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martes, 17 de noviembre de 2020

La pandemia, oportunidad de negocios.

 

“Medidas más duras contra COVID-19 dan mayor capital político” (Carlos Petersen).

 

Con la epidemia nos encontramos con una de las grandes oportunidades del sistema de mercado y ejemplo de su capacidad adaptativa. Así, tenemos que una tragedia de salud se convierte en ventana de oportunidades para los nuevos y viejos emprendedores que olisquean los vientos de la patogenicidad viral y, de inmediato, lanzan ofertas de suplementos alimenticios, medicamentos milagrosos y eficaces.

En este tiempo tampoco podían faltar rutinas preventivas que se convierten en protocolos obligados para cualquiera que aprecie su salud y, destacadamente, accesorios como el cubrebocas que alcanzan la importancia del calzón o el brasier según, en su momento, atinó a declarar una improvisada epidemióloga municipal (proyecto puente, 15.07.20).

De la mano de noticias y advertencias alarmantes que ponen en riesgo su estabilidad emocional, surgen otras que hablan de la versatilidad del mercado y sus infinitas posibilidades: el comercio de “artículos Covid” vive sus mejores tiempos.

La venta de cubrebocas NK95 y tricapa, las caretas, el alcohol en gel, las toallas y soluciones desinfectantes, los tapetes “sanitizantes”, los guantes, y últimamente la pujante industria emergente de los cubrebocas de tela con colores y diseños especiales, abre un abanico de opciones nunca imaginadas (El Imparcial, 11/11/20).

Así pues, las grandes farmacias, las boticas de barrio y las simples tiendas de miscelánea que abundan en el centro de la ciudad hacen su día gracias a la epidemia o, más concretamente, a la sinergia entre el virus, el alarmismo mediático y las razonables advertencias y recomendaciones de las autoridades en algunos casos competentes.  

El fenómeno comercial desencadenado por la epidemia no es exclusivo de nuestra entidad, ahora en riesgo alto según el semáforo epidemiológico que nos pone de color anaranjado, sino que se observa en el nivel nacional y más allá.

Según reporte de La Jornada (11/11/20), la Asociación Nacional de Farmacias (Anafarmex), registra un incremento muy importante en las ventas gracias a la demanda extraordinaria de cubrebocas, ya que el 80 por ciento de los 127 millones de habitantes del país lo utiliza.

Al respecto, informa que no sólo existe oferta en el comercio tradicional si no que ahorra se tiene una muy significativa presencia en las ventas por internet, donde diversas marcas compiten en un mercado en expansión, y cuyos precios van desde 15 pesos por unidad hasta $4 mil pesos en marcas de lujo:

“En tiendas en línea como Amazon y Mercado Libre, los precios dependen de la cantidad de unidades a adquirir; por ejemplo, un paquete de tres piezas reutilizables cuesta 350 pesos; mientras un pedido de un millón de piezas de cubrebocas N95 con certificado tiene un valor de 64 millones de pesos.

“Marcas como Fendi ofrecen cubrebocas con valor de hasta 4 mil 540 pesos o Dolce & Gabbana que vende un conjunto coordinado de corbata con cubrebocas a un precio de 5 mil pesos”, señala el citado rotativo nacional.

La epidemia ha hecho volar la imaginación de los mexicanos, no sólo en materia de promoción de ventas sino en lo que corresponde a la interpretación de los datos que difunde diariamente la Secretaría de Salud, ya que existen fuentes que centran su atención en la cifra de los muertos y no toman en cuenta la de los recuperados, y le dan un peso mayor a los contagios antes de que hayan sido comprobados en laboratorio, con lo que generan falsas alarmas y exageraciones no necesariamente mal intencionadas pero que resultan en alarma y compras de productos farmacéuticos que nada tiene que ver con la enfermedad Covid-19 que suponen combatir.

Tampoco escapa de la atención del público el manejo faccioso que se ha hecho de la epidemia, enderezando críticas y ataques contra el gobierno de López Obrador, en contraste con el reconocimiento que ha recibido por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) por su oportuna respuesta sanitaria.

En nuestra entidad tenemos que, mientras muchos giros comerciales considerados no esenciales luchan por sobrevivir ejerciendo presión en las instancias oficiales, los giros cuyo funcionamiento es necesario ven restricciones en sus horarios de funcionamiento, afectando todo ello la marcha de la economía y la seguridad sanitaria de la población.

Si Sonora se encuentra en semáforo color naranja, razón de más para que haya prudencia y se manifieste el buen juicio de las autoridades y la actitud responsable de la población, a fin de evitar en lo posible los contagios y el daño económico que el alarmismo y las decisiones torpes y arbitrarias pudieran ocasionar.

El respeto a los derechos humanos y la información oportuna y veraz deben ser la norma antes que la imposición, la falta de respeto y la coacción contra los ciudadanos.

 

http://jdarredondo.blogspot.com  

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