger a los animales se queda corta, que simplemente cubre los casos más aparentes de maltrato; que no existe una conciencia cabal de lo que significa una vida en peligro, que la respuesta es limitada y que así puede seguir.

Por otra parte, la población canina y felina es socialmente visible sólo en el caso de afectar a los seres humanos, pues los animales callejeros muchas veces pueden ser considerados potencialmente agresivos o quizá portadores de alguna enfermedad.

Es decir, vemos la vida y obra animal en función de nuestros intereses, no necesariamente en razón a su derecho a la vida y salud y, como en este caso, un animal atrapado y sin ayuda está condenado a sufrir y morir con la impunidad que da el respeto a la propiedad privada.

¿Se podrá establecer una norma que prevenga estos casos? ¿Tendrá responsabilidad penal quien ignore una llamada de auxilio que involucre un bien inmueble que tenga en propiedad o custodia?

No lo sabemos, pero sí sabemos que habiendo gato encerrado muchas cosas pueden pasar.

Nota aparte: La Corte de Brooklyn, en Nueva York, con fecha 21 de febrero de 2023, declaró a Genaro García Luna (quien fuera director de la Agencia Federal de Investigaciones en el gobierno de Vicente Fox y secretario de Seguridad Pública en el sexenio de Felipe Calderón) culpable de todos los cargos en su contra y queda en espera de sentencia.  

Considerando la relación con Genaro García Luna, el siguiente en rendir cuentas debe ser Felipe Calderón. La pregunta es ¿cuándo será reclamado por la justicia? Por otra parte, ¿cómo se explica que un tribunal colegiado de México haya desbloqueado las cuentas de la esposa, para que pueda disponer del dinero? ¿De qué tamaño es la moralidad y confiabilidad del Poder Judicial nacional cuyos jueces y magistrados siguen la pauta neoliberal?

Los expresidentes panistas Fox Quezada y, en particular, Calderón Hinojosa, ahora defensores del INE-no-se-toca, impulsores de marchas y protestas contra el actual gobierno, están embarrados por las acciones de su muy cercano colaborador. Sólo falta que la justicia mexicana asuma el papel que le corresponde y cumpla con su deber.

En caso contrario, seguro que hay gato encerrado.


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