notas sueltas

Notas Sueltas es un espacio de opinión sobre diversos problemas de carácter social, económico y político de interés general. Los comentarios pueden enviarse a: jdarredondo@gmail.com

viernes, 3 de octubre de 2025

ESTE ERA UN GATO...

 “¿Quieres que te cuente un cuento?” (pregunta insidiosa en curso).

 

Interesante entrevista que el noticiero digital Momentum hizo a la doctora en ciencias sociales Delia Piña Aguirre, cronista de Ures y opinante privilegiada sobre el tremendo caso del proyecto de la construcción de nuevas presas en el río Sonora (https://youtu.be/ygwV0tZJj7c).

Lo que se deja ver en el curso de la entrevista es el resultado de un ojo observador in situ de una situación que se torna catastrófica para la tranquilidad y sobrevivencia de varios municipios ribereños que, a duras penas, han logrado mantener la cabeza sobre el caudal de aguas contaminadas que tuvo a bien enviarnos Germán Larrea y su Grupo México, hace 11 años, impune e influyente.

Tras el aluvión de residuos tóxicos, metales pesados, promesas incumplidas y discursos y apoyos de puro salivazo por parte del supremo gobierno estatal y federal, la población da cuenta fiel de diversos tipos de cáncer, caída severa de sus fuentes de ingreso por los impactos en la flora y la fauna de la región por el peor desastre ecológico de que se tenga memoria.

La economía regional sirvió de papel higiénico con el que las augustas nalgas del magnate minero se limpiaron ante las sonrisas cómplices de un gobierno preocupado en su imagen, la atracción de “inversiones que generan empleos” y que forman parte del arsenal de recursos que la depredación ambiental y social usa para colonizar mentes y aspiraciones con acciones esencialmente destructivas. Algo así como aplaudir la llegada de la sierra que cortará el árbol que nos sirve de cobijo en la tormenta.

Queda claro que la señora jefa del ejecutivo federal carece de información precisa y confiable respeto a algunas variables del Plan Hidráulico que piensa aplicar en Sonora. También queda claro que la vieja fórmula de no oír y no ver sigue tan a la mano que sólo basta “montarse en su macho” para que la magia del poder dé forma y contenido a cualquier mamada que se les ocurra: “no están informados”, “los opositores son muy poquitos y no se van a imponer a una mayoría que sí apoya las presas”, entre otros argumentos (sic) de autoridad.

La señora presidente se ha empeñado en desmentir que el megaproyecto va con dedicatoria a favorecer las dotaciones de agua de la empresa minera propiedad del delincuente ambiental Larrea, al parecer favorito del sistema. Ha tratado de desacreditar la oposición que lucha en defensa del ambiente y la vida económica y social de la región, ha minimizado las protestas y desestimado los argumentos de quienes viven y mueren en el lugar donde se perpetrará la obra hidráulica.

Los pobladores rivereños que conocen los impactos de este tipo de obras, empezando por la presa El Molinito, que dejó sin agua a los pobladores cortina abajo, y que sobreviven gracias a la eventual llegada de pipas que distribuyen el líquido, reclaman atención y empatía, y sólo dicen lo que sobradamente les consta: el río debe correr libremente, sin tapones u obstáculos. Debe darse oportunidad de que las aguas sustenten la vida regional y que llenen los mantos acuíferos, permitiendo el progreso de la biodiversidad y la economía regional.

El gobierno estatal ha mandado brigadas de coacción con una supuesta encuesta y actos informativos, lo que ha despertado sospechas y decepción en quienes votaron por este gobierno, por este proyecto político transformador que aún no logra romper la inercia neoliberal, a pesar del discurso y los infaltables apologistas mediáticos que atacan y demonizan la crítica honesta al interior del partido guinda.

La reacción del gobierno local resulta un acto de imbecilidad suprema, al echarles montón a los pobladores rivereños por afectar con la mega obra. Varios secretarios de estado haciendo al activista por una obra de la que aún se desconoce su manifiesto de impacto ambiental, social, económico, pero de la que ya se manejan cifras por invertir y las maravillas de su implementación.

Tenemos presupuesto, pero no existe idea en el gobierno de sus impactos, a pesar de que los supuestos beneficiarios se oponen con base en su experiencia y conocimiento del medio.

Le explican al pueblo las bondades de una obra sin estudios ni análisis serio o medianamente creíble lo que para todos es claro y evidente: las presas son tapones que impiden el libre flujo del agua, superficial y subterránea, y que en un río contaminado lo único que pudieran llegar a concentrar es agua contaminada que necesita correr para sedimentar el veneno que contiene.

