“No
hay peor tiranía que la que se ejerce a la sombra de las leyes y bajo el calor
de la justicia”
(Montesquieu).
Vemos en Sonora un panorama por demás
preocupante, sombrío por decir lo menos, acojonante por decir lo más,
desconcertante, por decir algo entendible pero difuso. Ya lo ve usted,
recientemente se aprobó, “haiga sido como haiga sido” (Calderón dixit) la Ley
288, que quita facultades al Congreso para cederlas al titular del Ejecutivo,
es decir, a la gobernadora que va en la mitad de su mandato en medio de cambios
importantes en la política nacional y que hace lo posible por navegar como lo
saben hacer los priistas, guardando precariamente las formas declarativas, pero
actuando de manera autoritaria y discrecional. Aquí se ve que la conciencia
política y los deseos democráticos y de respeto a las normas legales queda al
libre juego de los intereses del momento que, como se acaba de ver el pasado
lunes 13, terminan siendo ley aprobada y publicada en el Boletín Oficial.
Es inevitable recordar que esta reforma
constitucional de Sonora se hizo con la típica mala leche del priismo (por
fortuna en retirada), es decir, de manera opaca, mezquina y por la espalda, de
manera que el pueblo que es quien elige a sus gobernantes por mandato legal
quedó fuera de la jugada y el Congreso prianista la jugó en contra de su propia
existencia soberana como representación popular quedando, en consecuencia, como
un apéndice alcahuete y prostibulario del titular del Ejecutivo en turno.
Es historia conocida las protestas
frente el edificio del Congreso del Estado y la tinta derramada en ocasión de
esta trapacería legislativa y la no tan graciosa huida de los diputados
maiceados con, según trascendió, cinco millones de devaluados pesos por aprobar
el bodrio de referencia, de manera que no lo aburriré con detalles que
seguramente ya conoce y que probablemente no le importen, así que solamente
referiré algunos aspectos del panorama generado en tal argucia golpista.
Cuando se anunció la reforma
constitucional en manos de la diputación permanente del Congreso hubo, desde
luego, protestas y expresiones de franco rechazo, a lo que la gobernadora
respondió con la recomendación de que dicha iniciativa quedara fuera de la
agenda en tanto se analizara y difundiera de manera apropiada, dada su
trascendencia y efectos. Los ánimos se calmaron y algunos cantaron victoria
porque la suspensión se atribuyó producto de las manifestaciones populares.
Ahora queda claro que en solapada acción se aprovechó el tiempo para operar en
los ayuntamientos prianistas y lograr que, tras la repudiada aprobación del
Congreso, de manera casi instantánea 57 municipios hayan dicho sí a la reforma.
Tenemos una acción en apariencia
democrática, apegada a derecho, donde los diputados “hicieron su trabajo” en el
período que les correspondía y de acuerdo a sus facultades, pero omitiendo un
pequeño detalle: el pueblo que teóricamente representan decidió, el pasado 1 de
julio, que este gobierno no era el que se necesita en Sonora y el país entero
para llenar las expectativas de los ciudadanos electores. El PRI-AN-RD perdió
en todo lo largo y ancho de Sonora y México, en consecuencia, ¿para qué
emprender una reforma constitucional si no para coartar, obstaculizar, sabotear
si se quiere la voluntad popular y la labor futura de los legisladores de
Morena? ¿Por qué no preparar la transición y la entrega-recepción de tareas y
responsabilidades legislativas de manera tersa y ordenada, con civilidad y
sentido republicano, en vez de legislar contra el futuro Congreso estatal?
Es obvio que los tiempos legales no dan
mucho margen de maniobra a la próxima legislatura en plan de promovente de
acciones de inconstitucionalidad y restitución del estado de derecho en Sonora,
pero también lo es la mala leche de quienes impulsaron y aprobaron la citada
reforma, tanto como la necesaria y en este caso obligatoria respuesta política de
los nuevos representantes populares al atropello sufrido por los
sonorenses.
Tristemente, el gobierno de Claudia
Pavlovich Arellano, primera mujer que ocupa la titularidad del Poder Ejecutivo
en Sonora quien declaró que Sonora estaba lista para tener una mujer
gobernadora, nos deja un mal sabor de boca. En realidad, antes que tener una
mujer por el hecho de serlo, estamos listos o urgidos de tener un titular del
Poder Ejecutivo capaz y dispuesto a resolver problemas de inequidad, justicia y
bienestar ciudadano. Alguien que, independientemente de su sexo, fuera
respetuoso de la ley y consciente de los grandes rezagos existentes en materia
de empleo e ingreso decentes, de salud y seguridad social, de mayor calidad de
vida, de seguridad pública que garantizara la tranquilidad de las familias y
contribuyera al logro de metas de justicia social y laboral, de cumplimiento
largamente esperado. Es claro que nos equivocamos al creer que la imagen lo
cambia todo, que la apariencia de cambio y progreso no son ni el cambio ni el
progreso en sí, que el PRI o el PAN pueden cambiar siendo que son, desde los
tiempos de Salinas de Gortari, las dos caras de la misma moneda. Pero, quizá
esta experiencia nos sirva para entender que no se le pueden pedir peras al
olmo.
1 comentario:
Si se ve en una perspectiva histórica, podríamos decir que es un gran avance ciudadano el que estamos observado. Esta es una victoria pírrica del prianismo, acorralado por el hartazgo ciudadano ante la cínica impunidad y corrupción imperantes. Lo importante será no aflojar el paso, los ciudadanos estamos apenas en el umbral de un gran quiebre histórico donde los actores principales seremos nosotros. Como dice una popular canción: "probamos la libertad y nos gustó".
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