En el portal de la Universidad de Sonora
aparece el 19 de marzo la nota informativa donde el rector explica las causas
de la huelga, y en ella destacan los siguientes dos párrafos:
El problema de fondo,
añadió el rector Grijalva Monteverde, es que esta Rectoría no está de acuerdo
con la práctica recurrente de ambos sindicatos de cerrar la Universidad y
suspender actividades como método normal de presión ante cualquier diferendo
con las autoridades, y de tener cada año a la institución contra la pared.
El negociar bajo este esquema de presión ante la toma de instalaciones o la inminencia de una huelga, ha llevado a la Universidad a ser rehén de sus sindicatos. Contrario a lo que se esperaría, la experiencia nos señala que aun cuando la institución, a través de los años, ha cedido a las peticiones y demandas, las dirigencias sindicales siguen promoviendo la huelga como su primer opción de negociación (http://www.uson.mx/noticias/default.php?id=16600).
El negociar bajo este esquema de presión ante la toma de instalaciones o la inminencia de una huelga, ha llevado a la Universidad a ser rehén de sus sindicatos. Contrario a lo que se esperaría, la experiencia nos señala que aun cuando la institución, a través de los años, ha cedido a las peticiones y demandas, las dirigencias sindicales siguen promoviendo la huelga como su primer opción de negociación (http://www.uson.mx/noticias/default.php?id=16600).
De acuerdo a lo anterior, puede interpretarse
que no es posible que la huelga vaya a terminar en el corto plazo ya que para
el representante legal de la institución la negativa al diálogo con los
sindicatos obedece más bien a una especie de correctivo disciplinario. En otras
palabras, el rector les está dando una lección a los sindicalistas para que en
lo sucesivo se lo piensen dos veces antes de osar ejercer los medios de lucha y
presión que la propia legislación laboral permite.
Así las cosas, el rector, en un esfuerzo
didáctico, parece empeñado en dejar un legado imperecedero a la institución que
por segundo período representa: la administración puede valerse de la
suspensión de actividades para demostrar que los sindicatos son los únicos
incapacitados para hacerlo, y que sólo corresponde a la autoridad decidir el
tiempo y las causas de la suspensión. En cuanto a los estudiantes, solamente
serán tomados en cuenta para usarlos en apoyo a la administración contra los
intereses y acciones de los trabajadores.
La masa ciudadana no es problema, ya que por
atavismos propios de su condición de televidentes de Televisa y TV Azteca, bien
pueden pasarla con la idea de que la autoridad siempre tiene la razón y que los
trabajadores son flojos, conflictivos y antihigiénicos, a los cuales hay que
disciplinar mediante el fácil y cómodo expediente de no verlos ni oírlos,
ignorando intentos de comunicación oral y escrita, asambleas, marchas, reclamos
de diálogo, y solicitudes de retomar la vía de la negociación. Los ciudadanos por
defecto siempre le darán la razón y todo argumento carecerá de peso ante la
demoledora revelación de que ellos son los que siempre “recurren a la huelga
como primera opción”.
¿Se ha puesto usted a pensar en qué haría en
caso de que el patrón se sirva ignorar sus reclamos? ¿Le bastaría con saber que
es un simple empleado y que nada puede contra su jefe? ¿Temería protestar y
tomar las instalaciones temporalmente para llamar la atención de la autoridad
que lo ignora y se pitorrea de usted por sistema? ¿Vería mal que la autoridad
no acceda a dialogar con los trabajadores a fin de llegar a un acuerdo y evitar
que la cosa llegue a mayores? ¿Estaría de acuerdo en que la prudencia y el
respeto son claves para llegar a acuerdos favorables para las partes? ¿Usted
cree que las huelgas son evitables si hay comunicación entre patrones y
trabajadores?
Mientras que los trabajadores tratan de hacer
valer sus derechos y explican a la comunidad sonorense sus razones y las
incidencias de la huelga, y tratan de informar a los estudiantes sobre estos
aspectos, el señor rector no cede, porque, según insiste: “no negociamos bajo
presión”.
Al parecer, la realidad democrática y de
respeto a los derechos humanos que preocupa al grueso de los actores políticos
en el nivel nacional e internacional, no ha llegado a convencer al señor
rector, quien sigue encerrado en su burbuja de autoritarismo trasnochado y
patético. La sociedad sonorense reclama capacidad de negociación, inteligencia
y tino para llegar a soluciones que armonicen lo posible con lo deseable.
¿El “problema de fondo” del actual conflicto realmente
puede ser solucionado con la misma dosis de torpe intolerancia que atribuye al
sindicalismo universitario? ¿Habrá alguien en su círculo inmediato que sepa de
historia universitaria y de derecho social y laboral? ¿Tendrá idea del penoso y
triste papel que está representando?
A pesar del malhadado manejo del asunto, cabe
la esperanza de que el señor rector nos de otro tipo de lección: la de amor a
su institución y responsabilidad en el ejercicio de esa pequeña porción de
poder de que gozan quienes ocupan el cargo que actualmente ostenta. Su
autoridad y pertinencia dependen de lo que decida de aquí en adelante y, sin
duda alguna, el camino del berrinche y la cerrazón no son las mejores vías para
que una administración se califique como afortunada. El tiempo apremia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario