“Los estados que son más corruptos son los que más leyes tienen”
(Tácito).
México parece competir en materia de
iniciativas legislativas que afectan los supuestos de la democracia y el
respeto a los derechos humanos. En el seno del poder legislativo se cocinan los
bodrios que más tarde darán sustento a las más absurdas formas de represión
ciudadana, haciendo saltar por los aires la fama lograda por otros países, como
España, que han logrado convertir la ley en garrote que se bate contra los
derechos y la dignidad de sus habitantes.
En evidente y ridícula imitación al
régimen de derecha fascista español, el legislador priista Omar Fayad impulsa
una iniciativa de ley que pretende amordazar la actividad de las redes sociales
y medios alternativos de información a través de Internet. La absurda Ley
Mordaza cibernética mueve a risa cuando no a justísima indignación, ya que se
trata de un instrumento con meses de maduración inspirado en defensa de la
imagen presidencial y del actual régimen, pero que por su esencia sólo mueve al
rechazo más enérgico de todos cuantos valoran la libertad de expresión para la
construcción de una verdadera democracia. La iniciativa nació muerta y, en
consecuencia, ya apesta. Sólo resta darle cristiana sepultura, o ser cremada.
Por su parte, la Suprema Corte de
Justicia de la Nación (SCJN) insiste en aparecer en la primera de los
periódicos con pronunciamientos y jurisprudencia que permiten dudar de la
cordura y probidad de sus integrantes. Antes se hizo famosa por su aprobación
del anatocismo, ese perverso cobro de intereses sobre intereses que le hizo el
día a la banca extranjera en México; ha avalado la constitucionalidad de
verdaderos absurdos disfrazados de “reformas constitucionales” cuyas
consecuencias son las de atacar derechos laborales y sociales de los
trabajadores y a favor del saqueo nacional por parte de entidades extrajeras;
ha manoseado la institución matrimonial sin que haya de por medio un objetivo
social entendible; ha permitido la injerencia extranjera en asuntos de la
exclusiva competencia de los mexicanos, como son los atinentes a la seguridad
nacional y la impartición de justicia; ha solapado el deterioro del ingreso y
patrimonio de los trabajadores al avalar recientemente el “embargo salarial”. Ahora
nos dice que solamente el salario mínimo será inembargable y cualquier salario
que lo rebase podrá ser embargado hasta un 30 por ciento.
Al respecto, nadie puede afirmar
válidamente que $70.10 pesos diarios sean suficientes para los gastos
familiares y para ahorrar en previsión de necesidades futuras. En este caso, la
SCJN ha dado por legal el saqueo y la represión económica de los trabajadores a
manos de sus acreedores, que pueden ser bancos, comercios o particulares. La
indefensión laboral resulta ser más evidente si recordamos las desastrosas
reformas en materia de trabajo y seguridad social, que han sido fuertes
contribuyentes a la miseria de los actores fundamentales del proceso
productivo, en el marco del deterioro creciente de la capacidad adquisitiva del
salario. Hoy no es posible comprar la canasta básica con un día de salario
mínimo, menos lo es proveer el mobiliario y equipo necesario para atender las
necesidades operativas del hogar (enseres domésticos, por ejemplo), de la salud
y la educación de los hijos, entre otros que supuestamente satisface la
definición de “salario mínimo”.
Lejos de proteger el salario de los
trabajadores como la cantidad de ingreso necesaria para resolver primariamente
su calidad de vida, el gobierno parece empeñado en socavar los cimientos
económicos de la estabilidad social, y generar las condiciones para la
ingobernabilidad que, como se sabe, ya ha pasado facturas sangrientas al país.
Los problemas que el modelo económico
provoca, ahora se pretenden sofocar con
medidas legislativas que solamente alcanzan a subrayar la percepción pública de
un gobierno fallido. A través de las normas, se formalizan conductas que tienen
un fuerte componente ideológico que defiende usos y costumbres ajenos a nuestra
idiosincrasia, a los lazos de unión histórico-sociales que nos dan identidad y
coherencia social. Se puede suponer que existe interés de desestabilizar social
y políticamente al país mediante la represión económica, la marginación
política y la privación o regateo de libertades fundamentales, como parecen
documentarlo las recientes reformas y la impresentable actuación de la SCJN.
Diputada Gómez Cabrera del PVEM-Sonora que, en su momento propuso castigar la publicación de memes en internet. |
Las decisiones de los diputados,
senadores y ministros de la Corte dan pie a considerar heridas de trivialidad
las instancias legales nacionales, de suerte que no sea exagerado señalar que
en el país todo aquello que no se pueda resolver desde una óptica inteligente
que tome en cuenta los valores e intereses de las familias y las instituciones al
servicio de éstas se convierte en iniciativa de ley, por ejemplo, el consumo de
enervantes.
La legalidad en México perdió rumbo,
dejó su asidero social e histórico para anclarse en modas impulsadas por
intereses que no cuentan con la legitimidad de ser nuestros. Es un eslabón más
de la cadena de enajenación política y económica que aprisiona el ser nacional,
que manosea y deforma la defensa de los derechos humanos, que reprime y
nulifica la familia, las tradiciones y costumbres que nos hacen ser singulares
dentro de la comunidad de intereses
históricos de la Patria Grande hispanoamericana.
Urge el rescate de la República.
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