La vista coactiva de los funcionarios y brigadistas que promueven las presas resulta como cuando le explican al pueblo una situación recurriendo al viejo cuento del gato con los pies de trapo y los ojos al revés… ¿quieres que te lo cuente otra vez?

Lo bueno es que “no somos iguales” y “con el pueblo, todo. Sin el pueblo, nada”. Amén.




sábado, 27 de septiembre de 2025

FACHADAS CONMEMORATIVAS

 “Si queremos que las cosas sigan como están, las cosas tendrán que cambiar” (El Gatopardo).


Ya ve usted que a cada santo se le llega su día, de manera que hablar de las feas experiencias nacionales en eso de la guerra sucia, la eliminación selectiva de opositores al régimen, el vacío informativo y la amenaza verbal y física a los salidos del huacal, ahora en los anchurosos tiempos de la democracia cuatroteísta, es posible.

Desde luego que el ejercicio de la libertad de expresión y de información debe ser responsable, correcto, moral y empático, porque aprovecharse de la apertura y las garantías que protegen la verdad es un jodido abuso.


Recientemente se conmemoró el aniversario 60 del asalto al cuartel militar de Madera, Chihuahua, en el que murieron 8 de los 13 atacantes, lo que dio el nombre a una de las organizaciones guerrilleras pioneras de la insurrección popular, la “Liga Comunista 23 de Septiembre” (LC23S), integrada principalmente por maestros, campesinos y estudiantes.

La LC23S adoptaba los ideales de los asaltantes del cuartel, de oposición combativa contra los abusos de los capitalistas que se apoderaban de tierras y su riqueza maderera, lo que constituía una amenaza constante para la vida y patrimonio de los lugareños.

El pueblo encontró en los movimientos guerrilleros una respuesta necesaria y obligada frente al gobierno de la burguesía, en el que la ley era objeto de comercio y de influencias, sirviendo de muro de contención a las demandas populares, mediante la demagogia o la represión.

A la muerte física se añadió la muerte simbólica al arrojar a una fosa común a los insurrectos, según órdenes del gobernador de ese tiempo, el priista Práxedes Giner Durán, quien exclamó “¿Querían tierra?, ¡échenles hasta que se harten!”  Anonimato y silencio, silencio y olvido por instrucción superior.    

Actualmente se rescatan los nombres y los hechos, incorporándolos al santoral nacional que se nutre de los excluidos del pasado, como una suerte de reencarnación cívica de los luchadores en un giro retórico que parece cambiar la esencia del pasado por la tersura onomástica del presente.

Aplaudimos, pero pocos reparan en el hecho de que los muertos de ayer cayeron por las mismas razones que criticamos hoy. Seguimos teniendo empresas nacionales y extranjeras sangrando el territorio, extrayendo agua y minerales para su provecho, contaminando el aire, la tierra y el agua, favoreciendo el abandono, la ruina y el saqueo impune de las comunidades.

Hoy como ayer, las empresas “que invierten y generan empleos” se cobijan en la promesa de prosperidad para el olvidado sur, o de contribuir a la fortaleza de una región económica fuerte y competitiva en el norte del país, de cara a otros bloques comerciales, otras mentalidades y otras maneras de entender el comercio y el progreso, pero en una óptica multipolar.

Me parece, sin negar los avances, que la mejor forma de honrar a los luchadores del pasado que clamaban por tierra y libertad, por igualdad y progreso, sería dejar de favorecer al capital transnacional, desarrollar estructuras productivas regionales, atender los reclamos de las comunidades, ahondar en el conocimiento de las prácticas agrícolas tradicionales, respetar la naturaleza y trabajar en armonía con el ambiente, sobre la base de aprovechar racionalmente nuestros recursos y capacidades.

Arrasar con los bosques madereros por codicia, comerciar con el agua, contaminar ríos por ambición y poner en peligro la biodiversidad son actos infames de agresión contra la naturaleza y la vida.


En el pasado los obreros y campesinos se levantaron por desesperación, porque el sistema ni los veía ni los oía. Ahora, en pleno relanzamiento de la democracia participativa, hay campesinos, obreros y empleados que siguen reclamando algunas migajas de atención, sin condescendencia, sin demagogia, sin frases consoladoras, pero con la seriedad y el respeto que merece el pueblo.

Hoy conmemoramos las fechas, los onomásticos, las figuras de bronce, de mármol y el oropel de los reconocimientos del gobierno que garantiza la estabilidad del sistema. Ayer, los muertos de Madera se levantaron contra el sistema y fueron reprimidos por el gobierno. Hoy los campesinos siguen reclamando justicia ambiental y productiva, como consta, entre otros, en el Río Sonora, Bacanuchi y San Miguel, o en la bahía de Ohuira, en Sinaloa.

