“Nadie ha ejercido virtuosamente un poder
adquirido deshonestamente” (Tácito).
Bueno, pues al principio el morbo estaba
a todo lo que daba porque cada día había novedades picantes sobre los dichos y
los hechos de los candidatos a gobernador y demás. Que se descubrieron
propiedades inconfesadas en el país y el extranjero, que se encontró un enorme
establo surtido de caballos de alto registro, que hubo tráfico de influencias y
que la candidatura huele a caca, que tal candidato opta por la vía del voto
útil pero a favor de otras siglas partidistas con olor a consorcio
público-privado que atiende de frente y por la trastienda; que la supuesta y
ampliamente proclamada honestidad carece de fundamento claro y reconocible, que
los valores familiares parecen ser del tipo bursátil antes que morales, que…
El aburrimiento llega a niveles
paroxísticos cuando se trata ingenuamente de ver algo en YouTube y aparecen
cortes propagandísticos que rompen el encanto de una sana distracción,
embarrando la pantalla de babeantes rollos pergeñados por algún oligofrénico y
repetidos con torpeza y vaciedad supina. ¿Hay derecho de inmiscuirse en nuestra
distracción para convencernos de las virtudes de tal o cual sujeto bajo el
escrutinio temporal de la opinión pública? ¿Seremos víctimas, hasta el 7 de
junio, de constante acecho y hostigamiento verbal, gestual y visual? ¿Estamos
en algún círculo del infierno donde las palabras se multiplican frenéticamente
con el eco de los modernos medios de comunicación? El horror parece apenas
empezar cargado de la sebosa cháchara de los lugares comunes de una mente
desquiciada.
Por otra parte, los hechos trágicos y la
desaforada corrupción de que hace gala la clase política meten ruido en el
proceso electoral, como también lo hacen las fundadas sospechas de que la
creación de partidos como Encuentro Social y el Humanista sólo sirven para
distraer recursos y finalmente ser comparsas de otros partidos, como el PRI, con
el apoyo del primero y el PAN, con la adhesión del segundo, a las respectivas
candidaturas por la gubernatura de Sonora.
Así las cosas, no es aventurado afirmar
que seguimos en una cruda competencia entre dos partidos, y que su fauna de
acompañamiento se constituye por otros contendientes que realmente no lo son,
como es el caso del apéndice del PRI, Encuentro Social y el apitufado Partido
Humanista. Aquí habría que consignar a partidos que hacen las funciones de
resumidero, es decir, que por ellos cuelan los desechos de otros, por ejemplo
Movimiento Ciudadano, que con la adopción de Dolores del Río califica
satisfactoriamente en esta categoría, aunque es justo decir que también ha
arropado a personas con buenas intenciones y limpia trayectoria.
Lo que se ve, con una mirada amable, es
una ridícula aunque dramática lucha por sobrevivir, donde lo que menos que se
toma en cuenta es la ideología y la plataforma de principios de los partidos, y
lo de más es la conveniencia utilitaria de adherirse a otro que sí cuenta con
posibilidades de figurar significativamente en el hit parade electoral. Los votos que cachan unos sirven para la
sobrevivencia de otros, como es el patético caso que presentan el partido
Encuentro Social y el Humanista.
En resumen, parece que sigue la ola del
bipartidismo y su comunidad de intereses en beneficio de un sistema que aplana
y sofoca disidencias y oposiciones, en un juego donde el pueblo es el gran
marginado, con el añadido de las campañas basadas en dinero y méritos diseñados
por despachos especializados en imagen y mercadotecnia política. La mentira por
encargo a cargo de profesionales que cumplen con su labor mercenaria. De ahí la
decepción y el hartazgo de muchos.
En medio de los partidos representativos
de los intereses del sistema y sus rebaños apoyados por sus aparatos de
manipulación masiva, se ve un partido que carece de recursos económicos, que
trabaja por obra y gracia de la voluntad de inicidir en el cambio esperado por
muchos y manipulado por todos. Es Morena.
Desde luego que no llenará las
expectativas de quienes desean el príncipe azul de los partidos. Tiene
defectos. Algunos de sus candidatos no son los mejores. Arrastra una larga
cauda emocional negativa generada por las costosas campañas negras del foxismo,
calderonismo y reforzadas por el pañanietismo, y los propios errores de un
movimiento variopinto asediado por fuerzas externas e internas que pasó a ser
partido político. Pero, como me dijo un viejo maestro de secundaria cuando me
expulsó del recinto: el movimiento se demuestra andando. Y los candidatos de
Morena hacen campaña a pie, casa por casa, con modestia, sin grandes aparatos
promocionales, ignorados por los consorcios mediáticos, con carencia de
recursos, sin despensas ni gorras ni sombrillas, ni tarjetas de descuento ni
promesas de futuras complicidades. Se hace camino al andar…
En lo particular, me aburren las
campañas, bostezo con entusiasmo cuando alguien me quiere vender su imagen, el
rosario de virtudes prefabricadas, las leperadas maquilladas, la insulsa
moralidad pública manoseada desde la trinchera de la iniciativa privada, las
promesas babeantes que apestan a deposición y los aires de honestidad que
producen náuseas. Frente al bostezo de
las campañas planchadas, pletóricas de recursos y autoelogios, Morena camina
con modestia, con integridad, con dignidad ciudadana, con verdadero espíritu
republicano. Sin duda, cuenta con toda mi atención.
No hay comentarios:
Publicar un comentario