notas sueltas

Notas Sueltas es un espacio de opinión sobre diversos problemas de carácter social, económico y político de interés general. Los comentarios pueden enviarse a: jdarredondo@gmail.com

martes, 25 de noviembre de 2025

EL ASUNTO DEL AGUA

 Agua que no has de beber, déjala correr… si aún queda (dicho popular actualizado).

 

Socialmente, se fortalece la percepción de que la construcción de las presas “para garantizar el abasto de agua a Hermosillo por los próximos 30 años” es una broma pesada, o un plan con dedicatoria minera.

Se tiene claro que el desperdicio en Hermosillo es de más del 50 por ciento del agua que ingresa a la red distribuidora, y que la inversión de 7,500 millones de pesos para las obras anunciadas en el Plan Hídrico serán, en estas condiciones, un gasto inútil y en resumidas cuentas un desperdicio.

La cosa se pone aún más triste si se considera que el río Sonora no tiene un flujo que le permita llegar al mar, porque desde su nacimiento es mermado por múltiples concesiones en beneficio de la explotación minera.

A esto hay que agregar que la calidad del agua que corre por el río Sonora es mala porque transporta una buena cantidad de metales pesados producto del derrame tóxico de agosto de 2014, originado en la presa propiedad de Grupo México en Cananea.

En otras palabras, el agua que recorre la cuenca del río Sonora incluida la ciudad de Hermosillo está contaminada. Cabe recordar la alarmante incidencia de cáncer en pueblos ribereños como, por ejemplo, Ures.

Ha habido promesas y compromisos de remediación del río, así como instalación de plantas potabilizadoras, hospitales y consultas especializadas en el tratamiento de víctimas de envenenamiento por metales pesados, pero a poco más de una década, nadita de nada.

Así pues, la inversión milmillonaria anunciada para “dar agua a Hermosillo” carece de seriedad si se mira en su contexto. Tenemos un río que corre precaria e intermitentemente, presas vacías y una población que sufre los efectos de la desertificación que deriva de la construcción de presas, más los efectos de la contaminación.

Sin embargo, a contrapelo de la realidad que viven los supuestos beneficiados, el gobierno insiste en dar cauce a los proyectos (con especificaciones aún desconocidas) de la construcción de las presas, por lo que tenemos el extraño caso de unas obras de infraestructura hidráulica que ya tienen presupuesto, pero carecen de los estudios técnicos integrales que las sustenten, desde el estudio hidrológico y de suelos hasta el impacto ambiental y social en la cuenca.     

Se habla de una consulta pública, pero los pobladores ribereños ya han manifestado su firme oposición al proyecto debido a la experiencia que tienen sobre los impactos de las presas, porque la cortina impide el flujo el agua y, en consecuencia, no hay posibilidades de recarga de los mantos acuíferos, se presenta la desertificación y es inviable la actividad agrícola.

Señalan que el panorama aguas abajo de la presa el Molinito demuestra lo anterior y que actualmente no se recomienda la construcción de presas por los daños ambientales que ocasionan, según criterio internacional.  

Al poner un tapón (porque eso es una presa) a la corriente del río, se impide la recarga de los mantos acuíferos y la perforación de pozos tiene que ser más profunda, lo que conlleva mayor acumulación de sustancias minerales (como cobre y arsénico, entre otras) que contaminan el agua y, consecuentemente, disminuyen su calidad y potabilidad.

El movimiento ciudadano de defensa del río Sonora y la vida, sustenta su oposición en la experiencia y en la opinión de especialistas independientes y universitarios, quienes señalan la urgencia de remediar la contaminación del río, instalar servicios de salud y potabilizadoras, así como rehabilitar la red de distribución de agua en Hermosillo, así como controlar la extracción para permitir la recuperación de los mantos acuíferos que surten la ciudad capital del Sonora, donde hay sobreexplotación del recurso.

Lo que se sabe hasta ahora, es que las mineras (Grupo México y algunas extranjeras) tienen el 55 por ciento del agua concesionada, sin que el desastre ambiental de 2014 haya afectado para nada su situación privilegiada, frente a muchas comunidades originarias de la región que padecen de falta de agua y contaminación.