¿Vamos a esperar a ver que quienes se levanten contra los depredadores territoriales y delincuentes ambientales sean arrojados a la fosa común de la inexistencia social y política? ¿Seguirá el gobierno ignorando los reclamos de quienes se opone a las tres presas y el agandalle inmobiliario?


Hoy se reconoce la guerrilla del pasado como si fuera el antecedente de un gobierno que se considera progresista, obviando el hecho de que la lucha revolucionaria busca transformar y atacar la raíz de los problemas sociales, mientras que el progresismo de hoy supone avances, pero dentro de los límites del sistema.

Es, en esencia, reformista, porque no busca el verdadero cambio sino los retoques de fachada que empiezan y generalmente terminan en el discurso, y el sistema no cambia más que de apariencia.

Conmemoramos los 60 años del asalto al cuartel de Madera, y hemos cambiado presumiblemente de régimen, pero no de sistema. Pongámonos cómodos y esperemos o, ya por hartazgo, actuemos en consecuencia.


jueves, 11 de septiembre de 2025

PUEBLO INVISIBLE, PUEBLO BIOMBO.

 

“Somos, o no somos” (pregunta existencial).

 

El pueblo de Sonora ha alcanzado un nuevo hito en su historia de invisibilidad posrevolucionaria, una nueva marca de no existencia que nos coloca en el plano de la zombificación democrática y transformadora.

Sucede que existen planes en marcha a punta de millonarias inversiones en infraestructura hidráulica, energética, portuaria y demás que saben a triunfo anticipado en la carrera por la modernidad y el combate al carbono.

Con plena conciencia ambiental se proyectan grandes parques solares donde la siembra de paneles suple cualquier otro cultivo, lo que parece no impactar en las rutas, hábitos y vida de la fauna regional, ni en la expectativa de saneamiento y disposición de chatarra cuando de manera natural o accidental las estructuras dejen de funcionar y agoten su vida útil.

Sin embargo, la vocación agrícola de las tierras pudiera honrarse mediante innovación tecnológica que ofrezca el aprovechamiento cabal del suelo y el agua, de cara a mercados reales y potenciales regionales, nacionales y quizá internacionales. También pudiera planearse la instalación de parques solares en porciones de terreno que no afecten la biodiversidad y la forma de vida de los pobladores.

Los costos de la modernidad, de la puesta al día y de la vanguardia regional quizá valen, o no, la acumulación de desechos tóxicos en el proceso de obtener energía limpia, lo que amerita serias valoraciones técnicas, logísticas, financieras y ambientales. Como que vale la pena contar con un estudio y plan alternativo de disposición de chatarra energética que enfrente los riesgos de contaminación ambiental y desertificación del terreno.

Si dejamos de lado estas consideraciones, pudiéramos centrar la atención en otro aspecto, como el papel de Sonora y México en las líneas de inversión estratégicas de nuestro vecino del norte. ¿Somos patio de maniobras logístico de los gringos? ¿Debemos ver con fundada reserva la modernización portuaria y la instalación de una planta de licuefacción de gas texano en las costas de Sonora para exportar a Asia?

¿Somos rehenes de empresas como Grupo México? ¿El gobierno es cómplice, palero y facilitador de la expansión minera tóxica e impune? La experiencia de la contaminación del río Sonora y Bacanuchi hablan en forma elocuente sobre el particular.

Los pobladores ribereños, incluido Hermosillo, han sido los resignados receptores de generosas dosis de atole suministrado por autoridades locales y federales, sin prisas, pero sin pausas desde hace 11 años. 

Han venido a “supervisar” remediaciones fallidas, clínicas inoperantes y vertido una cantidad navegable de saliva en forma de promesas de cura y justicia para el río Sonora que ya suena como el cuento de los elefantes pendientes de la tela de una araña.

El caso es que ahora tenemos un megaproyecto donde resuenan las fanfarrias, el bombo y el platillo con tonos transformadores: el plan hídrico que cambiará la faz estatal, que implica tres presas que contendrán el agua de la que carece el río Sonora.

Los pobladores ribereños señalan que los impactos de la construcción de la presa El Molinito dejó sin agua a los pueblos río abajo, por la simple y lógica razón de que la obra sirvió de tapón a los escurrimientos y a la alimentación de los mantos acuíferos.

El problema es que la administración del agua sirve de telón de fondo del acaparamiento y las concesiones a modo, donde entidades privadas como Grupo México se atasca viendo que hay lodo, convirtiéndose gracias al gobierno en un acaparador del recurso y una verdadera patada en el trasero del productor rural.

