notas sueltas

Notas Sueltas es un espacio de opinión sobre diversos problemas de carácter social, económico y político de interés general. Los comentarios pueden enviarse a: jdarredondo@gmail.com

viernes, 29 de agosto de 2025

DESPROPÓSITOS DEMOCRÁTICOS

 “Hechos, no palabras” (frase popular).

Alicia Bárcena, titular de Semarnat, habló del clima y sus retos en conferencia internacional donde subrayó la importancia internacional de las áreas protegidas. En un punto de su participación, saltó a lo eminentemente coyuntural y declaró que “las mujeres no aspiramos a mucho. Lo único que queremos es el poder” ( https://goo.su/P5T7wE).

Ésta última afirmación llama la atención por tener cierto tufo supremacista, discriminatorio y sexista, en un contexto donde la palabra igualdad se mantiene como propósito y objetivo democrático.

Querer el poder no pasa de ser un propósito pueril y egoísta si se trata de personas, además de absurdo si se trata de un sexo en un contexto donde la pluralidad es un valor democrático defendible, y que la señora secretaria no acredita la capacidad de hablar por todas las mujeres, si acaso por el gobierno al que pertenece y dentro de sus facultades legales.

Llama la atención porque en la elección que llevó a la titularidad del Poder Ejecutivo a Claudia Sheinbaum Pardo, la mayoría de sus votos fueron de hombres, el 62 por ciento. Y cabe decir que quienes la apoyamos lo hicimos en razón al proyecto político que representa, donde vale decir que la independencia y soberanía son valores centrales en el discurso del nuevo gobierno.

El proyecto de nación sostiene como eje fundamental la igualdad y el respeto a la diversidad, la recuperación del espacio económico y político que fue liquidado durante la etapa del PRI y el PAN bajo el modelo neoliberal periférico, que creaba economías complementarias e impedía la autosuficiencia productiva y el desarrollo nacional.

Los propósitos transformadores suponen la recuperación económica por vía del impulso a la industria nacional, el fortalecimiento del mercado interno y la expectativa de añadir valor a las exportaciones, incluyendo el factor científico y tecnológico nacional a la ecuación exportadora.

Sin embargo, hasta ahora lo que se ve es la ampliación de las posibilidades de inversión y establecimiento de empresas transnacionales, la adopción del discurso del progresismo incubado en organismos como Open Society, el Foro Económico Mundial y las calenturientas ideas demográficas que sostiene Bill Gates, entre otros multimillonarios en la línea del control de la natalidad neomathusiana.

En este contexto, apoyar fervorosamente la permanencia del T-MEC y la transnacionalización económica, incluyendo su respuesta social y conductual, no abona mucho al supuesto abandono de las ideas y prácticas neoliberales.

Insistir en el mantenimiento del T-MEC es hacerlo por el modelo que se instauró en la década de los 80 y se fortaleció en los 90, lo que, traducido en términos políticos, dio por resultado cambios constitucionales y en la legislación secundaria que remodelaron el sector público ampliando la influencia del Mercado a costa de la reducción y casi intrascendencia del Estado.

Sucede que el neoliberalismo no se combate solamente con frases lapidarias y poses de una beligerancia que no llega a las vías de hecho. Los actos masivos en el Zócalo de la Ciudad de México resultan balas de salva y fuegos de artificio cuando se combate al neoliberalismo sin cambiar un ápice su estructura productiva, su dinámica distributiva, su narrativa en el nivel del consumidor y los hogares.

Cuando en un sistema económico centrado en la utilidad o ganancia de plusvalía producto del trabajo, la lucha termina siendo de frases y no de clases, y se perpetra una farsa cuyos costos dan en el blanco de la soberanía nacional y la credibilidad del gobierno, no se transforman las condiciones objetivas de la realidad nacional, simplemente se maquillan y disimulan.

Ahora la transformación social se nos presenta como una lucha por los derechos humanos, por las reivindicaciones de género, por la igualdad sustantiva, por el empoderamiento femenino, mas no se habla de la emancipación de la clase trabajadora y con ella de la mujer. No es lo mismo empoderar que emancipar.

