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sábado, 14 de agosto de 2021

Y sigue la mata dando

 

“La salud humana es un reflejo de la salud de la tierra” (Heráclito de Efeso).

 

Seguramente usted está hasta el gorro de las noticias, comentarios, interpretaciones y estadísticas sobre la pandemia, aunque permanece atado al monitor de su “compu” rastreando novedades que sufren de la fea enfermedad de la redundancia.

Los días han corrido hasta completar un año y medio desde el fatal y sorprendente anuncio de que el mundo estaba a punto de volverse mierda de murciélago, por el supuesto origen de la enfermedad que saltó con aparente facilidad del bicho volador, convertido en manjar tradicional, a la humanidad.

Cuando trasciende el supuesto de que un platillo popular chino se coinvierte en azote de la humanidad, entran las primeras grandes interrogantes que, quizá, pocos de los lectores cotidianos se formuló: ¿Puede un animal transmitir una enfermedad al ser humano, tan de repente? En todo caso, ¿qué provocó que se traspasara la barrera entre las especies? ¿Un virus puede saltar con esa ligereza de un animal a otro ser vivo y penetra como Pedro en su casa al sistema inmunológico humano?

Aunque con ciertas fisuras, la explicación de que el salto entre especies es, en este caso, natural sirve de asidero teórico para muchos de los que practican la profesión médica y que no ven problema en ponerlo frente a sus aterrorizadas clientelas.

Pero, más allá de lo convencional y lo médicamente considerado como “políticamente correcto”, es difícil que, por ejemplo, un profesional de la biología se trague la versión que los “expertos” repiten mecánicamente y sin algún fundamento científico que le dé validez (http://www.hijosdelailustracion.com/2021/03/el-informe-prohibido-de-biologos-por-la-verdad/).

Desde luego que los gobiernos han dado respuesta inmediata, de la mano de la industria farmacéutica avocada a la fabricación de vacunas, aprovechando experiencias previas, pero jugando con el ARN mensajero del bicho e incluyendo la proteína Spike, o espiga, en las nuevas vacunas altamente demandadas en todo el mundo, aún sin estudios detallados que prueben la inocuidad de dicha proteína, a pesar de las voces científicas disidentes (https://cienciaysaludnatural.com/prueba-para-comprobar-que-las-inyecciones-k0-b1d-son-nocivas/).

Aquí cabe recordar que las vacunas que actualmente se aplican masivamente aún están en fase experimental y que fueron autorizadas para uso de emergencia, sin saber a ciencia cierta sus alcances y, sobre todo, sus consecuencias en el mediano y largo plazo en la salud de los vacunados; y que, mientras son peras o son manzanas, está sonando con triunfal entusiasmo la caja registradora de las empresas del ramo.

Desde luego que la medida se tomó dada la magnitud del problema, pues una pandemia no es poca cosa en cuanto a los daños físicos, económicos y sociales que puede ocasionar a la humanidad. Es entendible la necesidad de una pronta respuesta.

El problema aparece cuando una medida de emergencia se toma como obligatoria para los ciudadanos y se establecen medidas de presión que violan los derechos laborales y sociales de quienes deciden abstenerse de participar en el experimento, porque técnicamente es eso: un experimento donde la población debe, en todo caso, participar de manera informada y voluntaria.

Pero ya entrados en gastos, resulta verdaderamente impresionante la afirmación de que los “no vacunados” son los que están desparramando las nuevas variantes del virus, ignorando olímpicamente el hecho científico de la presión selectiva; es decir, la capacidad de adaptación de los virus cuando se enfrentan a un medio adverso.

Recordemos que la vacuna no evita la infección ni la propagación del virus sino que hace más ligeros sus efectos, es decir, crea condiciones desfavorables para el virus que, estando programado para sobrevivir, cambia y se adapta al nuevo medio. Por lo anterior, es totalmente cuestionable la idea de que ocurra una variación del virus en las personas sin vacunar (https://cienciaysaludnatural.com/las-inyecciones-k0-b1t-causan-que-una-variante-resistente-a-estas-obtengan-ventaja-por-presion-selectiva/).

Actualmente, algunos gobiernos cree que están respondiendo a la emergencia sanitaria al obligar a la población por medios que violan los derechos ciudadanos; por un lado tenemos que la vacunación es voluntaria pero por otra se advierte que quienes no se la apliquen no podrán acceder a ciertos servicios, con lo que se les excluye gracias a la coacción de los empresarios y a la torpeza del gobierno.

Al parecer en el encuentro entre la salud y la economía gana la segunda, porque ahora tenemos que los empresarios organizados en diversas cámaras le marcan la pauta al gobierno, le dicen qué horario, aforo y condiciones que deben tener para trabajar de manera “coordinada” en el combate a la enfermedad, en una atribución que corresponde a la Secretaría de Salud. ¿Certificado de vacunación en la ciudad? ¡Por favor!

El caso es que, si consideramos las recomendaciones dadas por las autoridades federales y locales al inicio y durante el primer año de la epidemia, las medidas adoptadas y por adoptar en el estado y la ciudad se alejan del criterio clínico y pasan a ser una concesión vulgar en beneficio de los intereses del comercio.

Hasta ahora, la respuesta local ha sido restringir o prohibir, pero la epidemia sigue cosechando puntos en la estadística. A nadie se le ha ocurrido revisar las acciones y la estrategia, y las críticas que ha habido han sido parte de la embestida de la oposición al gobierno federal, sin ninguna relación con la búsqueda científica de soluciones al problema. ¿En serio se creerán que están apoyando a la salud pública? ¿Creerán que la gente se chupa el dedo? Bueno, puede que sí.



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