El desestimar la protesta y los argumentos de los pueblos del río Sonora bajo el supuesto de que son simples opiniones si conocimiento del “proyecto”, ignorando el hecho de que las objeciones están fundamentadas en la experiencia y recursos técnicos tanto de productores locales y expertos universitarios como de especialistas independientes con conocimiento directo del terreno es, por decir lo menos, temerario y desafortunado.      

Estamos ante una buena oportunidad para que el gobierno federal y el estatal honren la promesa de cambio en la orientación de la administración pública, y acatar el mandato popular que la hace posible. Recordemos que “con el pueblo, todo; sin el pueblo, nada”.

En este sentido, el gobierno de la Cuarta Transformación debe tener sensibilidad y poner mucha atención en no dar respiración artificial a los carroñeros de una oposición dispuesta a descarrilar cualquier proyecto transformador, pese estar "política y moralmente derrotada".



viernes, 21 de noviembre de 2025

ATACAN LOS PITUFOS

 “¡Viva México, cabrones!” (expresión popular).

 

Pues hemos tenido un mes movido gracias a la aparición de marchas y mini marchas que han adornado el panorama político nacional, con elementos liliputienses y pinceladas de caricaturas azules que se pronuncian como si tuvieran vida propia.

El ataque de los pitufos en modo Inapam con brochazos juveniles, con olor a acarreo o inducción fueron las delicias de los espectadores políticos nacionales y extranjeros, que pensaban que podría darse una versión autóctona de las mareas de colores que en modo generacional impactaron Nepal, quitando un gobierno democrático para propiciar la reinstalación de uno monárquico. Como vemos, no todo cualquier tiempo pasado fue mejor.

Sin embargo, la labor y presencia callada pero constante y virulenta de nuestro vecino del norte, representada por un exmilitar boina verde y agente de la CIA, ahora disfrazado de embajador, da garantías a los nuevos Miramón y Mejía de una posible vuelta al pasado en el corto o mediano plazo, de un reciclamiento presidencial o de una amable componenda que propicie la instauración formal del estatus colonial del país.

Seguramente la colección de personalidades disfuncionales que representan la derecha neoliberal en México, memoriosa de un pasado donde los tuertos eran reyes y los ciegos optometristas y donde la cultura y la conducta socialmente aceptable era predominantemente dictada por Hollywood, deben saber que los brotes de insurrección popular deben partir de una real y efectiva inconformidad popular, y que los símbolos, consignas, vestimentas y sombreros deben tener un asidero real y funcional para prosperar.

Desde luego, nadie puede decir que aquí todo es miel sobre hojuelas, pero los ¡fuera Morena!, ¡Fuera Claudia!, y ¡abajo el narco-gobierno!, debieran tener una base de inconformidad popular capaz de darles legitimidad, y qué decir de los adjetivos destemplados lanzados contra la actual titular del Ejecutivo federal, que chorrearon mal gusto, patanería y desesperación.

La violencia verbal y la exhibición de estupidez con marros, cuerdas y piquetas, con pasamontañas, paliacates, gorros y sombreros, solamente sirvió para justificar el sueldo de la embajada, la eyaculación precoz de la derecha nativa con aires de empresario libertario, la emoción de estar posando para Washington y las chinches besuconas de Europa, particularmente en los mingitorios españoles y las mansiones donde el autoexilio resulta de opereta.

Así pues, días memorables de tragedias políticas que vuelven como comedia, de acciones y declaraciones que pintan un escenario no sólo risible sino patético. A nadie le gusta realmente ver a la oposición extranjerizante mostrando el culo y lanzando flatulencias en grado de autogol.

Sin duda el gobierno de México debe rescribir su propia historia de la mano del pueblo que lo eligió. Debe cumplir sus promesas de diálogo, de obediencia al Soberano, de defensa de la dignidad nacional y ser capaz de poner un alto real y permanente a los avances extraterritoriales del vecino norteño.

Debe trabajarse por hacer realidad las condiciones de paz y estabilidad que nos permitan progresar con desarrollo y equidad. Debe recuperar su carácter de arquitecto del desarrollo sectorial y regional mediante una planeación democrática e incluyente, de acuerdo al interés de municipios, estados y regiones, en un todo integrado y congruente.

Debe recuperarse la capacidad de producir alimentos, maquinaria y equipo, medicamentos y tecnología; debe apoyarse la educación y dejar de lado modas y tendencias ajenas a nuestra identidad e intereses. Debe ser nacionalista y respetuosa de nuestra historia y tradiciones. Debe, en fin, ser un gobierno de, para y por el pueblo.

Es tiempo de corregir el rumbo, de dejar de lado la influencia nefasta del imperialismo gringo, las fantasías sociológicas de un occidente prostituido y contaminante, y rescatar los valores nacionales de cara a un mundo multipolar y en proceso de cambio. Sobre todo, es tiempo de llamar a las cosas por su nombre.



miércoles, 12 de noviembre de 2025

WALDO´S

 “Si cree que no le va a pasar a usted, busque a la persona que le pasó” (frase sobre seguridad).

 

Las empresas de Hermosillo buscan la rentabilidad, la utilidad y ganancia, no el beneficio social y el desarrollo de la comunidad. El dolor por la pérdida de vidas humanas es claramente colateral al progreso de la empresa, es decir, el aumento de los recursos en cuenta corriente siempre va a estar por encima de cualquier otra consideración, si no en el discurso socialmente correcto, sí en la realidad del negocio.

La empresa Waldo´s publicó recientemente un comunicado donde da cuenta de las medidas que está tomando para evitar sucesos como el del pasado 1 de noviembre. Bien por ellos, pero el foco sigue estando puesto en la falta de infraestructura comercial adecuada y segura.

La realidad es que el comercio del centro funciona con infraestructura del siglo pasado y opera como si fuera un conjunto de trampas mortales para consumidores y mirones precarios y optimistas, demostrando que lo barato cuesta caro.

Si bien es cierto que las empresas tienen una parte importante en el reparto de responsabilidades, no se le pueden pedir perlas al olmo, habida cuenta que la empresa privada, cualquiera que ésta sea, tiene objetivos económicos y no es, ni será, una hermanita de la caridad.

El gobierno municipal en primer lugar y luego el estatal tienen bastante que ver con las condiciones en las que los consumidores intercambian sus devaluados pesos por chatarra plastificada, ilusiones comestibles o promesas untables.

La magia del acto de compra responde al deseo de posesión más que a la satisfacción de necesidades vitales, de suerte que el comercio se constituye en el centro de la precariedad tanto nutricional como de vestuario. Así, azúcares, grasas y sal van a la bolsa del mandado tanto como las prendas de vestir que todo mundo usa en el colmo de la originalidad por formato.

La estandarización del aspecto tiene que ver con la de la idea de mundo, valores y derechos, como si la flauta de Hamelin sonara desde las cuevas urbanas que llamamos tiendas, como si las medidas de prevención y actuación en caso de accidente fueran tan audibles como pedo de muerto en medio de la música ambiental de los establecimientos, acabando con la individualidad y las buenas maneras y reduciendo las neuronas a simples manchas proyectadas en la bóveda craneana.

La tragedia de Waldo´s es tema para alguna película oportunista donde el achicharramiento colectivo será el pretexto para las lágrimas de cocodrilo de un empresariado que saliva al descubrir un nuevo nicho de mercado, en el contexto de la precariedad salarial y emocional que nos invade junto con las nuevas series de televisión woke.

Por otra parte, el gobierno que todo lo vigila y que todo lo sabe, que impulsa grandes inversiones en infraestructura hidráulica que, en el caso de los pueblos ribereños del río Sonora nadie pidió, salvo los alucinados aplaudidores del régimen neoliberal, que, vestido de pueblo sin rubor y sin despiste, se niega a poner orden en el desbarajuste urbano, en la densa maraña de intereses donde la tierra, el agua y la vida se miden en la balanza de la oferta y la demanda.


Los organismos que inspeccionan y vigilan el comercio, la seguridad pública, la protección civil son a la carabina de Ambrosio lo que las promesas de mejoramiento urbano al gobierno municipal. Juegan el juego de la seducción mediática, y practican tiro de saliva en la diana de la credibilidad pública.

El incendio de Waldo´s da en el blanco de una definición sin máscaras del estado de indefensión ciudadano, que, en otro caso, equivale al emprendimiento de obras públicas sin sentido y sin consenso. Es el Estado el que hace y deshace, el que afirma y el que niega, en que nos necesita y el que nos desprecia.