Si la clase trabajadora no reconoce el papel de trabajo y del salario en sus luchas, tampoco reconoce la naturaleza del sistema y la lógica de la explotación. En este sentido, los costos sociales sólo aumentan el beneficio de la clase dominante, y la demagogia, la simulación y el engaño son los recursos obligados de la permanencia del sistema.

Muchos votamos por un proyecto que fuera capaz de comprometerse por la nación, libre, independiente y soberana. Muchos pensamos que el T-MEC y el discurso de género, cada uno en su dimensión, preservan el sistema que supuestamente se combate y distraen los esfuerzos transformadores de la clase trabajadora frente a los avances del capital. ¿Cambiar para no cambiar? Sería trágico y francamente atemorizante.

Es necesario insistir en la igualdad legal ciudadana respetando las diferencias propias de la naturaleza humana, de ahí la importancia de atender por igual la igualdad legal y la equidad natural.

Es esencial impulsar el desarrollo tecnológico y científico nacional y el fortalecimiento del aparato productivo con un horizonte de proyecto nacionalista, y no un espacio de maniobras logísticas, extractivas, experimentales, sociales o políticas de Estados Unidos o cualquiera otro país. Mientras no ocurra, seguiremos siendo parte del traspatio imperial del norte.

Cabe la esperanza de que el actual no sea un sexenio de despropósitos democráticos y frases efectistas, de proclamas cada vez con menor sentido, de expectativas sin asidero en la realidad, y que la ideología del progresismo evacuada de los sótanos sociológicos de Estados Unidos sea sustituida por la reconsideración de nuestra historia y los valores nacionales, del orgullo de ser mexicanos, de la fe en el mañana colectivo que como nación debemos construir.

 

viernes, 22 de agosto de 2025

MIENTE, QUE ALGO QUEDA

 “Ladran, Sancho, señal que cabalgamos” (frase popular).

Recientemente, tuvimos un caso interesante en el que la mendacidad afloró en algunos medios de comunicación (sic) difundiendo la especie de que una ex primera dama nacional se ponía incongruente y emigraba a España. Cabe decir que una persona ya libre de la representación que pudiera haber tenido en el entramado político sexenal, queda en libertad, si quiere y puede, emigrar a otro país, planeta o plano astral.

La Constitución consagra el derecho de libre tránsito, y las leyes nacionales y extranjeras establecen las reglas a cumplir en caso de abandonar o ingresar al país por cualquiera de las razones legalmente posibles.

La farsa informativa se convirtió en tendencia que pasó a las diversas plataformas de descarga de filias y fobias, al alcance de cualquier teclado: Beatriz Gutiérrez Müller se va a vivir a España, en un barrio de postín donde la austeridad brilla por su ausencia.

Los ahorrativos en bolsa ajena pronto señalaron la incongruencia porque ¿cómo que van a despilfarrar recursos que seguramente no son propios y que, en todo caso, seguramente fueron mal habidos? ¿El hijo va a estudiar derecho en, nada menos que, la Universidad Complutense de Madrid? ¿De dónde se hizo de mulas Pedro? Y gritos desesperados del tipo ¡Cuánta corrupción!, ¡ratas asquerosas, hipócritas!, y otras excresencias mentales de similar calado.

El placer de encaramarse en la ola de la descalificación llenó el alma y la boca de muchos villamelones con ansias de novillero. El dedo flamígero de la mediocridad y la insidia tuvieron su oportunidad de brillar en las salas de redacción, los espacios de la comentocracia, los chat, coloquios informales y mesas de café.

Pero (siempre hay uno), la realidad que viene en forma de desmentido se encargó de pegar tremenda bofetada a la maledicencia: la noticia fue un infundio, una tomadura de pelo para quienes están condicionados a reproducir mentiras según dicte su hígado. Se los llevaron al baile de una oposición que se resbala con su propia mierda.

La moraleja, que además de barrio madrileño de postín es enseñanza, quizá sea inalcanzable para quienes renunciaron a su sensatez y buena conciencia, por lo que es claro que seguirán aprovechando el viaje de la calumnia y la difamación cuantas veces se presente. Al que nace pa´tamal del cielo le caen las hojas.

La oposición, que nace de una defensa torcida de privilegios basados en intereses de clase, corruptelas añejas, apellidos, redes familiares, pertenencias fincadas en la exclusión y la vanidad, está condenada a equivocarse, a exhibirse como una turba miserable y mezquina, clasista y racista, sin idea de lo que significa la solidaridad, la igualdad y la inclusión.

