Desde la entrega
del emplazamiento a la autoridad laboral y a la administración universitaria,
el STAUS ha desplegado una intensa actividad que incluye reuniones de la
Comisión Negociadora, asambleas sindicales y reuniones informativas para
profesores y estudiantes, medios de comunicación y espacios informativos en
línea. El esfuerzo de comunicación es, por decir lo menos, ejemplar.
La idea que
anima los trabajos de pre-huelga son básicamente los de la organización de la
resistencia en la que pudiera ser una suspensión de actividades prolongada,
según el sombrío pronóstico del propio rector Grijalva; el diálogo permanente
con los académicos y el alumnado, la apertura de canales informativos con la
prensa y la comunidad en forma fluida, oportuna y transparente y,
prioritariamente, los esfuerzos de diálogo y conciliación con la administración
universitaria.
La comunicación
con la base académica y estudiantil está en progreso mediante formas de
“diálogo con soluciones”, que se lleva a cabo al interior del campus. Lo
anterior se ve complementado con los segmentos informativos del STAUS en línea
y los vídeos que se comparten vía youtube,
entre otros medios. Lo anterior permite suponer que la comunidad estudiantil
puede estar debidamente informada de las incidencias de este período crítico.
Esto último es importante por cuanto que son un sector de interés en las
eventualidades de la vida institucional.
Nadie puede
negar que la principal preocupación del sector académico está en el logro de
mejores condiciones de trabajo, sabedores de que esto significa no sólo
oportunidades para su profesionalización y promoción, sino de cumplir de mejor manera
con la función formativa que se desarrolla en obvio beneficio de la calidad
educativa, la cual está a cargo del personal académico en el aula, el
laboratorio, el seminario o el taller.
La comunidad
académica es la única capaz de autocorrección ya que la interacción entre pares
permite contrastar, debatir, argumentar y consensar opiniones expertas basadas
en el logro académico y la experiencia profesional. En ese sentido, las cada
vez más altas cuotas de puntajes exigidos por la administración para efectos de
promoción de categoría y nivel son, lamentablemente, no sólo desproporcionadas
sino absurdas. Pareciera que coexisten precariamente dos universidades: la
real, que se expresa en el día a día frente a los alumnos y la otra, lejana al
proceso de enseñanza-aprendizaje y cercana a exigencias más de índole
burocrático-laboral, cuya finalidad es ahorrar recursos a costa de las
funciones sustantivas universitarias.
La Universidad y
el pueblo de Sonora son víctimas del secuestro neoliberal, perpetrado por una
burocracia sin imaginación, empeñada en sofocar las aspiraciones de bienestar y
progreso de los trabajadores, de los estudiantes y, en general, de las familias
sonorenses.
La sórdida
acción privatizadora impuesta por el sistema exige trabajadores sin derechos,
sin garantías sociales, sin sentido de pertenencia hacia sus centros de
trabajo, sin futuro, en cambio, la esencia universitaria, humanista y
respetuosa de nuestra cultura y tradiciones, a la par que amiga del progreso
científico y tecnológico, no puede representar más que un frente de oposición
responsable a dichos designios.
Es justamente
ese el sentido de la lucha de los sindicalistas universitarios: la defensa de
los principios fundacionales de la institución; el qué, el cómo, el quién y el
para qué de su función transformadora, reclamados por sus propios actores en la
forma en que saben hacerlo: mediante el diálogo, la argumentación justa y la
transparencia en los dichos y los hechos. Mientras que el sindicalismo habla de
frente, la administración evade y provoca.
El silencio
esquivo de la administración y una forma de negociación encaramada en las
negativas, genera ansiedad en los estudiantes y sus familias, molestia entre
los sindicalistas y preocupación en los diversos actores políticos, económicos
y sociales que integran el abigarrado conjunto que llamamos Sonora. Según se ha
visto, una vez más la madurez y la prudencia están de lado de los trabajadores,
pero, ¿qué impide a la administración cumplir con su deber de gestión? ¿Por qué
se viola sistemáticamente el Contrato Colectivo, habida cuenta de las
consecuencias legales y sociales de esta conducta? ¿En qué momento perdió el
rumbo la administración y se transformó en un ente ajeno y lejano de la
comunidad universitaria que debiera representar?
La fecha del
estallamiento de la huelga es el 15 de este mes. El reloj avanza y las
negativas y evasivas siguen siendo las respuestas a los reclamos de los
trabajadores. El plazo se acerca y con él una nueva página en el libro de los
actos fallidos y las miserias de una burocracia sin conciencia. De todos modos,
se espera un chispazo de virtud, un signo que revele la existencia del espíritu
universitario que, sin exclusión, nos identifica como parte de una comunidad
progresista y justa. Nos acercamos a las grandes definiciones.
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