Así pues, en el neoliberalismo con maquillaje, tenemos la vida colgada de una ilusión de futuro, en la delgada tela de la confianza pública, con remiendos de partido político, de la seguridad precaria de ciudades donde la infraestructura urbana sólo se renueva cuando sirve al interés privado, y pone al consumidor en la cola de las prioridades, y un incendio se cura con declaraciones lacrimales y promesas de buen comportamiento.

Las víctimas, una vez más, representan la ingenua precariedad de los ingresos modestos, el sudor y las lágrimas de un proletariado aún sin cabeza, la esperanza del cambio, la certeza de una lucha que sigue con rumbo al futuro, que aún no sabe a conquista sino a promesa.



martes, 4 de noviembre de 2025

EL INFIERNO EN CASA

 

“Más vale prevenir que lamentar” (frase popular).


Fue un corte de energía, luego un gran estallido y fuego, fuego que todo lo envuelve y calcina. Las explicaciones posibles o probables de su causa saltan a la opinión pública en un juego donde la verdad oficial deberá conducir a la procuración de justicia.

Sea como sea, la vida no retoña y los restos mortales de las víctimas sólo serán recuerdos de eternidad, despojos que aguardan el juicio legal y la paz en medio de la tormenta informativa.

El comercio del centro de Hermosillo sufre un golpe mortal en imagen y responsabilidades, en calidad de reo de desidia, indolencia y abandono en infraestructura y equipamiento. Su vida depende de una remodelación a fondo, nuevo diseño funcional y altas garantías de seguridad para empleados y consumidores.

Sin embargo, una vez pasado el azoro y el horror del siniestro, es posible que la vida comercial se abra paso quizá sin mucho aspaviento, a la mexicana, con públicas promesas de mejora y guiños a la autoridad correspondiente.

Sucede que cada vez que el capital se ve implicado en una tragedia, las promesas de reparación son tan abundantes como la masa de intereses que se mueve, y las cosas terminan casi como estaban. Pongo por ejemplo la justicia simulada y no impartida en el caso de la guardería ABC y el derrame tóxico del río Sonora, o los posibles ejercicios de gatopardismo en el puerto de Calica y su cantera.

Por lo pronto, el estallido e incendio de Waldo´s en Hermosillo nos puede ofrecer una pequeña muestra de lo que se sufre en Gaza, donde las bombas y artilugios incendiarios de Israel patrocinado por EUA hacen posible probar diariamente el infierno en la tierra y la hipocresía mundial.

El insoportable dolor de las quemaduras, el horror del infierno en la tienda de su preferencia, el sofoco terrible por el humo que asfixia, dan a quien sufre sus efectos la certidumbre de que la muerte no es sólo una posibilidad sino un hecho presente, real, irreversible, en una forma extrema y profunda de abandono y soledad.

En la ciudad tenemos la vida y la muerte condicionada al estatus económico, las pretensiones sociales y culturales centradas en el dinero, la seguridad ligada al espacio y el tiempo de una ciudad que devino pocilga pavimentada, caricatura urbana que parece prescindir e ignorar lo que hace posible que sea segura y habitable.

El concurrido centro de Hermosillo actúa como muestrario de miserias en sus calles carcomidas por baches, sus banquetas sucias y quebradas, su comercio que reclama clientes apoyado en bocinas estridentes y ofertas gritadas al aire cargado de precariedad económica.

Tenemos el caso de que una explosión y sus víctimas llaman la atención acerca de la seguridad de los establecimientos, de los requisitos de funcionamiento y permisos correspondientes, del deber de tal o cual dependencia oficial, de la responsabilidad de particulares y gobierno en hechos consumados. Y, como es usual, se pretende tapar el pozo por el niño ahogado.

Suena utópico pensar que cada comercio o asociación debiera tener en su nómina una persona encargada de la prevención de riesgos y la protección de empleados y clientes en caso de accidentes. También lo es que las dependencias oficiales cumplan con sus labores de inspección en tiempo y forma, sin disimulos ni corruptelas.

Más ilusorio es pensar que las autoridades municipales realmente buscan el beneficio ambiental y social de la comunidad cuando vemos la clase de obras que emprenden y presumen. ¿Acaso no es de oligofrénicos instalar feos bloques de cemento en lugar de las bancas o ese resumidero dizque fuente en el Jardín Juárez, por ejemplo? ¿No es estúpido deformar el bulevar Hidalgo, o tratar de hacer obras de utilidad comercial, en el parque Madero, o eliminar espacios verdes en Sacramento? El más pedestre exhibicionismo campea en los espacios gubernamentales.

