“Cuando alguien asume un cargo público,
debe considerarse a sí mismo como propiedad pública” (Thomas Jefferson).
EL ARTÍCULO 65 de la Ley de Gobierno y Administración
Municipal, fracción VI, dispone que es obligación del presidente municipal: “proponer
al Ayuntamiento el nombramiento del Secretario del Ayuntamiento, Tesorero Municipal,
Jefe de la Policía Preventiva y al titular del Órgano de Control y Evaluación
Gubernamental”. En este caso, nos encontramos con que la presidente electa,
Célida López, optó por crear un comité que realice la selección de ternas con
los nombres de los ciudadanos propuestos para ocupar los cargos más importantes
de la administración, contando con el apoyo del presidente estatal de Morena,
el delegado y el síndico municipal electo, según se publica en medios de
información.
La decisión ha levantado críticas en el sentido de que los
seleccionadores de las ternas se perciben como parte del aparato que ha jodido
tradicionalmente a los hermosillenses, es decir, los mismos actores políticos y
empresariales que se han sentido con el PRIAN los dueños del changarro. Célida
López responde que será su estilo personal de gobernar y que no se echará para
atrás en su decisión de democratizar o ciudadanizar el proceso. Los incluidos
se quedan porque hay que gobernar con todos… Se espera, claro, que sea también
para el bien de todos.
MIENTRAS se van perfilando las coordenadas del próximo
gobierno municipal nos llegan aires de decadencia por el rumbo del palacio de
gobierno estatal. Sucede que la gobernadora busca afanosamente la oportunidad
de hacer declaraciones, aparecer en la foto y dejar constancia de que ella es
la titular del Ejecutivo por los próximos tres años. Nadie puede negar esto último,
pero tampoco dejar de sonreír ante la ironía de que en esa búsqueda de
notoriedad caiga en la inauguración de tramos de calle que fueron bacheados, de
taquerías puestas en marcha, de pequeñas cosas que si bien es cierto son benéficas
a particulares corresponden más a la figura del presidente municipal o algún
funcionario subalterno, porque se dan en el espacio de la administración
municipal.
Desde luego que los programas estatales pueden ser
presumidos o informados (depende del tono y las circunstancias) por la
gobernadora, pero me parece que hay niveles de exposición a la prensa local.
Gastar la pólvora del poder en pequeñeces a nadie beneficia en términos de la
imagen pública y de la investidura oficial que, seguramente, da para más.
La señora gobernadora puede estar segura de que la
comunidad sonorense sabe quién es y de dónde viene. A dónde irá es, desde
luego, asunto suyo.
EL LUNES 6 del presente se cumplen cuatro años del infame e
impune ecocidio perpetrado por Buenavista del Cobre, dependencia de Grupo
México de Germán Larrea. Por una falla en la contención se vertieron 40 mil
metros cúbicos de sulfuro de cobre y una serie de metales pesados en un arroyo
que desemboca en el Río Sonora, afectando 17.6 kilómetros del Arroyo Tinajas,
64 kilómetros del Río Bacanuchi y 190 kilómetros del Río Sonora hasta llegar a
la presa El Molinito, que provee de agua a Hermosillo (El Sol de Hermosillo, 25
de abril 2018).
La doctora Reina Castro Longoria ha impulsado el análisis
de la toxicidad del agua y sus impactos en la vida silvestre y humana del los
pueblos asentados en la rivera del Río Sonora, dando fe del considerable daño
infligido en la salud de los pobladores y en la flora y fauna de los lugares
afectados. Se concluye que el daño ecológico y económico es terrible y ha
cambiado quizá para siempre la vida de estas comunidades. El gobierno ha sido
omiso en la procura de justicia y resarcimiento pleno de los ciudadanos y
familias perjudicados. Impunidad es una palabra bastante común en el estado.
Mientras que la gobernadora busca reflectores y oídos
obsequiosos, el dolor de sufrir una enfermedad irreversible o de difícil
curación agobia a muchos sonorenses que esperan justicia plena. Para nada son
de celebrarse las inauguraciones de calles donde se taparon baches o carretas
donde expenden tacos, de cara a las graves carencias que tenemos, a los
agravios de administraciones estatales y municipales groseramente simuladoras,
terriblemente ineficientes y patéticamente corruptas. Por eso la gente votó por
el cambio y espera que en efecto ocurra, no en automático y como sea, sino con
trabajo, transparencia y honestidad.
ME DESPIDO con la idea de que la vida debe ir de tal suerte
que vida quede en la muerte.
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