El desequilibrio entre la flaca economía rural y la gordura extractiva, generan e incuban inconformidades sociales y políticas que terminan nublando el panorama social de la región. Tenemos peces gordos frente a sardinas y charales disputando el estaque que construyó el estado “para beneficio del pueblo”.

El Plan Hidráulico huele a lo mismo que las megaobras en una región donde hay un polo dominante de usuarios y una periferia que sobrevive a duras penas.

Básicamente, el pueblo a la hora de protestar es invisible y sus razones se evaporan en el desierto de la consideración pública, pero sirve de biombo argumental al declarar las maravillas de la obra, lo cuantioso de la inversión y los beneficios que tendrá la gente que sin protestar se ve más bonita. El biombo retórico oculta al pueblo que se retuerce y sólo permite ver la cara amable del poder que dispone y concede.

La denuncia y el reclamo ciudadano se convierten en “rumores”, la fatiga y el hartazgo chocan contra el ninguneo sistemático del funcionario, del gobernante que es legalmente mandatario y no mandante. Los pueblos ribereños de Sonora lo están teniendo muy claro.

En este mundo al revés, los patos les tiran a las escopetas, los gobernantes “ayudan” al pueblo que los eligió y les dio el mandato de honrar la constitución y servir al pueblo. Este enrevesamiento define cuán atrasados estamos al reproducir los modos cortesanos, a satisfacer la necesidad de adorar a ídolos de barro que el mismo pueblo fabricó y puso en el altar político estatal y nacional.

Parece que estamos reproduciendo la máxima del despotismo ilustrado del siglo XVIII: “todo con el pueblo, pero sin el pueblo”. Aquí el pueblo es el centro de los discursos, pero sólo sirve para aplaudir al poder, porque protestar y señalar es un pecado político mortal. En cualquier caso, la solución es que cada cual cumpla con su deber legal, cívico y político, y que, sin mamadas, honre su compromiso con el pueblo soberano.

 

 

viernes, 5 de septiembre de 2025

¡QUE LLUEVA, QUE LLUEVA!

 

“El agua es vida” (sabiduría popular).

 

Cuando nos estábamos convenciendo que el infierno, llegado el momento, nos daría bola porque para calores los nuestros, y que las temperaturas calcinantes junto con la ausencia de agua convertida en causa de deshidrataciones, soponcios y vahídos nos colocan en la antesala de céntrica funeraria con planes capaces de reventar al presupuesto más fondeado, resulta que llueve.

La lluvia calma momentáneamente las arideces de una zona geográfica caracterizada por sus cambios en el patrón productivo desde que la civilización trajo consigo las maravillas de la urbanización con cargo a la salud ambiental e hidrológica del entorno, y da nueva vida y refresca la tierra y el paisaje para mostrarnos el perfil ocultó de la naturaleza antes de los fraccionamientos y el uso abusivo del cemento, la desviación de ríos y arroyos, la construcción de presas y represos privados y el agandalle impúdico del agua.

La ciudad crece sobre las resequedades acumuladas por una mala administración, sobre la violación de las normas y preceptos éticos que dicen que el líquido debe ser prioritariamente para uso humano y que es un bien social, no una mercancía. Sin embargo, la mancha urbana es el lienzo donde se dibuja la tragedia del desperdicio gracias a las tuberías reventadas, el derrame insidioso de las aguas negras, los olores fulminantes de la putrefacción, la dotación selectiva y la indolencia chucatosa de los gobiernos estatales y municipales con intereses mercantiles privados antes que públicos.

Las calles lucen con baches que revelan una mala pavimentación, o su abandono pernicioso. Cicatrices de indolencia y valemadrismo público que acalambra a los automovilistas y pone en peligro a los de a pie. Cráteres, socavones, hoyancos, hundimientos que deprimen el tránsito y documentan una forma poco escrupulosa de ejercer el presupuesto, de evadir el cumplimiento del encargo municipal, de pasarse por el forro las necesidades ciudadanas en el más elemental de los niveles.

Deseamos la lluvia y vemos con esperanza la formación de nubes. Envidiamos a quienes ven sobre sus cabezas la acumulación de vapor de agua que, eventualmente, terminará precipitándose para mojarlos, para recargar los mantos acuíferos, para llenar las presas que, finalmente, taponan el libre flujo de los ríos y afluentes naturales.

