“La discriminación (del latín discriminatĭo,
-ōnis) es toda aquella acción
u omisión realizada por personas, grupos o instituciones, en las que se da un
trato diferente a una persona, grupo o institución en términos diferentes al
que se da a sujetos similares, de los que se sigue un prejuicio o consecuencia
negativa para el receptor de ese trato. Habitualmente, este trato se produce en
atención a las cualidades personales del sujeto que es objeto del mismo, aunque
también puede deberse a otros factores, como el origen geográfico, sus
decisiones u opiniones en lo social, lo moral, lo político u otra área de
interés social” (RAE-Wikipedia).
A estas alturas, nadie puede negar honestamente
que Germán Larrea y Grupo México sean evidentes víctimas de discriminación
por parte de las autoridades federales y locales que en el ramo económico,
hidrológico y ambiental han optado por dar un trato alcahuete y cómplice a uno
de los más grandes ecocidas del tiempo mexicano contemporáneo. A pesar de los
estragos causados y por causar por su famoso derrame, no ha faltado funcionario
que insista en la inocuidad y potabilidad del agua que fluye en los ríos
afectados y en los pozos y cañerías que surten a ciudades como la nuestra.
Los empresarios mineros canadienses también
entran en la lista de los discriminados por razones de origen y estatus
económico, sufriendo una penosa impunidad que asombra a las comunidades
perjudicadas por los daños ambientales, pero que mantiene impávidos y afebriles
a quienes reciben un sueldo por evitar, castigar y remediar los estropicios
derivados de la actividad empresarial que genera empleos precarios, consume
agua, agota recursos naturales y contamina el entorno.
Asimismo, las compañías refresqueras, de lavado
de autos, maquiladoras, entre otras, reciben la indiferencia oficial y, ya de
malas, la obligación de cooperar con determinados funcionarios para lograr la
agilización de trámites y la invisibilidad deseada para el logro de sus metas
comerciales.
En otro escenario, los acaparadores urbanos que
realizan tareas de apropiación, cercamiento, lotificación y posterior
usufructo, pasando, si es necesario, por la desviación de cauces de río y el
daño patrimonial y ambiental a los vecinos, padecen del desprecio oficial por
más que sean evidentes los méritos alcanzados para obtener, así sea poca, la
atención del aparato público que tiene el deber de “cumplir y hacer cumplir la
Constitución y las leyes que de ella emanen”.
Tampoco debemos olvidar la muchedumbre de
funcionarios públicos que llegan cargados de deudas y pretensiones a sus
puestos, para salir multimillonarios, socios de empresas establecidas o no durante
su encargo, titulares de jugosas cuentas en moneda nacional o en dólares,
terratenientes urbanos y rurales, y en algunos casos, legisladores
plurinominales de sus partidos políticos.
Si bien es cierto que muchos de los ninguneados
por la ley forman en las filas arriba señaladas, también existen otras
categorías de discriminados que, aunque lucen como árbol de navidad en las
fechas decembrinas, usted, aquellos y yo, en más de una ocasión cerramos los
ojos y los dejamos pasar, incluso contenemos la respiración y resoplamos una
vez que nos alejamos lo suficiente para conjurar olores y humores.
Los recortes presupuestales acaban con las
posibilidades de que los programas paliativos del régimen puedan hacer felices
por el día de recepción del beneficio a los enlistados. Así, los programas para
comunidades en zonas económicamente deprimidas, las becas escolares, los
desayunos en el nivel básico, terminan siendo siglas llamativas y pretexto para
llenar de propaganda los medios informativos.
Asimismo, los apoyos a los productores rurales
se reducen a la par que aumenta la dependencia alimenticia, la miseria y el
desarraigo, creando una masa miserable que emigra, porque no le queda de otra,
dejando tierra, familia y vida en manos del destino. Pero el gobierno exhibe
como logro económico los ingresos por concepto de remesas. La pobreza y el
desarraigo de muchos se convierte en éxito del régimen.
Mientras unos son favorecidos por las
oportunidades y los planes del gobierno que busca la modernidad, una inmensa
mayoría que ni se ve ni se oye padece la discriminación y la exclusión de los
logros y beneficios de un gobierno que puede ser panista o priista, pero que,
como uno solo, insiste en “mover a México” en la dirección dispuesta por los
organismos financieros internacionales.
Es necesario puntualizar que la precarización
del empleo y la privatización de las funciones y servicios del gobierno, con la
consecuente disminución de los derechos laborales y la seguridad social, son
esencialmente consecuencias directas de una política de discriminación de gran
alcance social. Son los intereses de una minoría contra los de la mayoría.
En resumen, México es un país donde la
discriminación se ha hecho política de estado, que cotidianamente incumple la
ley pero que crea normas que formalizan la marginación y la exclusión, tanto
como la trivialización y reducción al absurdo de los derechos humanos, y que
son legitimadas por la SCJN, comparsa del régimen neoliberal que se padece.
Así como el sistema es obsequioso y tolerante
con los empresarios y los políticos corruptos que operan sus proyectos,
discriminando positivamente a los canallas, el pueblo se autodiscrimina, ya por
costumbre, al votar cada tres o cada seis años contra las posibilidades de
cambio y auténtica representación. Seguimos como sociedad votando por los
mismos, acostumbrados a la discriminación y autoexclusión a favor de apellidos,
fortunas y los viejos y recientes proyectos de destrucción de nuestra vida e
identidad nacional. Es necesario, urgente, comprender cabalmente la idea de
inclusión social y actuar en consecuencia.
En otro asunto, ¿por qué en una pareja se debe
discriminar al hombre o a la mujer? Una pareja incluyente es la que los
integra.
Concluyo con la frase de la temporada: Apoyo la
diversidad y no hay nada más diverso que la relación ente un hombre y una
mujer. ¿Por qué conformarse con lo mismo? La diferencia es vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario