Notas Sueltas es un espacio de opinión sobre diversos problemas de carácter social, económico y político de interés general. Los comentarios pueden enviarse a: jdarredondo@gmail.com

viernes, 18 de julio de 2025

SÓLO PALABRAS

 “No todo lo que brilla es oro” (frase popular).

 

Vivimos una época en la que el algoritmo puede más que la realidad y, en los hechos, la sustituye y crea otra alternativa al gusto de quien lo maneja. La virtualidad se corporeiza y baila sobre cualquier otro supuesto que tenga que ver con usos, costumbres y expectativas.

Doy por sentado que usted debe tener su propia idea de las cosas, estar de acuerdo o no con lo que se plantea, porque en una sociedad que se asume como plural se vale, se puede y se debe disentir.  

Las palabras adquieren el significado que la nueva inquisición semántica determine como correcto, los matices e intenciones deben ajustarse a la nueva gramática, al nuevo diccionario que nos hará más dependientes, pero más felices.

Como todo se aclara con ejemplos, ofrezco lo siguiente: las palabras violación, violador, morir, narcotráfico, terrorismo, al parecer son excluidas del lenguaje políticamente correcto y aparecen maquilladas de pulcritud como “violinación”, “violinador”, “desvivir”, “na7cot7af1c0”, “t3rro7ismo”, entre otros bodrios que manosean el idioma y cumplen con normas salidas del culo de la simulación y la hipocresía.

En la misma forma, se evita decir viejo, ciego, miope, sordo, paralítico, obeso, joto, para refugiarse en la tersura de “adulto mayor, juventud acumulada, discapacitado, con capacidades diferentes o especial, no binario, gay, entre otras joyas del encubrimiento social, al margen de que las cosas son como son.

Sin embargo, se insiste en nombrar lo obvio, lo políticamente manipulado que exsuda ideología woke, al hacer remedos de inclusión que huelen a pleonasmo o simple estupidez. Véase la ejemplificación: chiquillos y chiquillas, tod@s, todxs, todes, comandante y comandanta, y así sucesivamente.

Vemos que las palabras pierden y alteran su significado, lo encubren y manipulan sin siquiera atender a su significado y etimología sino a agendas ideológicas y políticas impuestas a la periferia desde los polos del poder económico y financiero occidental.

En este contexto, se evita y proscribe decir “genocidio” al referirnos a lo que ocurre en Gaza por obra de Israel y Estados Unidos, aceptando en cambio la palabra “defensa”, en favor del agresor. Algo tan absurdo como pensar que lo que no se nombra no existe.

Lo bueno es que la realidad es independiente de la conciencia, de suerte que por más ignorantes que seamos, existe y persiste, y termina manifestándose en toda su crudeza y magnitud.

Tarde o temprano la farsa de lo políticamente correcto como dogma social termina revelando que una tendencia suficientemente difundida por los centros de poder mediático, por las cloacas sociológicas de las universidades anglosajonas, por la corte de George Soros, Karl Schwab, Bill Gates y similares, terminan siendo descubiertas como ejercicios de ingeniería social de control poblacional.

La inclusión impuesta a empujones legislativos, los cambios forzados de lenguaje, la presión constante de los medios de manipulación y condicionamiento social y conductual masivos, el buenaondismo progresista, las parodias babeantes de una izquierda que, de existir, seguramente rechazaría tantas muestras de estupidez colectiva que, por ese solo hecho, sería revolucionaria.

La moral y los valores que proyecta e impone la sociedad occidental es como una pila de excremento envuelta en papel para regalo. Sin embargo, nos invita a horrorizarnos de la presencia de China o Rusia en el comercio internacional, en el ámbito cultural, académico, artístico, científico y tecnológico, arguyendo babeantes razones de “seguridad nacional”.

Los aranceles y la fanfarronería roñosa de Donald Trump debieran de ser recibidos como el ¡fuera máscaras! del imperialismo gringo, y ser respondidos con el rechazo global a la más burda exposición de un país y gobierno parasitario y criminal que debe ser aislado y puesto en el basurero al que pertenece.

Así pues, mientras sigamos jugando a la democracia, la inclusión, la apertura y la libertad al margen de las mismas con actitudes impuestas y artificiosas, las cosas falsas serán tomadas y nombradas como verdaderas y la lucha por el lenguaje se anotará puntos contra la realidad, porque el sistema que origina el mal y la desigualdad no será tocado. Será el fin de la inteligencia, el juicio crítico y la conciencia de nuestra identidad y compromiso social. Despertemos.



lunes, 7 de julio de 2025

MUERTE EN LA INFANCIA

 “A menudo el sepulcro encierra, sin saberlo, dos corazones en el mismo ataúd” (Alphonse de Lamartine).