Tampoco escapa al ojo ciudadano el abandono más que sospechoso de la Escuela Leona Vicario, cuyo edificio representa un tesoro arquitectónico e histórico que Hermosillo debe dedicar a sus nuevas generaciones y conservar para la posteridad. Es una exigencia social que la escuela sea rehabilitada y que siga cumpliendo con su misión educativa, sin manoteos inmobiliarios ni dilaciones burocráticas.

En medio de todo esto, Sonora tiene motivos para estar de luto. Un luto que se lleva en la memoria, en la piel, en el reclamo de que haya justicia sin demagogia, de cara al pueblo que como puede elegir gobernantes también los puede quitar.

Pedimos justicia para el río Sonora, para las familias de la guardería ABC, para las víctimas de Waldo´s, para los ciudadanos ofendidos por la desidia y corrupción estatal y municipal. También decimos NO a las presas y SÍ a la lucha por el agua y la vida.      

En otro asunto, ¿no le suena a abuso el cobro a depósitos bancarios que excedan los 15 mil pesos? ¿Por qué habría el gobierno pretender “desincentivar” el uso de efectivo? ¿Por qué debiéramos como país depender de medios digitales, sujetos a otra soberanía y al suministro continuo de electricidad? ¿México será un apéndice periférico del gobierno mundial donde no tendremos nada, pero estaremos seguros?

Como se quiera ver, el uso y posesión de efectivo es garantía de libertad individual. El dinero digital obedece a la lógica del control y la subordinación del ciudadano que mucho recuerda la sociedad distópica descrita por Orwell en su novela 1984. El problema es que la gente normalmente reacciona cuando ya es demasiado tarde.


SERVICIO DE LIMPIEZA

 “El asunto más básico no es qué es lo mejor, sino quién debe decidir qué es lo mejor” (Thomas Sowell).

 

En las relaciones internacionales es imposible dejar de hablar de ciertos elementos comunes. Hay lugares obvios en los que caen los acuerdos y expectativas de los países concurrentes y respuestas también obvias a los reclamos de ciertas naciones en medio o de cara a posibles conflictos, aunque, en pocas palabras, basta con ponerse en la ruta del trasero gringo para oler las futuras decisiones soberanas de ciertos países orbitales.

En el concierto de las naciones que saben chiflar corridos, el temor a la decepción del güero de las barras y las estrellas es una preocupación de alta importancia y magnitud que debemos afrontar con la frente en alto y con el mantra nacional de que no somos piñata de nadie, aunque sí pudiéramos ser un papalote debidamente acreditado en el Departamento de Estado y, en consecuencia, un socio y colaborador en las campañas morales del vecino.

La lucha contra el narcotráfico, fracasada por ser un juego de oferta y demanda en un mercado políticamente controlado, se transforma en antiterrorismo, lo que da lugar a fiestas marinas con fuego real y pirotecnia informativa, derrame masivo de acusaciones y amenazas imperiales que, desde luego, deberán ser desmentidas, relativizadas y empacadas para posterior uso diplomático.

Los videos de lanchitas pichurrientas volando por los aires da un toque justiciero y democrático a la pugna por el petróleo venezolano y, en general, el espacio caribeño en tiempos de la nueva guerra mundial por los recursos fósiles que siguen siendo estratégicos, a despecho de la limpieza ecológica y las nuevas y vendibles tecnologías ambientales del norte global.

El litio, las tierras raras y otros valiosos recursos naturales dan cuenta de cuán relativa es la estabilidad emocional del señor Trump, y cuán fácil es montar una guerra cuando se trata de actos de piratería cuya cobertura es la seguridad nacional. Así, lo que antes era simple y llana piratería, ahora es defensa nacional.

Y es que la disposición de lo ajeno que antes se llamaba robo, ahora reviste el carácter de gesta heroica, defensa de la nación, de la libertad, de la paz regional, entre otras bonitas expresiones de cuya falsedad el mundo es testigo… protegido.

Con un cinturón de cerca de 800 bases militares alrededor del mundo, con embajadas cuya función esencial es el espionaje, la corrupción y la desestabilización política de las naciones donde se establecen, EUA tiene amplia cobertura aceptada o admitida por el mundo, ahora identificado como víctima de abuso y dependencia de un psicópata naranja.