Padecen una enfermedad que rechaza el avance social, frente a la democracia y el ascenso de quienes vienen de la educación pública, de familias proletarias, de ciudadanos de a pie que caminan hacia un objetivo transformador, y avanzan. Así tenemos egresados universitarios que alcanzan maestrías y doctorados sin perder piso, sin marearse ni enloquecer con la seducción del título, ni abandonar su compromiso con el pueblo al que se deben.

Lo curioso del caso es que, hasta el momento de redactar este comentario, quienes calumniaron e insultaron a la doctora Gutiérrez Müller no han tenido la decencia, la humildad, el valor de ofrecer disculpas. Bien dicen que de la abundancia del corazón habla la boca…

Tenemos una oposición miope, mezquina y soberbia que ni siquiera se sirve a sí misma. Que sigan así, hundiéndose en el fango de su irrealidad.



sábado, 16 de agosto de 2025

LA AMENAZA NARANJA

 

“El genocidio es el más atroz de los crímenes (António Guterres, ONU).

 

Sin duda, la vida a veces nos da limones y la opinión pública establece que podemos hacer limonadas, pero hay situaciones donde la mejor salida es buscar sal y tequila, aunque también vale juntarlos y arrojárselos a quien corresponda.

Tenemos una relación centenaria con el único país que se ha proclamado indispensable, tocado por Dios y portador de la misión de esparcir la buena nueva de la democracia y las libertades por el continente y el mundo, aunque, por razones experimentales, perpetró en Japón el primer genocidio atómico, en agosto de1945.

En otras palabras, un país con comportamiento equiparable al cáncer de próstata que deriva en metástasis, o una flatulencia que se transforma en diarrea expansiva que pringa a propios y extraños.

La doctrina Monroe cumple los sueños húmedos de demócratas y republicanos, de blancos y mestizos, de morenos y amarillos que, nacidos en el país de las maravillas económicas y geopolíticas, asumen la identidad de nuevo romano en tiempos de la expansión territorial absorbente que recuerda a las toallas íntimas nocturnas con alas.

Por razones estratégicas de ocultamiento de la verdad financiera, la política monetaria de nuestro vecino deja de sujetarse al principio de libre convertibilidad del dólar y Richard Nixon tiene la ocurrencia de salir del patrón oro para enderezar la proa de Estados Unidos hacia la especulación, el incremento del techo de endeudamiento, la aspiración mafiosa de controlar paridades y medios de pago internacionales y, en fin, de meternos en una economía ficción cuyas reglas son tan maleables como un chicle y cuyo soporte termina siendo la economía de guerra cuyo gran objetivo es generar conflictos, vender armas y lucrar con la muerte y destrucción ajena.

El caso es que una economía parasitaria también irradia su veneno mediante el expediente de corromper gobiernos y empresarios nativos alcahuetes, con aspiraciones ligadas a la expansión transnacional en calidad de gerentes o directores maquiladores.

Los efectos en la nación parasitada son claros, empezando porque la clase empresarial que defiende los valores privados se encuentra privada de iniciativa y, por supuesto, sigue pautas que nada tienen que ver con el beneficio nacional. Sin saber, actúan como células cancerosas en los negocios nacionales, chupan recursos, reclaman exenciones fiscales o simplemente buscan no pagar lo que deben de impuestos.

En el trayecto, se convierten en cuates, socios y patrocinadores de abogados, jueces, magistrados y ministros que ocultan expedientes, retrasan fallos, manipulan evidencias y sacan acuerdos y sentencias en favor de la metástasis de corrupción empresarial y burocrática nacional.

Los hilos de la dependencia se convierten en gruesas amarras políticas, económicas, financieras y tecnológicas, paralizando la inventiva nacional y castrando cualquier posibilidad de progreso independiente, de donde hablar de soberanía en un país encadenado por acuerdos, pactos o tratados comerciales como el que padecemos desde la década de los 90, permiten un fácil diagnóstico de atraso y dependencia.

