“Se puede
engañar a parte del pueblo parte del tiempo, pero no se puede engañar a todo el
pueblo todo el tiempo” (Abraham Lincoln).
Bueno, usted ya lo sabe. La mayoría de
los señores diputados del PRIAN junto con ese extraño y torpe diputado accidental
de Morena de apellido Rochín, dieron en limpiarse el trasero con la voluntad de
pueblo sonorense y votar por la afirmativa las propuestas de la señora
gobernadora beltronista, y quedarse tan
campantes porque las reformas “buscan el sano desarrollo de Sonora” y porque
“hicieron su trabajo”. Igual cosa pudiera argüir un asesino a sueldo con la
moral blindada por el estímulo económico y el conocido criterio de que “el
cliente siempre tiene la razón”.
A los empleados legislativos de la
gobernadora, que cobran como representantes populares en una legislatura que
pasará a la historia por su lacayuna vocación de obsequiar votos a iniciativas
que vienen “de arriba”, parece no importarles el impacto que estas tendrán en el
desarrollo político y social de nuestra
entidad ni la pésima imagen que proyectan nacional e internacionalmente con ese
asalto legislativo en despoblado, aunque este es sólo un recurso retórico para
expresar lo que usted vio a través de la prensa y las redes sociales: asalto
previo al recinto legislativo valiéndose de doñitas de barrio y una parvada de
jovenzuelos acelerados de temprana vocación porril, cuya misión fue impedir el
acceso al pueblo, la prensa y los diputados recién electos de Morena, saturando
el recinto y armando bulla con consignas como la de no al aborto.
Una señora morena, desaliñada y entrada
en carnes declaró a voz en cuello que ellos estaban “a favor del veto porque
¡López Obrador estaba a favor del aborto!” Tal declaración nos impresiona porque
establece una conexión mágica entre el absurdo y la pendejada. ¿Qué tienen que
ver una cosa con otra? ¿Quién y para qué defiende lo que no estaba planteado en
el orden de la sesión?
Después de algunas fintas democráticas
quedó claro que el Congreso está “pa´ servir al patrón”, en este caso, la dama
priista que gobierna el estado por encargo del señor Beltrones. Algunos dirán
que el proceso fue legal, apegado a la responsabilidad de los legisladores que
trabajan hasta el último día de su encargo. Que las reformas son para el bien
de Sonora, que se fortalece la división de poderes y el municipalismo… Sin
embargo, la reforma constitucional propuesta y “analizada” en el Congreso
confunde patas con bofe, manosea la división de poderes y concede al Ejecutivo facultades
que legalmente corresponden al Legislativo.
Es claro que este despropósito de fin de
legislatura no tendrá la acogida que quisieran sus autores, habida cuenta la
sospechosa opacidad con que se trató el paquete de iniciativas hasta constituir
un secreto bien guardado su contenido y los alcances de este. Nunca se
ventilaron las partes sustanciales del documento, no se dieron a conocer a la
opinión pública, no se permitió el acceso a la prensa y jamás se ofreció una
versión completa o parcial de las mismas por parte de la comisión permanente o
el Congreso en vísperas de la sesión extraordinaria donde se aprobaron de prisa
estas reformas. El recinto legislativo estuvo cercado y vigilado por un número
extraordinario de policías, como quien dice, en estado de sitio.
Del bunker legislativo salieron por la
puerta trasera los señores diputados, representantes no del pueblo sino de la
gobernadora, obedientes a su codicia, no a la lealtad que deben a sus electores;
salieron manchados de deshonestidad que, según reveló a la prensa la alcaldesa
electa Célida López, tuvo como premio cinco millones de pesos a cada diputado
alcahuete. Los legisladores salieron huyendo, aunque protegidos por vallas y
policías, manteniendo al pueblo a lo lejos, a una distancia que hoy es
insalvable. La rechifla y las mentadas de madre fueron las cartas de intención
de los agraviados. En Sonora, gracias a la soberbia de quien debiera entender
que la soberanía radica en el pueblo, se rompió el famoso equilibrio entre poderes.
Ahora sigue la aprobación de la mayoría de los ayuntamientos, por lo pronto el
de Hermosillo, tierra de baches abiertos, opacidad presupuestal, escenario de
saqueos inmobiliarios y eyaculador precoz, aprueba las reformas y se queda tan
campante, como si hubiera hecho la tarea, como si respondiera a las necesidades
de sus electores.
La evidente invasión de facultades
correspondientes al Congreso por parte del Ejecutivo abre la puerta para la
controversia constitucional y un largo proceso legal que, ganadores o
perdedores, los indignados sonorenses que votaron por el cambio van a recordar
como el fin del Prianismo en Sonora y el inicio de una larga lucha por
recuperar la dignidad ciudadana y la confianza en los poderes públicos.
Nuestro estado pasa a la historia política
nacional como uno en el que la voluntad popular es irrelevante, estorbosa y
molesta. Por eso se legisla a espaldas del pueblo, por eso el aparato de
seguridad, por eso el silencio y la complicidad de cierta prensa, por eso el
cinismo de los burócratas y apalancados políticos de la obscenidad neoliberal.
Empieza a dibujarse en el aire la
pregunta ¿usted irá a la ceremonia del Grito a hacerle el caldo gordo a la
gobernadora o participará en un acto cívico alterno, o se quedará en casa
atento a las redes sociales?
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