 

Una madre de 28 años y sus hijas, dos gemelas de 11 y una pequeña de 9 fueron asesinadas a balazos según reporte del día 6 de este mes.

Duele la ciudad, el estado y el país. Duele la oposición amoral y carroñera, la prensa necrófila y tremendista y duele, con mayor razón, el gobierno en sus tres órdenes de competencia.

Duelen las lamentaciones de libreto, acartonadas en su indiferente formalidad, duele el oportunismo que levanta banderas de hedor ideológico o político que logran espacios en la marquesina de las plañideras de ocasión.

Duelen los muertos de cada día, los ultrajes a la inteligencia y la emotividad de la ciudadanía que se cuece en cada hervor que manda el clima, la indolencia gubernamental, la trivialización de la tragedia ajena y la exhibición pertinaz del discurso mediático con efectos de imagen y dividendos políticos.

Duele la muerte en la infancia, la que cancela sueños y pulveriza esperanzas, que frustra posibilidades ya de por sí menguadas por nuestra realidad neoliberal formalmente superada pero viva y actuante.

Duele el crimen nuestro de cada día, las lamentaciones que resuelven la declaración esperada, la opinión pedida, la cara que se pone frente el sangriento hecho que hoy se documenta y acumula a otros similares, que no distinguen sexo, edad o posición social.

Duele la muerte silenciosa que se descubre casi por casualidad al día siguiente, como un hallazgo macabro que establece tanto los límites de la libertad y la tranquilidad como de la cotidianidad anónima en la que transcurre la masa ciudadana, hasta que el crimen marca la diferencia.

Duele la violencia contra el hombre, la mujer, los menores, los adolescentes que cambiaron la escuela por el sicariato, las drogas o la simple negación de una vida y un futuro pensado como posible.

Duele que sólo veamos la existencia ajena cuando desaparece, y que mucha gente anónima sólo tenga significado en el impacto momentáneo del escándalo para desvanecerse mientras se pasa de página o mensaje.

Duele que no llamemos las cosas y los hechos por su nombre, rehuyendo en los vericuetos del eufemismo la realidad oprobiosa del asesinato, la muerte, el abuso, el secuestro, el robo sangriento, la amenaza consumada con golpes, cuchilladas o balazos.

Duele que nos escondamos de la realidad y que la escondamos con el maquillaje mediático, como avestruces que ocultamos la cabeza en el trasero de la sociedad a la que pertenecemos sin apego ni compromiso.

Duele el enanismo mental, la hipocresía refinada y pulida de tanto practicarla, la disonancia entre el decir y el hacer, entre la justicia y la ley, entre la identidad y los intereses, entre el egoísmo cobarde y la manifestación pública de duelo.  

Duele la muerte en la infancia, como duele y repugna la banalidad que se formaliza en el discurso, las promesas y las afirmaciones de avance en materia de seguridad, garantías de bienestar, de desarrollo familiar, de certidumbre en salud, educación, vivienda y empleo.

Duelen los muertos a quienes sólo queda enterrar a sus muertos, como duele el silencio de una sociedad que dejó de estar viva y actuante, gracias al imán de la corrupción, la mentira y la complicidad. Duele que sólo critiquemos a un sistema que reciclamos en los hechos.

Duele la muerte de un semejante, pero más duele la imagen de un cuerpo pequeño y delicado, roto y abandonado en una curva del camino. Duele.



sábado, 5 de julio de 2025

JULIO, NO TAN REGALADO

 “¡Qué calor!” (Expresión recurrente).

 

Las lluvias pronosticadas al inicio del mes se ven tan lejanas como el cumplimiento de las promesas de paz en Medio Oriente, aunque las resequedades locales y regionales alienten expectativas ligadas a la presencia de fenómenos como huracanes y ciclones que, en su paso por las aguas caribeñas y del Pacífico, arrojen al menos vientos frescos, nubosidades promisorias y precipitaciones por encima de un riego de jardín sobre todo en las proximidades de ríos, arroyos y simples estanques.

