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viernes, 6 de septiembre de 2013

El deber de informar

Como se sabe, el informe de gobierno es un acto esperado por la clase política y los ciudadanos a fin de conocer el estado que guarda la administración pública del país. Se espera que contenga pormenorizada cuenta de los hechos, acciones y resultados del gobierno en el período de que se trate, así como el anuncio de nuevas políticas que harán posible los supuestos del bienestar y el desarrollo nacional (http://definicion.de/informe/), aunque también puede referirse a algo amorfo, indefinido y hasta confuso y difuso (http://es.thefreedictionary.com/informe).

A estas fechas circula con cierta profusión en los medios una suerte de resumen fraccionado y pergeñado con los tonos más elogiosos y triunfalistas sobre su propia capacidad de incidir en el rumbo nacional de manera exitosa, futurista e imaginativa (http://www.presidencia.gob.mx/informe/). El documento parece no regirse por ninguna definición aceptada por los diccionarios en uso para situarse en los linderos del género literario de la fantasía, lo que conduce al lector a preguntarse “¿hablamos del mismo país?”, “¿Ganó la iniciativa de Fox de legalizar la marihuana?”, “¿me quieren ver la cara de tontejo?”, entre otras preguntas de inquietante actualidad.

Sin duda alguna el tema estelar por sus implicaciones es el de la llamada reforma energética. Mientras que el gobierno de Peña insiste en privatizar para abrir el cofre del tesoro futuro de México, el resto de América Latina replantea sus impulsos privatizadores y recupera la soberanía nacional en esa materia, dando reversa a la apertura petrolera (http://www.jornada.unam.mx/2013/09/06/opinion/032o1eco). Cosa parecida ocurre con la generación de electricidad, donde México se pone en plan de gestor de ganancias para la iniciativa privada en detrimento de la capacidad generadora dela C.F.E., con los consiguientes impactos negativos en el servicio y las tarifas, en perjuicio de la economía familiar (http://www.jornada.unam.mx/2013/09/06/economia/031n1eco).

Otro aspecto central es el de la reforma educativa, que ha sido impuesta al poder legislativo con total impudicia y que ha levantado protestas a lo largo y ancho del país, suscitando los más variados comentarios y análisis, donde destacan los que la señalan como regresiva, represiva, burocrática y violatoria del marco constitucional (http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2013/09/01/165619677-reforma-educativa-es-regresiva-violatoria-e-inconstitucional-especialista). Aquí se demostró que los representantes llamados diputados y senadores actuaron al margen de sus deberes constitucionales y se plegaron a un pacto clientelar que revela un nuevo corporativismo de estado al servicio del capital (http://www.jornada.unam.mx/2013/09/02/politica/003n1pol).

La reforma fiscal solamente parece confesar su indeclinable voluntad de servicio al capital extranjero y hacer lo que sea necesario para asegurar  las ganancias de los consorcios bancarios trasnacionales, a cambio de subejercicios presupuestales y mayores cargas a los ciudadanos (http://www.jornada.unam.mx/2013/09/06/politica/013n1pol). Aquí el acento vuelve a estar en la parte de sacrificar soberanía a cambio de mecanismos de colonización más agresivos por parte de los organismos financieros internacionales (http://www.jornada.unam.mx/2013/09/06/edito).

Mientras que se da formal libertad a rufianes de lujo como Raúl Salinas de Gortari y sorprendentemente a Rafael Caro Quintero, las cifras de homicidios en México tienen un repunte espectacular en lo que va del sexenio (http://www.jornada.unam.mx/2013/02/01/politica/009n1pol), a pesar de lo cual, el gobierno se empeña en seguir por la misma ruta trazada por Washington durante la gerencia de Felipe Calderón, quedando claro que la seguridad pública en México se vive mejor fuera de sus fronteras.

Si la vida cotidiana de los mexicanos cada vez es más azarosa, nuestra relación con el exterior adquiere las características del síndrome de esposa maltratada, ya que por más que EE.UU. se empeñe en ofender y burlarse de la dignidad nacional, el gobierno de Peña siempre encuentra razones para seguir en plan de lacayos del imperio (http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2013/09/06/112156054-presunto-espionaje-no-afectara-relacion-con-estados-unidos-pena-nieto). La pregunta acerca de cuánto vale para los gobiernos neoliberales la independencia, libertad y soberanía nacionales es inevitable. La respuesta llega pronto, como se puede leer en la prensa nacional y en los medios que dan cuenta de la participación del presidente de México en el exterior.

En la vida real mexicana, se sabe que somos un país petrolero, pero cada mes viene un aumento en los precios de la gasolina, y vemos que la canasta básica se aleja del alcance de nuestro salario; que la nutrición es materia reprobada y que la cobertura de los servicios es desigual, en un entorno donde la presencia de formatos de negocios extranjeros abaten a fuego graneado a los negocios locales. Cualquier se pregunta ¿dónde está el gobierno?, ¿a qué intereses responde?, ¿quién apoya al empresario local frente a las grandes cadenas extranjeras?, ¿cuál es el futuro de la educación nacional sin valores, principios y acciones que defiendan la cobertura, calidad y permanencia de la educación pública y en cambio se ven los avances de la privatización de los servicios en todos los niveles? ¿Qué hay de las conquistas de la clase trabajadora? ¿A dónde va el marco legal que las define y garantiza su vigencia?


Al parecer, México es una colonia de los intereses energéticos y financieros extranjeros. Se ha dado un golpe de Estado desde adentro. Lo que queda es la resistencia pacífica y la desobediencia civil, frente a un gobierno que va del cinismo a la hipocresía, que traiciona contumazmente su deber constitucional, que trabaja para el extranjero traicionando al país que debiera representar. El informe lo revela, la realidad lo confirma.

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