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domingo, 12 de marzo de 2017

Las bolas del engrudo universitario

“Mientras bebemos y nos coronamos de rosas y reclamamos perfumes y mujeres, la vejez se desliza sin ser notada” (Juvenal).

Se dice que las apariencias engañan, pero en ocasiones la realidad se nos presenta como una broma, engaño, cuchufleta o simple pitorreo. Actualmente la Universidad de Sonora se encuentra en vías de ser emplazada a huelga por los sindicatos, en donde conviene destacar que la negociación del Contrato Colectivo de Trabajo tiene elementos que la hacen particularmente complicada.

Al respecto, considere usted que, al cúmulo de violaciones y reclamos al clausulado del contrato, se añade la sucesión rectoral, el desfondo no resuelto del Isssteson, los gasolinazos y el claro y evidente deterioro de la capacidad adquisitiva de los trabajadores, el alza generalizada de las subsistencias populares y, como consecuencias, el deterioro de la calidad de vida de las familias, el incremento de la delincuencia, la inseguridad pública y de la demagogia oficial que insiste en recetarnos el rollo de una economía que va “por el camino correcto”.

Por otra parte, la disposición de la administración universitaria para dialogar y negociar con los sindicatos ha sido, como en otras ocasiones, evasiva, irritante, despectiva prácticamente nula, frente a su contraparte laboral. El rector, tras instalar la mesa de negociaciones optó por ausentarse y solamente se sabe de él a través de los medios de comunicación locales, donde parece empeñado en justificarse ante la opinión pública respecto a serios casos de incumplimiento contractual donde destaca estelarmente la suspensión administrativa por parte de Isssteson de los trámites de jubilación de 67 académicos de un centenar y medio de universitarios.

 Ciertamente, la problemática del Isssteson es seria, pero, como ha declarado el propio rector, los trabajadores universitarios no son responsables de ello y no hay porqué privarlos de los beneficios de la seguridad social que provee el Instituto. Arguye que la universidad no le debe al Isssteson porque, por convenio con el propio Isssteson (Cláusula Décimo Primera del Contrato de Prestaciones de Servicios), la Secretaría de Hacienda está autorizada para hacer los descuentos en automático con cargo al subsidio estatal, sin embargo, el Instituto afirma que las cuotas y aportaciones no ha sido cubiertas en su totalidad, sumando 141 millones de pesos el adeudo, por tanto, se suspenden los trámites de jubilación y en lo futuro los servicios médicos.

Como el lector comprenderá, el horno no está para bollos administrativos porque la tensión crece en la medida en que los trabajadores adquieren conciencia de la necesidad de dar fin a su vida laboral, además del hecho de que (según ha reportado una reciente investigación) la edad promedio de los académicos anda por los 60 años y, en aras de la calidad de la producción científica y la eficiencia docente, resulta urgente procurar las condiciones para el relevo generacional.

Independientemente de que el caso debe ser analizado desde la perspectiva de la Fiscalía Anticorrupción para el deslinde de responsabilidades, habida cuenta que es dinero público que no llegó a su destino, el caso debe analizarse desde la óptica sindical, es decir, desde la trinchera de los trabajadores que están viendo que, en este caso, su contrato colectivo es violado en lo pactado en la Cláusula 141, que en las partes conducentes dice:

“Todos los trabajadores académicos tendrán derecho a recibir todas las prestaciones que otorga la Ley del ISSSTESON, sin limitaciones y disminuciones motivadas por la categoría, nivel o duración de la relación laboral. Estas prestaciones deben ser extensivas a los descendientes directos y cónyuge del trabajador” (párrafo 1).

“La Universidad se compromete a gestionar ante el ISSSTESON igual trato para los trabajadores académicos con respecto al resto de sus afiliados en lo que concierne a la totalidad de las prestaciones sociales otorgadas por esa Institución. De igual manera la Universidad se compromete a informar mensualmente al Sindicato de las cotizaciones del ISSSTESON” (párrafo 6).

“Cuando se proponga un cambio en el Convenio que tiene la Universidad de Sonora con el ISSSTESON, referente a la prestación de Servicios Sociales para los Trabajadores, la Institución acordará con el STAUS los términos en que se firmará el nuevo Convenio” (párrafo 11). 

De acuerdo al contrato, para los trabajadores universitarios no hay instancia más inmediata de reclamación que la propia administración representada legalmente por el rector, razón por la cual la opinión pública no debiera acudir a la descalificación facilona e irresponsable del sindicalismo universitario. Por otra parte, los trabajadores deben emprender las acciones que sean necesarias para que las causas de su afectación queden al descubierto y sean corregidas por parte de las instancias competentes, lo que incluye al propio Isssteson y al Gobierno del Estado. Es cosa de ponerse en el lugar de los afectados y en un ejercicio de sensibilidad social apoyar o, al menos, no descalificar sus esfuerzos por lograr un trato justo y apegado a las normas de la seguridad social y los derechos humanos internacionalmente reconocidas.

El Gobierno del Estado no puede hacerse el desentendido sin correr el riesgo de declararse insensible, ocioso y cómplice. Su credibilidad está seriamente comprometida y la sospecha de que se puede tratar de una maniobra, burda por demás, para manipular la sucesión rectoral tanto como para generar las condiciones que permitan la privatización de los servicios sociales, según recomienda la OCDE y el FMI, crece hasta alcanzar niveles que sólo pueden acelerar la inconformidad y la profundización de los conflictos.


Me parece que la gobernadora, en caso de ser ajena a estas trapacerías, debe poner orden en su changarro y, por otra parte, el rector universitario debe asumir su responsabilidad y sentarse a la mesa de negociaciones con el ánimo de hablar claro, de frente y sin intermediarios cuyo papel pasa de lo irritante a lo ridículo. El diálogo junto con las acciones legales que sean pertinentes son la mejor forma de resolver los conflictos, de cara a la comunidad universitaria y a la sociedad que confía y hace posible la vida y operación de la Universidad. La moneda está en el aire.

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