Bajo los supuestos de los tratados de libre comercio, la libertad desaparece porque se le condiciona, y con ella el interés nacional, la soberanía y la capacidad de planear el desarrollo. Sólo queda el recurso de la retórica, la aceptación e incluso la defensa del instrumento de degradación económica y política que nos agrede. El tratado comercial que nos hunde se toma por tabla de salvación. El gobierno cambia para no cambiar.

En este marco de agachadas y piquetes, la facilidad con la que se bajan los calzones las autoridades es equiparable a la magnitud de las exigencias políticas, los reclamos de incumplimientos reales o ficticios, el chantaje mafioso y las eventuales palabras de aliento por la subordinación lograda: “están haciendo un trabajo fantástico, pero no basta”.

El ridículo y flatulento personaje anaranjado encaramado en la Casa Blanca, dicta la pauta arancelaria y se regodea de ello, incluso presume de la fila de mandatarios que esperan para besarle el trasero. Se declara decepcionado que quienes no cumplen sus caprichos, cree que de él depende la resolución de conflictos fronterizos a miles de kilómetros de su país, pretende negociar el alto al fuego cuando financia la guerra, se duele de los muertos cuando produce las balas que los matan.

Resulta absurdo hablar de libre comercio cuando EEUU dicta sanciones a quienes comercian; presiona y obliga a otros gobiernos para que compren productos gringos, mientras sabotea acuerdos y dinamita puentes de encuentro entre antagonistas, se manosea la historia, la actualidad y la realidad de terceros países, se erigen héroes y villanos al gusto y capricho del siempre ajeno y omnipresente imperio del norte.

La amenaza naranja de hoy está inserta en el contexto de una nación parasitaria, que justifica su práctica terrorista bajo los supuestos de la supremacía que le otorga el fundamentalismo bíblico, la idea de crear “la nueva Jerusalén”, “la casa en lo alto de la colina”, por mandato del mismísimo Dios.

Llámese Biblia o Torá, destino manifiesto, o como sea, el guion que supuestamente orienta y manda a los perpetradores del horror en Palestina, Ucrania, o África, como antes fue en Afganistán, Irak o Libia, es la negación de la bondad y la fraternidad humana. Es la más vil e inhumana expresión del colonialismo y la depredación mundial, del más vicioso y repugnante ánimo genocida. Es la obscenidad hecha mandato.

Sin la justificación de amenazas externas e internas, el gobierno de Trump difícilmente podría sostener el discurso de la paranoia hecha evento cotidiano, la violencia institucional y los decretos ejecutivos que pasan sin pausa por encima de la ley pero que calan en la esencia fantasiosa y cobarde de un pueblo lobotomizado, mitómano y visceral. Es como un perro rabioso que se muerde a sí mismo. 

Antes fue Adolfo Hitler, ahora Benjamín Netanyahu, pero como requisito esencial siempre está el dinero anglosajón, sus armas y su cauda de zombis europeos. Antes como hoy es Inglaterra. Ayer y ahora es Estados Unidos, y las víctimas se siguen apilando en los cuatro rincones de la Tierra.

¿No cree usted que ya es tiempo de llamar a las cosas y los hechos por su nombre y dejar de dar concesiones y alimentación al tumor canceroso que se expande por el planeta, a ciencia y paciencia de los propios afectados? Ya basta.


viernes, 8 de agosto de 2025

TIEMPO DE ANIVERSARIOS

 “La voz del pueblo es la voz de Dios” (frase latina).

 

El día 6 de agosto se conmemora un aniversario más del derrame tóxico sobre el Río Sonora y Bacanuchi. Un mar de sustancias convirtió las expectativas de lucro desaseado de la minería abierta de Jorge Larrea en un pozo de pestilencia, decadencia y muerte. Buenavista del Cobre es la marca registrada del exterminador de ríos, la actividad productiva agrícola y ganadera, la salud y la calidad de vida de los pueblos rivereños y la credibilidad en un gobierno al servicio del empresariado neoliberal sin responsabilidad social.

También se conmemora y lamenta el uso de la energía atómica para destruir, aniquilar y humillar a un pueblo que antes tenía orgullo nacional y autoestima, y ahora vasallaje en niveles de abyección para con su agresor, Estados Unidos.