El agua se concentra en la obra de infraestructura hidráulica beneficiando a quienes cuenten con un canal, tubería o artilugio que conduzca el líquido hacia los terrenos de la mina, el rancho, la explotación “que genera empleos” y dinero privado, entre las que destacan los fraccionamientos, los desarrollos habitacionales para clientelas clasificadas VIP que marcan el horizonte del progreso y pujanza de la ciudad, como escaparate que atrae inversiones e intereses locales y foráneos.

El agua de las presas termina siendo la parte sustancial del menú que se sirve a las empresas extranjeras, a las transnacionales explotadoras de recursos que, siendo nuestros, se ponen en las vitrinas que exhiben las ventajas de invertir en nuestra ciudad y estado. Es el objeto líquido del deseo, la nueva y definitiva mercancía que hace posible la explotación de otros recursos como los mineros (oro, plata, cobre, litio), que, según se dice, generan empleos, progreso… y exclusión selectiva.

La lluvia nos refresca el ánimo y borra un poco la mancha de la marginación ciudadana, de la concentración de beneficios en favor de los exclusivos miembros del sector inmobiliario que lo mismo acaparan tierras urbanas que rurales, que igual desvían un río que hacen cuentas alegres de los terrenos de una presa al borde de la “desincorporación”.

La lluvia es esperanza, pero cuando la fuerza de la naturaleza no es acompañada de las previsiones urbanas necesarias, se convierte en desastre, en el repunte de nuevas tragedias urbanas, de encharcamientos, derrumbes, ablandamiento del terreno, deslaves, ampliación de los baches existentes y creación de otros.

La codicia, la mala administración, la falta de transparencia, la poca madre y la disposición de bienes públicos para satisfacer negocios privados, arruinan el entusiasmo pueril de la lluvia, opacan el canto gozoso de los niños que piden a la virgen de la cueva que llueva, que llueva…

Visto en perspectiva, tenemos los baches que merecemos, tanto como los derrumbes de techos y paredes, las fugas pestilentes, las tuberías rotas, los tandeos disfrazados de “fallas temporales” y la poca presión que impide el llenado de los tinacos, problemas que enfrentamos un día sí y otro también.

Vivimos en un bache urbanizado, en la ribera de un río contaminado que puede estar al borde de la desaparición, considerando la amenaza de tres presas más y un acueducto o cosa parecida, por lo que nos preguntamos, ¿con qué agua piensan llenar las presas? ¿De dónde viene ese fuerte olor a dinero si no es que de una empresa minera que se expande y lo traga todo? ¿Qué va a pasar con las comunidades ribereñas de Sonora?

El agua de la lluvia cae, fluye, penetra en la tierra, pero resbala en el pavimento que, eventualmente, se agrieta y colapsa. El ciclo de la vida parece estar expuesto a ser canalizado, controlado y monetizado por agentes públicos y privados de turbia calaña neoliberal… pero dicen que el pueblo es sabio. Esperemos.

 


viernes, 29 de agosto de 2025

DESPROPÓSITOS DEMOCRÁTICOS

 “Hechos, no palabras” (frase popular).

Alicia Bárcena, titular de Semarnat, habló del clima y sus retos en conferencia internacional donde subrayó la importancia internacional de las áreas protegidas. En un punto de su participación, saltó a lo eminentemente coyuntural y declaró que “las mujeres no aspiramos a mucho. Lo único que queremos es el poder” ( https://goo.su/P5T7wE).

Ésta última afirmación llama la atención por tener cierto tufo supremacista, discriminatorio y sexista, en un contexto donde la palabra igualdad se mantiene como propósito y objetivo democrático.

Querer el poder no pasa de ser un propósito pueril y egoísta si se trata de personas, además de absurdo si se trata de un sexo en un contexto donde la pluralidad es un valor democrático defendible, y que la señora secretaria no acredita la capacidad de hablar por todas las mujeres, si acaso por el gobierno al que pertenece y dentro de sus facultades legales.

Llama la atención porque en la elección que llevó a la titularidad del Poder Ejecutivo a Claudia Sheinbaum Pardo, la mayoría de sus votos fueron de hombres, el 62 por ciento. Y cabe decir que quienes la apoyamos lo hicimos en razón al proyecto político que representa, donde vale decir que la independencia y soberanía son valores centrales en el discurso del nuevo gobierno.

El proyecto de nación sostiene como eje fundamental la igualdad y el respeto a la diversidad, la recuperación del espacio económico y político que fue liquidado durante la etapa del PRI y el PAN bajo el modelo neoliberal periférico, que creaba economías complementarias e impedía la autosuficiencia productiva y el desarrollo nacional.

Los propósitos transformadores suponen la recuperación económica por vía del impulso a la industria nacional, el fortalecimiento del mercado interno y la expectativa de añadir valor a las exportaciones, incluyendo el factor científico y tecnológico nacional a la ecuación exportadora.

