“El maestro luchando también está enseñando” (Consigna de lucha magisterial).
Pues los maestros vuelven a tomar las calles y plazas para gritar a voz en cuello que la pestilencia neoliberal sigue tan campante en las leyes, decretos y procedimientos normales (sic) del sector oficial de esta tan democrática, incluyente, soberana y orgullosa de sí misma república en la órbita del imperialismo gringo.
Sí. Lo decimos con todas las letras: la soberanía no se negocia, como tampoco los derechos y libertades de la ciudadanía en general y de la clase trabajadora en particular y, sin duda alguna, la CNTE es un referente de estas luchas soberanistas en medio del vocerío chapucero y ladino de una oposición cerril alimentada por la USAID y un sector oficialista nutrido por el entusiasmo de haber sacado al PRIAN de Los Pinos, aunque dejado a salvo al sistema que nos perfora la soberanía.
Los maestros agrupados en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) reclaman puntualmente que la reforma neoliberal de 2007 sea abrogada, que se pague en salarios mínimos y no en UMA, que se jubile por años de servicios y no por edad, que se recupere el sistema de reparto solidario y cancele el jugoso negocio de las Afores. En simples y llanas palabras, que el Estado asuma su responsabilidad y deberes con los servidores públicos.
Se había lanzado una iniciativa de reforma a la ley del ISSSTE que actuaría como un parche a la de 2007. Una iniciativa enana que para nada tocaba el contenido neoliberal de la aún vigente, demostrando que Lampedusa y el gatopardismo siguen en el entramado mediático de lo nuevo con olor a viejo.
Como era de esperarse, las huestes magisteriales democráticas e independientes de pensamiento, palabra y obra, se manifestaron en contra, y el gobierno, sensible y oportuno, retiró el emplaste legislativo, cumpliendo una demanda de los maestros en lucha.
Es claro que la democracia sin huaraches se espina cuando camina por los abrojos de un sistema que ha hecho de la farsa la consagración de los farsantes, venidos a reformadores, pero no transformadores de un sistema opresivo y dependiente que se resiste a cambiar escondido tras capas de maquillaje acumuladas desde los años 80.
Es obvio que la iniciativa presidencial hubiera sido aprobada sin más si la CNTE se hubiera tardado en llamar la atención de que el neoliberalismo en educación sigue cosechando triunfos y adhesiones entre las masas huérfanas de cultura política y ávidas consumidoras de detritus informativos envasados en Latinus y otras cloacas mediáticas similares.
Pero, los maestros toman las calles y manifiestan que no están locos no son cómplices de simulaciones y pendejadas aderezadas por la emoción de formar parte de algo capaz de llenar el Zócalo y las esperanzas de muchos. La CNTE también es pueblo, pero un pueblo informado y que informa a la sociedad del contenido neoliberal de lo que rechaza con franqueza y determinación.
Y sí, el apoyo a la CNTE y las luchas de los trabajadores académicos federales es en favor de México, porque dignifican el servicio civil, honran al país y ponen el ejemplo a las generaciones presentes y futuras de servidores públicos con visión nacionalista y compromiso social. Ni un paso atrás.
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