Nos encontramos con un país que no tiene por bastantes sus límites geográficos, recursos, cultura e identidad propias y se empeña en disponer y apropiarse de lo ajeno. Mientras que en un tramo de su desarrollo logró avances significativos en su desarrollo científico y tecnológico, pronto se dio a la tarea de superar las barreras de un crecimiento mediado por el desarrollo de sus propias fuerzas y se lanzó al empleo de mecanismos de presión, coacción, intervención y apropiamiento de recursos, productos, mentes y voluntades capaces de complementar las bases de un sueño imperial a golpe de cañones y dólares.      

Ahora, EUA es un enorme parásito internacional que chupa la sustancia vital de un mundo que lucha por no perecer ante los avances de un depredador. La diversidad cultural, política y económica del planeta sufren los embates de la apropiación imperial, y su precarización.

Así como México, muchos países podrán negar su obscena dependencia con el norte, su carácter de traspatio, de satélites y cómplices. Pero la realidad es que mientras no exista capacidad para decir NO al imperio, la voluntad externa orientará su destino.

En nuestro caso, no será creíble la soberanía mientras la alimentación dependa del exterior, mientras el campo mexicano no produzca los alimentos necesarios y suficientes; No será creíble el desarrollo nacional mientras capitales, tecnología, maquinaria y equipo sean importados; no será creíble mientras la banca y la industria nacional sólo lo sea por estar establecida en territorio nacional, a la sombra de normas y acuerdos dictados por intereses y modelos extranjeros.

Durante la etapa de desmantelamiento del aparato productivo nacional por los gobiernos del Prian, se optó por comprar en vez de producir. Actualmente seguimos comprando, integrando la economía al extranjero y, sin rubor, el gobierno lo señala como un logro defendible en el marco del T-MEC, así como emprendiendo megaobras y proyectos que consoliden el modelo neoliberal contra o a espaldas del pueblo. Bien dicen que al que nace para tamal del cielo le caen las hojas.

Lamentablemente, seguimos justificando la insolencia y los ultrajes, los ninguneos, la imposición de reglas absurdas e indignantes, aparentando oposición, pero en los hechos concediendo. Seguimos la corriente dominante y mantenemos un perfil bajo, anodino y sin aristas en el concierto internacional y, cuando procede, actuamos como servicio de limpieza del abuso imperial en aguas caribeñas.

Mientras que la mazorca de la hegemonía gringa se desgrana, nosotros seguimos empecinados en permanecer unidos, como traspatio bien portado, como país zombificado por el neoliberalismo cadavérico que huele a dependencia, atraso y subordinación. La puerta del BRICS está abierta. ¿Por qué no entramos?



viernes, 24 de octubre de 2025

HABLEMOS DEL SISTEMA

 “Miente, miente que algo queda” (Joseph Goebbels).

 

Parece de película. Resulta grosero y repugnante que se den actos de cobardía que parecen cosa de gringos en una de tantas series televisivas. Indigna que alguien atropelle a otra persona y huya del lugar, dejando a su paso una estela de estupidez imposible de evaluar.


Cada tanto, la ciudad se ve conmovida por noticias sacadas del fondo del infortunio, de las cloacas de la incivilidad más dolorosa: hay atropellamientos, abusos, acciones de bajeza increíble contra personas o animales que se perpetran a la luz del día, o en las tinieblas del anonimato, demostrando cuan poco hemos crecido como sociedad.

Vemos en las noticias de la tele o las plataformas digitales que Gaza sigue siendo el objeto de la furia genocida del ente israelí, de suerte que frente a nuestros ojos desfilan sus soldados y civiles armados disparando por deporte contra palestinos, en una cacería insólita a nombre de un supuesto derecho emanado de la Torá que en este caso les dice que sí pueden y deben matar.

Mientras Israel masacra palestinos, el gobierno de Estados Unidos refrenda en nombre de la democracia y las libertades su apoyo incondicional al genocidio, y ofrece la garantía de un flujo ilimitado de armas mortíferas de última generación, refrendando su vocación de ser el proveedor mundial de armamento a cambio de títulos y obligaciones que incluyen la historia, identidad y conciencia de los pueblos.