Sin embargo, hasta ahora lo que se ve es la ampliación de las posibilidades de inversión y establecimiento de empresas transnacionales, la adopción del discurso del progresismo incubado en organismos como Open Society, el Foro Económico Mundial y las calenturientas ideas demográficas que sostiene Bill Gates, entre otros multimillonarios en la línea del control de la natalidad neomathusiana.

En este contexto, apoyar fervorosamente la permanencia del T-MEC y la transnacionalización económica, incluyendo su respuesta social y conductual, no abona mucho al supuesto abandono de las ideas y prácticas neoliberales.

Insistir en el mantenimiento del T-MEC es hacerlo por el modelo que se instauró en la década de los 80 y se fortaleció en los 90, lo que, traducido en términos políticos, dio por resultado cambios constitucionales y en la legislación secundaria que remodelaron el sector público ampliando la influencia del Mercado a costa de la reducción y casi intrascendencia del Estado.

Sucede que el neoliberalismo no se combate solamente con frases lapidarias y poses de una beligerancia que no llega a las vías de hecho. Los actos masivos en el Zócalo de la Ciudad de México resultan balas de salva y fuegos de artificio cuando se combate al neoliberalismo sin cambiar un ápice su estructura productiva, su dinámica distributiva, su narrativa en el nivel del consumidor y los hogares.

Cuando en un sistema económico centrado en la utilidad o ganancia de plusvalía producto del trabajo, la lucha termina siendo de frases y no de clases, y se perpetra una farsa cuyos costos dan en el blanco de la soberanía nacional y la credibilidad del gobierno, no se transforman las condiciones objetivas de la realidad nacional, simplemente se maquillan y disimulan.

Ahora la transformación social se nos presenta como una lucha por los derechos humanos, por las reivindicaciones de género, por la igualdad sustantiva, por el empoderamiento femenino, mas no se habla de la emancipación de la clase trabajadora y con ella de la mujer. No es lo mismo empoderar que emancipar.

Si la clase trabajadora no reconoce el papel de trabajo y del salario en sus luchas, tampoco reconoce la naturaleza del sistema y la lógica de la explotación. En este sentido, los costos sociales sólo aumentan el beneficio de la clase dominante, y la demagogia, la simulación y el engaño son los recursos obligados de la permanencia del sistema.

Muchos votamos por un proyecto que fuera capaz de comprometerse por la nación, libre, independiente y soberana. Muchos pensamos que el T-MEC y el discurso de género, cada uno en su dimensión, preservan el sistema que supuestamente se combate y distraen los esfuerzos transformadores de la clase trabajadora frente a los avances del capital. ¿Cambiar para no cambiar? Sería trágico y francamente atemorizante.

Es necesario insistir en la igualdad legal ciudadana respetando las diferencias propias de la naturaleza humana, de ahí la importancia de atender por igual la igualdad legal y la equidad natural.

Es esencial impulsar el desarrollo tecnológico y científico nacional y el fortalecimiento del aparato productivo con un horizonte de proyecto nacionalista, y no un espacio de maniobras logísticas, extractivas, experimentales, sociales o políticas de Estados Unidos o cualquiera otro país. Mientras no ocurra, seguiremos siendo parte del traspatio imperial del norte.

Cabe la esperanza de que el actual no sea un sexenio de despropósitos democráticos y frases efectistas, de proclamas cada vez con menor sentido, de expectativas sin asidero en la realidad, y que la ideología del progresismo evacuada de los sótanos sociológicos de Estados Unidos sea sustituida por la reconsideración de nuestra historia y los valores nacionales, del orgullo de ser mexicanos, de la fe en el mañana colectivo que como nación debemos construir.

 

viernes, 22 de agosto de 2025

MIENTE, QUE ALGO QUEDA

 “Ladran, Sancho, señal que cabalgamos” (frase popular).

Recientemente, tuvimos un caso interesante en el que la mendacidad afloró en algunos medios de comunicación (sic) difundiendo la especie de que una ex primera dama nacional se ponía incongruente y emigraba a España. Cabe decir que una persona ya libre de la representación que pudiera haber tenido en el entramado político sexenal, queda en libertad, si quiere y puede, emigrar a otro país, planeta o plano astral.

La Constitución consagra el derecho de libre tránsito, y las leyes nacionales y extranjeras establecen las reglas a cumplir en caso de abandonar o ingresar al país por cualquiera de las razones legalmente posibles.