Las bombas arrojadas sobre Hiroshima (día 6) y Nagasaki (día 9) fueron parte del experimento de probar la nueva arma nuclear en una guerra ya ganada, y ahora aprovechada para probar nuevo armamento. Asesinato vil, cruel genocidio a nombre de los valores y la defensa de “América”. La libertad y la democracia cambiaron su sentido semántico para navegar en las aguas negras de lo políticamente correcto, del eufemismo y la manipulación mediática.

La amenaza nuclear es el tópico de moda en boca de los mismos que hicieron posible la eliminación de, digamos, 170 mil seres humanos en los dos vuelos militares de agosto de 1945. La bomba atómica es actualmente el garrote para preservar el sistema económico y político del supremacismo tecno financiero del Norte Global.  

Ahora, en el caso de México, el Río Sonora lucha por sobrevivir a las obras de infraestructura hidráulica que funcionan como tapones a su libre flujo, dando claro ejemplo de cómo el concreto y las varillas pueden adquirir un sentido político y económico que nada tiene que ver con obra pública y mucho con beneficio privado.

Los pobladores de los pueblos rivereños, entre los que se incluye Hermosillo, hacen peregrinaciones cívicas a las puertas de los edificios del gobierno, llevando demandas respaldadas por la lógica, el conocimiento técnico y la experiencia, frente a planes y proyectos que carecen tanto de sustento técnico como de arraigo popular, aunque tienen de sobra el olor y el sonido del dinero que emana el sector minero e inmobiliario.

¿Qué mueve al gobierno a crear una zona de especulación inmobiliaria en el actual terreno de la presa Abelardo L. Rodríguez? ¿Cuál es el sentido de crear tapones que impidan el flujo de agua y la recarga de mantos acuíferos de un río de por sí ya afectado por la irresponsabilidad de la actividad minera, “que crea empleos”, según el dicho del gobierno de antes y ahora?

¿Tiene lógica dar pasos adelante en un proyecto hidráulico cuando lo que se requiere es, primero, que haya agua y, segundo, que su distribución sea respetuosa con la naturaleza y acorde a las necesidades humanas y productivas?

Sonora es ejemplo claro de los efectos del estrés hídrico, de la capacidad del desierto y el entorno urbano para generar zonas de temperaturas extremas, de necesidades que van desde la preservación de la vida por razones del clima, hasta aquellas relacionadas con la pertinencia y oportunidad de las actividades productivas, sustento material de la sociedad sonorense.

Hay denuncias que cada vez son más importantes, aunque cada vez menos atendidas: si hay recursos para mega obras hidráulicas donde no hay agua ni estudios técnicos que las avalen, entonces ¿por qué no usar el dinero disponible, por ejemplo, para obras de rehabilitación y ampliación de la infraestructura requerida por el servicio de agua potable y alcantarillado?

¿Por qué no evitar el desperdicio de cerca del 50 por ciento del agua potable en Hermosillo, a causa de infraestructura obsoleta y mecanismos de supervisión y control rebasados hace décadas? ¿Por qué insistir en privatizar un recurso vital y público, en contra de la voluntad de los ciudadanos? ¿Valen más tres obras faraónicas sin demanda ni apoyo ciudadano, que responder a problemas reales con soluciones reales?

En el plano internacional, la irracionalidad de la guerra, o guerras, impulsadas por Estados Unidos y socios es cada vez más evidente, de suerte que la opinión pública internacional ya ve otros escenarios y formula juicios cada vez menos favorables para Estados Unidos, Israel, Francia, Reino Unido y el conjunto de la Unión Europea.

Por otra parte, la irracionalidad en materia hidráulica, minera y comercial en México, se pone en evidencia cada vez más, sobre todo en Sonora, donde grupos ciudadanos sin más bandera que sus legítimos intereses por la vida y el progreso, se pronuncian contra el discurso del beneficio y el progreso a costa de la economía regional y el bienestar ciudadano. Es indignante oír hablar a los funcionarios de manera tramposa y manipuladora. Ante la claridad de los hechos, el engaño no se les da.

Cierto que la industria de muerte, sea militar o minera, crea empleos, pero sus efectos sociales e históricos sólo revelan la decadencia de un sistema donde las cosas valen más que las personas. Por eso vale decir no a las presas, no a la guerra, no a la demagogia destructiva y a favor del buen juico popular. Y sí, por el bien de todos, primero los pobres.



domingo, 3 de agosto de 2025

DE URGENTE NECESIDAD

 “Hechos, no palabras” (frase latina).