El mes de julio ingresa con temperaturas que causan envidia e ilusión por el hielo ártico y polar y el frío que azota el sur del continente; sin embargo, la calentura estacional se pone a punto de hervor cuando aparece la dimensión emocional en forma de sionismo, extrema derecha y asquerosas cantidades de dinero en combinación con las formas viejas y nuevas del expansionismo gringo y la rapiña inmobiliaria.

Hoy es la colonización silenciosa de la Patagonia argentino-chilena, como puede ser Chiapas. O sangrienta como es en Palestina, como ha sido África, las islas del Pacífico, el sudeste asiático y, muy importante, el universo mediático del sur global, de los países que lograron su independencia formal pero que la parcelaron mediante instrumentos de recolonización financiera, comercial, tecnológica o “estratégica” en favor del Norte global.

Ahí tiene usted los tratados, acuerdos y pactos “comerciales” que impulsan, justifican y obligan la dependencia de los pueblos hacia quienes prometen libertad, democracia y progreso entre ataques de risa apenas disimulados e ingentes recursos para la corrupción institucional y el nacionalismo de alcantarilla.

En medio de las frustraciones climáticas y la tragedia ecológica que insistimos en ignorar, tenemos la amenaza del inicio de la mega obra hidráulica del sexenio, es decir, las tres presas de Sonora, donde alcanza más una meada etílica para mojar siquiera nuestras arideces no sólo productivas, sino mentales y emocionales. Somos, salvo excepciones, un pueblo pasivo y acomodaticio, sin arranque propositivo ni ejecutivo y con vacío judicial.

Celebramos el cemento como elemento visual del progreso, nos cargamos cuanto árbol encontramos en el camino de futuros fraccionamientos, confundimos el desarrollo urbano con el inmobiliario y nos hacemos del uno y el dos en las áreas verdes y calcinamos el entorno urbano en vez de disminuir el impacto de la temperatura y potenciar la filtración de la lluvia en áreas de recarga.

Volteamos para otro lado cuando las empresas constructoras vacían de vegetación los parques y plazas y tenemos orgasmos futuristas con el anuncio de nuevos centros comerciales y estructuras arquitectónicas de chorreante cursilería, bajo el supuesto de que es moderno vivir en chorizos verticales de varios pisos.

La actualidad es vertical y que se pudra la casa con patio y jardín frente al loft fotogénico o al piso caro, pero que suaviza el complejo de inferioridad y la ausencia de pertenencia del futuro habitante.  

La lluvia es promesa de vida, pero también representa una vaga posibilidad para el futurismo hidráulico con hambre de presas que justifiquen los negocios de los constructores y la imagen de los políticos que les sirven de tapadera.

Sonora es un claro ejemplo de creación de islas de calor, de desaseo en materia de riego y almacenamiento del agua, de ignorancia supina y de codicia. En cualquier caso, insistir en que una presa actúa como un tapón que impide el libre flujo del agua y su distribución natural es como hablarle a una pared con ínfulas de comprensión de la naturaleza y sus procesos. La sequía avanza y, eventualmente, atraviesa la pared de la conciencia social, para encontrar que quizá adentro ya no queda nada por secar.

El mundo está teniendo cada vez más claro que el imperio del dólar no admite soberanías, ni libertades, ni derecho internacional. Que impulsa la desigualdad como imagen del éxito de unos a costa de otros, fortelece la defensa de unos a costa de otros y promueve la seguridad a costa de la inseguridad de muchos. El sistema es exclusivo y excluyente, pero no falta quienes, desde el poder, sean incapaces de imaginar un mundo libre de opresión, desde sus cárceles académicas o burocráticas.

Será por eso que nos apegamos al T-MEC, acatamos la Agenda 2030, impulsamos la cultura Woke, guardamos distancia con China, Rusia y el Sur global, guardamos silencio ante la injusticia o nos abstenemos de condenar al genocida y actuar en consecuencia.

Seguimos orbitando el foco gringo como polillas suicidas deslumbradas por la expectativa de extinción con corrección política. Por eso defendemos y le hacemos el juego al Norte, siendo que por historia y vocación nuestra pertenencia, origen y futuro está en el Sur.

Europa colapsa por dejarse llevar y financiar guerras ajenas. La industria militar (donde destaca EUA e Israel) engorda y la clase trabajadora europea arde de calor e indignación. El horno mundial, que atestigua el agotamiento de un modelo económico que nunca pudo superar sus fallas ni entender su temporalidad, está para cocinar el cambio.

Julio no será regalado ni aquí ni en el resto del mundo. Y no lo será mientras sigamos el calendario ajeno e ignoremos el propio.