La farsa informativa se convirtió en tendencia que pasó a las diversas plataformas de descarga de filias y fobias, al alcance de cualquier teclado: Beatriz Gutiérrez Müller se va a vivir a España, en un barrio de postín donde la austeridad brilla por su ausencia.

Los ahorrativos en bolsa ajena pronto señalaron la incongruencia porque ¿cómo que van a despilfarrar recursos que seguramente no son propios y que, en todo caso, seguramente fueron mal habidos? ¿El hijo va a estudiar derecho en, nada menos que, la Universidad Complutense de Madrid? ¿De dónde se hizo de mulas Pedro? Y gritos desesperados del tipo ¡Cuánta corrupción!, ¡ratas asquerosas, hipócritas!, y otras excresencias mentales de similar calado.

El placer de encaramarse en la ola de la descalificación llenó el alma y la boca de muchos villamelones con ansias de novillero. El dedo flamígero de la mediocridad y la insidia tuvieron su oportunidad de brillar en las salas de redacción, los espacios de la comentocracia, los chat, coloquios informales y mesas de café.

Pero (siempre hay uno), la realidad que viene en forma de desmentido se encargó de pegar tremenda bofetada a la maledicencia: la noticia fue un infundio, una tomadura de pelo para quienes están condicionados a reproducir mentiras según dicte su hígado. Se los llevaron al baile de una oposición que se resbala con su propia mierda.

La moraleja, que además de barrio madrileño de postín es enseñanza, quizá sea inalcanzable para quienes renunciaron a su sensatez y buena conciencia, por lo que es claro que seguirán aprovechando el viaje de la calumnia y la difamación cuantas veces se presente. Al que nace pa´tamal del cielo le caen las hojas.

La oposición, que nace de una defensa torcida de privilegios basados en intereses de clase, corruptelas añejas, apellidos, redes familiares, pertenencias fincadas en la exclusión y la vanidad, está condenada a equivocarse, a exhibirse como una turba miserable y mezquina, clasista y racista, sin idea de lo que significa la solidaridad, la igualdad y la inclusión.

Padecen una enfermedad que rechaza el avance social, frente a la democracia y el ascenso de quienes vienen de la educación pública, de familias proletarias, de ciudadanos de a pie que caminan hacia un objetivo transformador, y avanzan. Así tenemos egresados universitarios que alcanzan maestrías y doctorados sin perder piso, sin marearse ni enloquecer con la seducción del título, ni abandonar su compromiso con el pueblo al que se deben.

Lo curioso del caso es que, hasta el momento de redactar este comentario, quienes calumniaron e insultaron a la doctora Gutiérrez Müller no han tenido la decencia, la humildad, el valor de ofrecer disculpas. Bien dicen que de la abundancia del corazón habla la boca…

Tenemos una oposición miope, mezquina y soberbia que ni siquiera se sirve a sí misma. Que sigan así, hundiéndose en el fango de su irrealidad.



sábado, 16 de agosto de 2025

LA AMENAZA NARANJA

 

“El genocidio es el más atroz de los crímenes (António Guterres, ONU).

 

Sin duda, la vida a veces nos da limones y la opinión pública establece que podemos hacer limonadas, pero hay situaciones donde la mejor salida es buscar sal y tequila, aunque también vale juntarlos y arrojárselos a quien corresponda.

Tenemos una relación centenaria con el único país que se ha proclamado indispensable, tocado por Dios y portador de la misión de esparcir la buena nueva de la democracia y las libertades por el continente y el mundo, aunque, por razones experimentales, perpetró en Japón el primer genocidio atómico, en agosto de1945.

En otras palabras, un país con comportamiento equiparable al cáncer de próstata que deriva en metástasis, o una flatulencia que se transforma en diarrea expansiva que pringa a propios y extraños.

La doctrina Monroe cumple los sueños húmedos de demócratas y republicanos, de blancos y mestizos, de morenos y amarillos que, nacidos en el país de las maravillas económicas y geopolíticas, asumen la identidad de nuevo romano en tiempos de la expansión territorial absorbente que recuerda a las toallas íntimas nocturnas con alas.

Por razones estratégicas de ocultamiento de la verdad financiera, la política monetaria de nuestro vecino deja de sujetarse al principio de libre convertibilidad del dólar y Richard Nixon tiene la ocurrencia de salir del patrón oro para enderezar la proa de Estados Unidos hacia la especulación, el incremento del techo de endeudamiento, la aspiración mafiosa de controlar paridades y medios de pago internacionales y, en fin, de meternos en una economía ficción cuyas reglas son tan maleables como un chicle y cuyo soporte termina siendo la economía de guerra cuyo gran objetivo es generar conflictos, vender armas y lucrar con la muerte y destrucción ajena.