 

Para algunos, la dependencia económica y política y la dominancia cultural del norte sobre el sur parece ser de urgente y absoluta necesidad. Aquí la pregunta clave es ¿qué debemos hacer frente a los rudos y complicados escenarios de un mundo parasitado ideológicamente por el tecnocapitalismo financierista y militarizado que impulsa el Deep State anglosajón? La respuesta, incómoda por demás es simple: enfrentarlo.

Lo anterior supondría la necesidad de que el país tuviera una política económica y financiera independiente y soberana tanto como si su política industrial, agrícola y de servicios respondiera a los objetivos del desarrollo nacional.

Sin embargo, México no cuenta con una banca propia, un plan de desarrollo que ligue la industria y el comercio, la educación, salud, y vivienda con el empleo e ingreso personal. La banca central no es el agente financiero del Estado sino un ente autónomo que vigila la moneda y la inflación, de acuerdo a las expectativa y compromisos con los organismos financieros internacionales (léase FMI, Banco Mundial, Reserva Federal de EUA), donde un horizonte de proyecto nacional es poco visible.

Hace poco, la doctora Sheinbaum declaró que pensaba en una eventual reforma constitucional que modificaría el estatuto del Banco de México (autónomo desde 1994 por iniciativa de Carlos Salinas de Gortari), a fin de que pudiera fomentar el crecimiento nacional (https://goo.su/a5nPc2).

Ahora, ¿para qué se desincorpora del sector central un organismo del Estado? ¿Para qué reducir el tamaño del Estado y, por consecuencia, ampliar el mercado? ¿Por qué condenar al Banco Central a los vaivenes de una política dictada por los intereses del mercado dominado por capital transnacional? Como es fácil de ver, es ideología neoliberal pura, que deshace los controles estatales sobre la producción y los precios, no economía nacional.  

Por otra parte, cabe recordar que, si se trata de incidir en el crecimiento y desarrollo nacional, el Estado cuenta (o contaba) con dependencias especializadas como son la Secretaría de Economía, de Comercio, de Hacienda, entre otras que, en todo caso, debieran fortalecer sus atribuciones y actuar de manera coordinada; aunque, si no hay planeación del desarrollo nacional sino programas contingenciales no puede haber coordinación intergubernamental digna de verse, aunque evidentes formas de intervención privada con consecuencias nacionales.  

En otro escenario, ¿se puede imaginar la creación y existencia del estado de Israel y el sionismo sin la intervención de la City de Londres y el complejo financiero, mediático y militar capitaneado por EUA?

¿Se imagina el salto mortal que debió dar la falsificación histórica para justificar mediáticamente la “colonización” de Palestina y el proceso de desposesión territorial y cosificación de sus habitantes originales? Es sabido que a una cosa no se le asesina, sino que se le desecha sin cargo de conciencia. Para Israel los palestinos no son humanos.

Para personas como Trump o Netanyahu parece válida la expectativa de repoblar Palestina con piadosos asentamientos judíos y erigir en Gaza un complejo turístico tan elegante o más que la Riviera francesa, donde el olor a dinero elimine el feo olor de la sangre y la miseria de los desplazados.

El territorio y la nacionalidad original carecen de importancia ante la suplantación histórica operada por el mesianismo gringo cargado de dólares y la insidia sionista que administra la industria del Holocausto en beneficio de impostores.

Resulta insultante oír a Trump presumir de cuánto han aportado en ayuda humanitaria frente al escandaloso apoyo a Israel en materia financiera y armamentística. 30 millones de ayuda a Gaza contra 3 mil millones objetivamente en favor de la limpieza étnica, la hambruna y la deshumanización profunda de un pueblo que es eliminado a ojos visto.

Pero volviendo a México, seguir el juego del gato y el ratón de Trump por los aranceles es ridículo e indignante. Conseguir prórrogas en vez de enfrentar el problema con voluntad soberana carece de justificación, salvo que de plano seamos una especie de protectorado, de colonia extractivista, de traspatio del Imperio en la periferia neoliberal. Si es así, entonces urge que el gobierno cambie su discurso y opte por la honestidad y el realismo de llamar las cosas por su nombre, porque es importante “no mentir, no robar y no traicionar”.

