“Se hace camino al andar” (frase popular).
Tiempo de votaciones con estreno de procedimiento por obra de la ley orgánica de la Universidad de Sonora. Al momento de redactar (sic) este comentario, de los seis candidatos originales solamente quedan tres: Dena Camarena con 7292 votos (39.55%), Cuauhtémoc González con 4990 votos (28.70%) y Aarón Grajeda con 2949 votos (19.56%).
Dena Camarena logró la mayoría de los votos en cada uno de los tres sectores de votantes: manuales y administrativos, académicos y estudiantes.
Cabe recordar que Cuauhtémoc González recientemente se desempeñaba como secretario general del STAUS, organización que, como se sabe, aglutina a los trabajadores académicos universitarios, los que, sin embargo, no otorgaron el apoyo que se esperaba a su anterior representante, a pesar de que la dirigencia sindical se puso en el plan de comité de apoyo electoral para que arribara a rectoría, es decir, la parte patronal y contraparte legal en el diálogo entre patrón y trabajadores universitarios.
El salto político y estructural del sindicalismo universitario que aspira a ser la parte patronal marca un hito en la historia de las luchas por los derechos laborales, y qué decir de la idea que cualquier ciudadano medianamente informado tiene de lo que es, o debiera ser, la organización de los trabajadores.
Independientemente del fuerte sentido gremialista que cabría esperar en una organización que no se cuece al primero hervor, o quizá gracias a eso, los académicos (junto con los trabajadores manuales y administrativos y los estudiantes) voltearon para otro lado en esta elección crucial que define, no el rumbo de la institución, sino del sindicalismo universitario.
Por el lado de Aarón Grajeda, cabe recordar que no hace mucho firmaba como secretario de educación y cultura del gobierno de Alfonso Durazo, y de regreso a su plaza de maestro intentó brincar al gobierno universitario sin el favor de ninguno de los sectores de votantes.
Así pues, tenemos una candidata que estaba en el ejercicio de sus funciones académicas y otros dos que prácticamente acababan de regresar a las aulas, tras haber estado ocupados en otras actividades propias de sus ambiciones y oportunidades, lo que no se cuestiona, aunque llama la atención el repentino interés por ocupar la representación legal de la universidad sin haber rehecho los lazos académicos que legitiman ante la comunidad sus aspiraciones rectorales.
En otro asunto, aún resuenan las voces de los maestros de que luchan por la abrogación de la ley del ISSSTE y su rechazo a cualquier parche que deje intacta la esencia regresiva y neoliberal de dicha ley, así como la eliminación del pago de pensiones en UMA, en vez de salarios mínimos, como dispone la ley.
En su mitin frente al palacio de gobierno, establecieron su postura con firmeza, con la autoridad moral y política que tiene el magisterio en lucha. Ahí dieron espacio y honraron la participación de sus jubilados y pensionados, dieron voz quienes tienen experiencia y son historia viva en el seno de sus organizaciones, y que respondieron con convicción solidaria a la causa de los maestros en activo.
Lo anterior recuerda y contrasta con otros sindicatos que, como el el académico universitario, emprenden reformas estatutarias a fin de excluir a sus jubilados y pensionados, privándolos del derecho a votar y participar como miembros de su sindicato, en ruta a eliminar y enterrar sus compromisos con quienes hicieron posible la existencia del sindicato.
Aquí, no faltan los lideres que apuñalan y desconocen a los académicos retirados mientras presumen de los logros y conquistas en favor de ese sector, como si fuera un favor personal, como si la palabra solidaridad intergeneracional no existiera entre los trabajadores, como si la jubilación no fuera producto y consecuencia de una larga trayectoria laboral, como si las leyes nacionales e internacionales no protegieran ese derecho, como si las organizaciones de trabajadores no tuvieran memoria.
Pero, visto en contexto, la desmemoria y la pérdida de los objetivos fundacionales de los sindicatos produce espectáculos tan lamentables e incongruentes como la renuncia de un dirigente sindical para pasar a ser el representante patronal, y que el propio comité ejecutivo lo apoye en su campaña.
Tamaño despropósito se complementa con el desprecio y la exclusión de quienes representan la memoria y la conciencia crítica del sindicato: los jubilados.
Pero, entre gritos y susurros, la lucha por la universidad científica y popular y el sindicalismo democrático e incluyente sigue, como siguen vigentes los reclamos de los jubilados y pensionados y las marchas y protestas contra la obscena carga normativa neoliberal, ahora puesta en evidencia por el magisterio en marcha. Ni un paso atrás.