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domingo, 19 de agosto de 2018

Las peras del olmo


“No hay peor tiranía que la que se ejerce a la sombra de las leyes y bajo el calor de la justicia” (Montesquieu).

Vemos en Sonora un panorama por demás preocupante, sombrío por decir lo menos, acojonante por decir lo más, desconcertante, por decir algo entendible pero difuso. Ya lo ve usted, recientemente se aprobó, “haiga sido como haiga sido” (Calderón dixit) la Ley 288, que quita facultades al Congreso para cederlas al titular del Ejecutivo, es decir, a la gobernadora que va en la mitad de su mandato en medio de cambios importantes en la política nacional y que hace lo posible por navegar como lo saben hacer los priistas, guardando precariamente las formas declarativas, pero actuando de manera autoritaria y discrecional. Aquí se ve que la conciencia política y los deseos democráticos y de respeto a las normas legales queda al libre juego de los intereses del momento que, como se acaba de ver el pasado lunes 13, terminan siendo ley aprobada y publicada en el Boletín Oficial.

Es inevitable recordar que esta reforma constitucional de Sonora se hizo con la típica mala leche del priismo (por fortuna en retirada), es decir, de manera opaca, mezquina y por la espalda, de manera que el pueblo que es quien elige a sus gobernantes por mandato legal quedó fuera de la jugada y el Congreso prianista la jugó en contra de su propia existencia soberana como representación popular quedando, en consecuencia, como un apéndice alcahuete y prostibulario del titular del Ejecutivo en turno.

Es historia conocida las protestas frente el edificio del Congreso del Estado y la tinta derramada en ocasión de esta trapacería legislativa y la no tan graciosa huida de los diputados maiceados con, según trascendió, cinco millones de devaluados pesos por aprobar el bodrio de referencia, de manera que no lo aburriré con detalles que seguramente ya conoce y que probablemente no le importen, así que solamente referiré algunos aspectos del panorama generado en tal argucia golpista.

Cuando se anunció la reforma constitucional en manos de la diputación permanente del Congreso hubo, desde luego, protestas y expresiones de franco rechazo, a lo que la gobernadora respondió con la recomendación de que dicha iniciativa quedara fuera de la agenda en tanto se analizara y difundiera de manera apropiada, dada su trascendencia y efectos. Los ánimos se calmaron y algunos cantaron victoria porque la suspensión se atribuyó producto de las manifestaciones populares. Ahora queda claro que en solapada acción se aprovechó el tiempo para operar en los ayuntamientos prianistas y lograr que, tras la repudiada aprobación del Congreso, de manera casi instantánea 57 municipios hayan dicho sí a la reforma.

Tenemos una acción en apariencia democrática, apegada a derecho, donde los diputados “hicieron su trabajo” en el período que les correspondía y de acuerdo a sus facultades, pero omitiendo un pequeño detalle: el pueblo que teóricamente representan decidió, el pasado 1 de julio, que este gobierno no era el que se necesita en Sonora y el país entero para llenar las expectativas de los ciudadanos electores. El PRI-AN-RD perdió en todo lo largo y ancho de Sonora y México, en consecuencia, ¿para qué emprender una reforma constitucional si no para coartar, obstaculizar, sabotear si se quiere la voluntad popular y la labor futura de los legisladores de Morena? ¿Por qué no preparar la transición y la entrega-recepción de tareas y responsabilidades legislativas de manera tersa y ordenada, con civilidad y sentido republicano, en vez de legislar contra el futuro Congreso estatal?

Es obvio que los tiempos legales no dan mucho margen de maniobra a la próxima legislatura en plan de promovente de acciones de inconstitucionalidad y restitución del estado de derecho en Sonora, pero también lo es la mala leche de quienes impulsaron y aprobaron la citada reforma, tanto como la necesaria y en este caso obligatoria respuesta política de los nuevos representantes populares al atropello sufrido por los sonorenses.   

Tristemente, el gobierno de Claudia Pavlovich Arellano, primera mujer que ocupa la titularidad del Poder Ejecutivo en Sonora quien declaró que Sonora estaba lista para tener una mujer gobernadora, nos deja un mal sabor de boca. En realidad, antes que tener una mujer por el hecho de serlo, estamos listos o urgidos de tener un titular del Poder Ejecutivo capaz y dispuesto a resolver problemas de inequidad, justicia y bienestar ciudadano. Alguien que, independientemente de su sexo, fuera respetuoso de la ley y consciente de los grandes rezagos existentes en materia de empleo e ingreso decentes, de salud y seguridad social, de mayor calidad de vida, de seguridad pública que garantizara la tranquilidad de las familias y contribuyera al logro de metas de justicia social y laboral, de cumplimiento largamente esperado. Es claro que nos equivocamos al creer que la imagen lo cambia todo, que la apariencia de cambio y progreso no son ni el cambio ni el progreso en sí, que el PRI o el PAN pueden cambiar siendo que son, desde los tiempos de Salinas de Gortari, las dos caras de la misma moneda. Pero, quizá esta experiencia nos sirva para entender que no se le pueden pedir peras al olmo.

1 comentario:

Unknown dijo...

Si se ve en una perspectiva histórica, podríamos decir que es un gran avance ciudadano el que estamos observado. Esta es una victoria pírrica del prianismo, acorralado por el hartazgo ciudadano ante la cínica impunidad y corrupción imperantes. Lo importante será no aflojar el paso, los ciudadanos estamos apenas en el umbral de un gran quiebre histórico donde los actores principales seremos nosotros. Como dice una popular canción: "probamos la libertad y nos gustó".