¿Cuándo nos definiremos por cortar relaciones con Israel por razones humanitarias? ¿Cuándo estaremos porque Palestina recupere las fronteras que tenía, al menos, antes de 1967?  ¿Cuándo apoyaremos sin disimulo el fin de la hegemonía unipolar del dólar? ¿Cuándo apoyaremos frontalmente la emergencia de un mundo multipolar que respete la libertad y la independencia de las naciones? ¿Cuándo defenderemos nuestra identidad y espacio vital? ¿Cuándo?



viernes, 18 de julio de 2025

SÓLO PALABRAS

 “No todo lo que brilla es oro” (frase popular).

 

Vivimos una época en la que el algoritmo puede más que la realidad y, en los hechos, la sustituye y crea otra alternativa al gusto de quien lo maneja. La virtualidad se corporeiza y baila sobre cualquier otro supuesto que tenga que ver con usos, costumbres y expectativas.

Doy por sentado que usted debe tener su propia idea de las cosas, estar de acuerdo o no con lo que se plantea, porque en una sociedad que se asume como plural se vale, se puede y se debe disentir.  

Las palabras adquieren el significado que la nueva inquisición semántica determine como correcto, los matices e intenciones deben ajustarse a la nueva gramática, al nuevo diccionario que nos hará más dependientes, pero más felices.

Como todo se aclara con ejemplos, ofrezco lo siguiente: las palabras violación, violador, morir, narcotráfico, terrorismo, al parecer son excluidas del lenguaje políticamente correcto y aparecen maquilladas de pulcritud como “violinación”, “violinador”, “desvivir”, “na7cot7af1c0”, “t3rro7ismo”, entre otros bodrios que manosean el idioma y cumplen con normas salidas del culo de la simulación y la hipocresía.

En la misma forma, se evita decir viejo, ciego, miope, sordo, paralítico, obeso, joto, para refugiarse en la tersura de “adulto mayor, juventud acumulada, discapacitado, con capacidades diferentes o especial, no binario, gay, entre otras joyas del encubrimiento social, al margen de que las cosas son como son.

Sin embargo, se insiste en nombrar lo obvio, lo políticamente manipulado que exsuda ideología woke, al hacer remedos de inclusión que huelen a pleonasmo o simple estupidez. Véase la ejemplificación: chiquillos y chiquillas, tod@s, todxs, todes, comandante y comandanta, y así sucesivamente.

Vemos que las palabras pierden y alteran su significado, lo encubren y manipulan sin siquiera atender a su significado y etimología sino a agendas ideológicas y políticas impuestas a la periferia desde los polos del poder económico y financiero occidental.

En este contexto, se evita y proscribe decir “genocidio” al referirnos a lo que ocurre en Gaza por obra de Israel y Estados Unidos, aceptando en cambio la palabra “defensa”, en favor del agresor. Algo tan absurdo como pensar que lo que no se nombra no existe.

Lo bueno es que la realidad es independiente de la conciencia, de suerte que por más ignorantes que seamos, existe y persiste, y termina manifestándose en toda su crudeza y magnitud.

Tarde o temprano la farsa de lo políticamente correcto como dogma social termina revelando que una tendencia suficientemente difundida por los centros de poder mediático, por las cloacas sociológicas de las universidades anglosajonas, por la corte de George Soros, Karl Schwab, Bill Gates y similares, terminan siendo descubiertas como ejercicios de ingeniería social de control poblacional.

La inclusión impuesta a empujones legislativos, los cambios forzados de lenguaje, la presión constante de los medios de manipulación y condicionamiento social y conductual masivos, el buenaondismo progresista, las parodias babeantes de una izquierda que, de existir, seguramente rechazaría tantas muestras de estupidez colectiva que, por ese solo hecho, sería revolucionaria.

La moral y los valores que proyecta e impone la sociedad occidental es como una pila de excremento envuelta en papel para regalo. Sin embargo, nos invita a horrorizarnos de la presencia de China o Rusia en el comercio internacional, en el ámbito cultural, académico, artístico, científico y tecnológico, arguyendo babeantes razones de “seguridad nacional”.