Trump ahora se vanagloria de su lucha contra el narcotráfico: “simplemente los vamos a matar” (https://goo.su/i09zmXc), mientras sus agencias organizan, dirigen, controlan y financian grupos criminales con fines de desestabilización política y, por supuesto, terrorismo a la carta, de acuerdo a los intereses imperiales.

Aquí, en la ciudad donde vivimos, podemos morir a causa de un atentado o la acción intempestiva de un imbécil motorizado que pega y huye, igual como pasa a más de 10 mil kilómetros, donde vemos que la vida no vale nada, donde matan a distancia, con misiles o drones, en una confirmación diaria, universal e inmediata de lo cantado por José Alfredo Jiménez.

El desprecio hacia el otro y la depreciación de la vida que se proyecta en las cintas televisivas y cinematográficas cala hondo en la conciencia de quienes han crecido en una sociedad que está para engordar cuentas corrientes y crear y satisfacer hábitos de consumo. Los efectos los vemos y leemos todos los días.

La acción de destruir una ciudad (en Gaza, Irak o Libia) para luego reconstruirla sirve para obtener a cambio derechos de uso, disfrute y abuso de los recursos naturales y estratégicos de que disponga una región determinada, y expresa la necesidad política de actuar de acuerdo a la pauta dominante. La locura neocolonialista pasa por los yacimientos petroleros, los metales estratégicos, la biodiversidad y la posición geográfica. 

Mientras el mundo se hace papilla, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y sus múltiples programas, cumplen con ser el papel higiénico que limpia las evacuaciones del imperio. Son un florero y eventual parte del coro hipócrita de plañideras por contrato que aplauden, gimen, proponen, se interesan o lamentan los hechos, de acuerdo a quien les paga, como prostitutas de lujo en un palacio de cristal en pleno Manhattan.

El negocio de los derechos humanos y la garantía de las libertades resulta ser el más grande pretexto y estímulo a la carrera armamentista emprendida por Estados Unidos y satélites, así como los tratados de libre comercio devienen en el papel de camisas de fuerza políticas y económicas al crecimiento y desarrollo independiente de las naciones (algunos gobiernos los defienden y hasta solicitan que la camisa sea de su talla).

La moral del imperio saca a relucir las ventajas de la hipocresía y la cobarde sumisión de muchos pueblos ante el capital, y su obediencia a políticas necesariamente impulsoras del control de la natalidad frente a la amenaza de la escasez de recursos susceptibles de ser aprovechados por las potencias postindustriales.

El mejor ejemplo lo tenemos en las guerras por el petróleo cuyo control se convierte en pretexto para cualquier intervención que refuerce la “seguridad nacional” de Estados Unidos y en las nuevas amenazas que garantizan temor y sumisión a directrices emanadas de organismos económicos y financieros supranacionales.

Otro caso es el de la adecuación de las leyes, principios y valores nacionales a las exigencias y expectativas del extranjero, bajo el supuesto de la cooperación internacional, la modernidad y la generación de empleos.

Las relaciones comerciales se convierten en modelos de gobierno, políticas culturales y conductuales, en un avasallamiento que mimetiza la identidad de acuerdo al telón de fondo de las relaciones en la lógica del sistema económico dominante. Un sistema en el que dejamos de ser lo que somos en aras de la integración desigual con el norte, asumiendo como enemigos a quienes designa el “socio” principal.

Así, los choques, las balaceras, las agresiones, los bombazos y los abusos se denuncian y se dice que merecen ser castigados, pero la rueda de la fortuna sigue girando sobre el eje de la ganancia privada, la satisfacción del capricho, el vicio personal, la impunidad y la simulación en un carrusel de impotencia y miedo.

Nos horrorizamos por lo de Gaza, por el último atentado con explosivos o arma de fuego, por el atropellamiento reciente, por el fraude y el robo, por el abuso y la venalidad judicial, sin reparar en el hecho de que cada crisis económica tiene una respuesta psicosocial que altera nuestra idea de vida y normalidad. El sistema que corrompe lo más, corrompe lo menos.



viernes, 17 de octubre de 2025

TRAS LA CORTINA

 “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí” (Augusto Monterroso).