El caso es que una economía parasitaria también irradia su veneno mediante el expediente de corromper gobiernos y empresarios nativos alcahuetes, con aspiraciones ligadas a la expansión transnacional en calidad de gerentes o directores maquiladores.

Los efectos en la nación parasitada son claros, empezando porque la clase empresarial que defiende los valores privados se encuentra privada de iniciativa y, por supuesto, sigue pautas que nada tienen que ver con el beneficio nacional. Sin saber, actúan como células cancerosas en los negocios nacionales, chupan recursos, reclaman exenciones fiscales o simplemente buscan no pagar lo que deben de impuestos.

En el trayecto, se convierten en cuates, socios y patrocinadores de abogados, jueces, magistrados y ministros que ocultan expedientes, retrasan fallos, manipulan evidencias y sacan acuerdos y sentencias en favor de la metástasis de corrupción empresarial y burocrática nacional.

Los hilos de la dependencia se convierten en gruesas amarras políticas, económicas, financieras y tecnológicas, paralizando la inventiva nacional y castrando cualquier posibilidad de progreso independiente, de donde hablar de soberanía en un país encadenado por acuerdos, pactos o tratados comerciales como el que padecemos desde la década de los 90, permiten un fácil diagnóstico de atraso y dependencia.

Bajo los supuestos de los tratados de libre comercio, la libertad desaparece porque se le condiciona, y con ella el interés nacional, la soberanía y la capacidad de planear el desarrollo. Sólo queda el recurso de la retórica, la aceptación e incluso la defensa del instrumento de degradación económica y política que nos agrede. El tratado comercial que nos hunde se toma por tabla de salvación. El gobierno cambia para no cambiar.

En este marco de agachadas y piquetes, la facilidad con la que se bajan los calzones las autoridades es equiparable a la magnitud de las exigencias políticas, los reclamos de incumplimientos reales o ficticios, el chantaje mafioso y las eventuales palabras de aliento por la subordinación lograda: “están haciendo un trabajo fantástico, pero no basta”.

El ridículo y flatulento personaje anaranjado encaramado en la Casa Blanca, dicta la pauta arancelaria y se regodea de ello, incluso presume de la fila de mandatarios que esperan para besarle el trasero. Se declara decepcionado que quienes no cumplen sus caprichos, cree que de él depende la resolución de conflictos fronterizos a miles de kilómetros de su país, pretende negociar el alto al fuego cuando financia la guerra, se duele de los muertos cuando produce las balas que los matan.

Resulta absurdo hablar de libre comercio cuando EEUU dicta sanciones a quienes comercian; presiona y obliga a otros gobiernos para que compren productos gringos, mientras sabotea acuerdos y dinamita puentes de encuentro entre antagonistas, se manosea la historia, la actualidad y la realidad de terceros países, se erigen héroes y villanos al gusto y capricho del siempre ajeno y omnipresente imperio del norte.

La amenaza naranja de hoy está inserta en el contexto de una nación parasitaria, que justifica su práctica terrorista bajo los supuestos de la supremacía que le otorga el fundamentalismo bíblico, la idea de crear “la nueva Jerusalén”, “la casa en lo alto de la colina”, por mandato del mismísimo Dios.

Llámese Biblia o Torá, destino manifiesto, o como sea, el guion que supuestamente orienta y manda a los perpetradores del horror en Palestina, Ucrania, o África, como antes fue en Afganistán, Irak o Libia, es la negación de la bondad y la fraternidad humana. Es la más vil e inhumana expresión del colonialismo y la depredación mundial, del más vicioso y repugnante ánimo genocida. Es la obscenidad hecha mandato.

Sin la justificación de amenazas externas e internas, el gobierno de Trump difícilmente podría sostener el discurso de la paranoia hecha evento cotidiano, la violencia institucional y los decretos ejecutivos que pasan sin pausa por encima de la ley pero que calan en la esencia fantasiosa y cobarde de un pueblo lobotomizado, mitómano y visceral. Es como un perro rabioso que se muerde a sí mismo. 

Antes fue Adolfo Hitler, ahora Benjamín Netanyahu, pero como requisito esencial siempre está el dinero anglosajón, sus armas y su cauda de zombis europeos. Antes como hoy es Inglaterra. Ayer y ahora es Estados Unidos, y las víctimas se siguen apilando en los cuatro rincones de la Tierra.

¿No cree usted que ya es tiempo de llamar a las cosas y los hechos por su nombre y dejar de dar concesiones y alimentación al tumor canceroso que se expande por el planeta, a ciencia y paciencia de los propios afectados? Ya basta.