Los aranceles y la fanfarronería roñosa de Donald Trump debieran de ser recibidos como el ¡fuera máscaras! del imperialismo gringo, y ser respondidos con el rechazo global a la más burda exposición de un país y gobierno parasitario y criminal que debe ser aislado y puesto en el basurero al que pertenece.

Así pues, mientras sigamos jugando a la democracia, la inclusión, la apertura y la libertad al margen de las mismas con actitudes impuestas y artificiosas, las cosas falsas serán tomadas y nombradas como verdaderas y la lucha por el lenguaje se anotará puntos contra la realidad, porque el sistema que origina el mal y la desigualdad no será tocado. Será el fin de la inteligencia, el juicio crítico y la conciencia de nuestra identidad y compromiso social. Despertemos.



lunes, 7 de julio de 2025

MUERTE EN LA INFANCIA

 “A menudo el sepulcro encierra, sin saberlo, dos corazones en el mismo ataúd” (Alphonse de Lamartine).

 

Una madre de 28 años y sus hijas, dos gemelas de 11 y una pequeña de 9 fueron asesinadas a balazos según reporte del día 6 de este mes.

Duele la ciudad, el estado y el país. Duele la oposición amoral y carroñera, la prensa necrófila y tremendista y duele, con mayor razón, el gobierno en sus tres órdenes de competencia.

Duelen las lamentaciones de libreto, acartonadas en su indiferente formalidad, duele el oportunismo que levanta banderas de hedor ideológico o político que logran espacios en la marquesina de las plañideras de ocasión.

Duelen los muertos de cada día, los ultrajes a la inteligencia y la emotividad de la ciudadanía que se cuece en cada hervor que manda el clima, la indolencia gubernamental, la trivialización de la tragedia ajena y la exhibición pertinaz del discurso mediático con efectos de imagen y dividendos políticos.

Duele la muerte en la infancia, la que cancela sueños y pulveriza esperanzas, que frustra posibilidades ya de por sí menguadas por nuestra realidad neoliberal formalmente superada pero viva y actuante.

Duele el crimen nuestro de cada día, las lamentaciones que resuelven la declaración esperada, la opinión pedida, la cara que se pone frente el sangriento hecho que hoy se documenta y acumula a otros similares, que no distinguen sexo, edad o posición social.

Duele la muerte silenciosa que se descubre casi por casualidad al día siguiente, como un hallazgo macabro que establece tanto los límites de la libertad y la tranquilidad como de la cotidianidad anónima en la que transcurre la masa ciudadana, hasta que el crimen marca la diferencia.

Duele la violencia contra el hombre, la mujer, los menores, los adolescentes que cambiaron la escuela por el sicariato, las drogas o la simple negación de una vida y un futuro pensado como posible.

Duele que sólo veamos la existencia ajena cuando desaparece, y que mucha gente anónima sólo tenga significado en el impacto momentáneo del escándalo para desvanecerse mientras se pasa de página o mensaje.

Duele que no llamemos las cosas y los hechos por su nombre, rehuyendo en los vericuetos del eufemismo la realidad oprobiosa del asesinato, la muerte, el abuso, el secuestro, el robo sangriento, la amenaza consumada con golpes, cuchilladas o balazos.

Duele que nos escondamos de la realidad y que la escondamos con el maquillaje mediático, como avestruces que ocultamos la cabeza en el trasero de la sociedad a la que pertenecemos sin apego ni compromiso.

Duele el enanismo mental, la hipocresía refinada y pulida de tanto practicarla, la disonancia entre el decir y el hacer, entre la justicia y la ley, entre la identidad y los intereses, entre el egoísmo cobarde y la manifestación pública de duelo.  

Duele la muerte en la infancia, como duele y repugna la banalidad que se formaliza en el discurso, las promesas y las afirmaciones de avance en materia de seguridad, garantías de bienestar, de desarrollo familiar, de certidumbre en salud, educación, vivienda y empleo.

Duelen los muertos a quienes sólo queda enterrar a sus muertos, como duele el silencio de una sociedad que dejó de estar viva y actuante, gracias al imán de la corrupción, la mentira y la complicidad. Duele que sólo critiquemos a un sistema que reciclamos en los hechos.

Duele la muerte de un semejante, pero más duele la imagen de un cuerpo pequeño y delicado, roto y abandonado en una curva del camino. Duele.