 

La discusión sobre las presas en el río Sonora sigue un curso donde los pobladores de las riberas dicen un no categórico al proyecto mientras que el gobierno se empeña en convencerlos de las bondades de los espejitos y las cuentas de colores que convertirán el río intermitente y contaminado en un vergel con aguas navegables, industrias y fraccionamientos de lujo.

La sebosa insistencia oficial recuerda aquellas campañas de lavado cerebral que emprendía el PRI en su afán de hacer comulgar a la población con ruedas de molino, repartiendo promesas y falacias tan creíbles como la posibilidad de convertir el plomo en oro como producto del “echaleganismo” político del momento.

La experiencia de los ejidatarios, trabajadores y emprendedores rurales aguas abajo de la presa El Molinito, saben por experiencia que el agua que deja de fluir no aparece mágicamente sobre o bajo la superficie del concreto y las varillas.

Una cuestión que hay que subrayar es que una presa no produce agua, sino que sólo la puede contener.

Hasta la fecha, las visitas de funcionarios estatales han sido intensas y redundantes. También lo ha sido la respuesta de los evidentes afectados por un proyecto sospechoso e impolítico que no ha sido solicitado por los pobladores, y que ha carecido de transparencia, congruencia y credibilidad.

Tras la cortina de la presa se oculta una verdad irrefutable: si no hay lluvias, no hay agua para almacenar; pero si hay agua, nadie garantiza su correcta distribución entre población y productores rurales; si hay afectación rural, nada puede impedir la miseria y el abandono de la población que depende de esta actividad.

Es probable que los intereses económicos de grupos de poder estén simbólicamente atrincherados tras la cortina; es posible que obedezca a una torcida concesión a grupos mineros nacionales o extranjeros que ven el agua como recurso propio e intransferible en favor de sus operaciones en la región, hoy y en el futuro.

Lo que más llama la atención es que, habiendo experiencias que sustentan la oposición al proyecto, el gobierno desestima las razones y los hechos que el pueblo presenta en cada una de las reuniones y encuentros realizados.

La sordera institucional es preocupante, como también lo es que haya amenazas, formas de intimidación, violación de derechos laborales y políticos contra algunos ciudadanos opositores a las presas. A la fecha es notable la ausencia de explicaciones realistas y fundamentadas por parte de las autoridades gubernamentales.          

La presión oficial y oficiosa contra personas o grupos hace que el proyecto luzca como una imposición vergonzosa e insultante. Consecuentemente, surgen serias sospechas acerca de cuáles son sus verdaderos propósitos y beneficiarios.

En otro escenario del absurdo, llama la atención que se conceda el premio Nobel de la Paz a una representante de la reacción venezolana, ligada a la CIA y los movimientos golpistas apoyados por EUA de cara al control del petróleo y otros recursos naturales en tierras bolivarianas. Es la confesión de que la cordura y el respeto a las formas dejó de tener importancia en Washington y satélites.

El absurdo expresado en la actual situación local y mundial tiene como coordenadas la lucha entre soberanistas y globalistas, la caducidad del modelo unipolar de la postguerra, el fracaso de las políticas emanadas de Breton Woods, el desgaste extremo de los conceptos “libre comercio”, “democracia” y “derechos humanos”. Lo anterior y la inauguración de la posverdad, describen al mundo y explican la manipulación de la realidad y la peligrosidad de las acciones políticas locales y globales lideradas por Washington.

Estamos en un entorno en el que el capricho, el hedonismo y la inconciencia dominan el discurso público, donde se santifica al pueblo y al mismo tiempo se le demoniza cuando choca con el interés privado, resultando que el aparato gubernamental actúa como instrumento neoliberal de lucha por privatizar las conciencias.

En este contexto, dan lo mismo que las acciones y razones hegemónicas se den en Gaza, en Argentina, en el Sahel, en las costas sonorenses y, desde luego, en las riberas del río Sonora. En cada escenario vemos que las promesas de justicia y reparación de daños suenan bien, pero igual se las lleva el viento.

El problema es, sigue siendo, el sistema económico imperante. En lo social y lo político, en la realidad y la ficción el cambio sólo es de forma, pero no de fondo. El neoliberalismo actuante demuestra que la derecha puede entrar por la izquierda manipulando el discurso, con lo que el sistema se renueva a través de la forma y el engaño que pasa por consenso. Tras la cortina de las presas o los discursos, el dinosaurio todavía está allí.