“Hay dos clases de economistas; los que
quieren hacer más ricos a los ricos y los que queremos hacer menos pobres a los
pobres” (José Luis
Sampedro, 1917-2013).
Al parecer, la tendencia nacional a
sacudir estructuras y generar cambios que se formalizan en leyes, acuerdos y
programas, no sólo abarca la dimensión gubernamental sino que desciende a niveles
domésticos mediante la adecuación de leyes y reglamentos, implantación de sistemas
y homogenización de procedimientos y lenguajes. Lo anterior es explicable a
partir de que una reforma, para ser exitosa, debe penetrar no sólo estructuras
sino mentalidades, porque de su aceptación depende el éxito de su
implantación.
Así como el frenesí de la homogenización
y homologación en la esfera del sector público federal avanza y abarca la
estatal y la municipal, también se puede observar este fenómeno de réplica y
adecuación vertical en el ámbito de la educación. La lucha por garantizar una
educación pública gratuita y de calidad que se libra actualmente en los
espacios académicos y políticos no sólo se da en la sede de los poderes
federales, sino que también se da a lo largo y ancho del país. No sólo contiene
demandas y reivindicaciones histórico-sociales, sino que toca el contenido y la
forma de impartir conocimientos; no se queda en la organización y la gestión
escolar, sino que toca las estructuras curriculares y las modalidades
didácticas, en una interacción constante que penetra y conmueve a los formadores
y a los sujetos en formación.
Estamos hablando de la confrontación de
dos visiones de la educación, una signada por los imperativos y el pragmatismo
del mercado y otra, caracterizada por sustentar una posición crítica,
propositiva, socialmente pertinente y respetuosa de los valores nacionales.
Desde luego que en el terreno de la práctica docente, cabe distinguir el
interés de las burocracias escolares y el de quienes desde el aula trabajan
para hacer posible lo necesario, habida cuenta las estrecheces presupuestales y
la lentitud de los trámites que permiten la operación de los programas. A ello
hay que agregar las deficiencias formativas de los docentes y directivos, una
idea punitiva y no formativa de la evaluación tanto para alumnos como para
profesores.
Para desgracia de la educación, la visión
dominante de corte neoliberal dependiente es impulsada por el gobierno e
instrumentada afanosamente por el aparato burocrático nacional, sin que sea
tomada en cuenta la opinión y la experiencia de especialistas y maestros en el ejercicio
de sus labores. La trivialización de contenidos y el crecimiento de aparatos no
sólo fiscalizadores sino que cumplen una función ideológica evidente, prosperan
bajo el membrete de comités evaluadores, de capacitación docente, de impuso a
nuevas estructuras curriculares, de homogenización de procedimientos y
contenidos, en un contexto en el que el profesional de la educación parece ser
el elemento no deseado en la fiesta reformista neoliberal.
Dubai por Ayotzinapa octubre 2015 |
Aquí el maestro y el estudiante son los
sujetos a vencer y a convencer por la fuerza o de grado, de las bondades y la
fuerza irresistible del sistema económico y político que nos convierte como
país en la variable dependiente de las trasnacionales; son los objetivos de la
represión selectiva y sistemática y el ninguneo permanente en los órganos de decisión
corporativa que invaden las instituciones educativas dependientes de subsidios
públicos bajo el supuesto de la autonomía universitaria; son los “nuevos
modelos curriculares” que aparentan modernidad sin preocuparse de la
pertinencia de los contenidos ni de la didáctica, y menos de la especialización
y experiencia de los docentes. El neoliberalismo en educación contamina y
trivializa el sistema educativo en su conjunto, del cual es parte importante la
educación superior.
Sin duda alguna, Economía es una carrera
universitaria eminentemente social que tiene fundamentos sólidos en la historia
del crecimiento y desarrollo de las sociedades, y que cuenta con un marco
teórico e instrumental que no sólo caracteriza sino explica y establece tendencias
en los fenómenos que estudia, gracias a que su análisis y teorización produce
leyes que explican la ocurrencia de los fenómenos sociales de carácter económico
objeto de su estudio, dándole capacidad predictiva y permitiendo al estudioso
ahondar en sus causas y efectos, sin dejar de lado las características de su
evolución y alcance espacio-temporal.
El estudio científico de la Economía, en
su ámbito mundial, continental, nacional, local y municipal, cuenta con la
Economía Política, la Teoría Económica, la Historia Económica, las Matemáticas
y la Estadística como pilares fundamentales sobre los cuales se ha levantado el
edificio de las distintas especialidades y acentos de la Economía académica. Cada
una de las construcciones teóricas e instrumentales refleja las diversas
experiencias acumuladas en el largo camino que conduce, no sin esfuerzos, a la
comprensión del funcionamiento del sistema económico y los elementos germinales
de sus transformaciones. En este sentido, la Ciencia Económica es una construcción
histórico-factual de la evolución de la capacidad productiva de los seres
humanos y las formas que ha revestido la organización productiva, así como los
efectos que esto ha tenido en la organización socio-política de las sociedades.
Así las cosas, tratar de excluir del análisis
económico la aportación teórica de la Economía Política y de la Historia
Económica, para quedarse con la explicación que proporciona la teoría económica
neoclásica, es como pretender analizar un fenómeno económico real sin tomar en
cuenta su ubicación espacio-temporal, la dinámica interna y externa de sus
cambios y los efectos sociales y políticos de su trayectoria; dicho en otras
palabras, es como ignorar el expediente clínico de un enfermo: el conocimiento
de los antecedentes clínicos, personales y familiares, ambientales y laborales,
el estado general de salud y predisposición genética, entre otros indicadores,
permiten sin duda un buen pronóstico y, en consecuencia, el tratamiento adecuado
al tipo de padecimiento.
Un economista que no analice la información
cuantitativa y cualitativa de su objeto de estudio y que se conforme solamente con
los resultados que arrojen sus herramientas cuantitativas, difícilmente
penetrará en la esencia de los fenómenos y solamente hará interpretaciones de “violinista”:
aquí bajó y aquí subió la producción de cobre, por ejemplo, pero no llegará a
una propuesta de solución pertinente al problema en estudio si excluye las
variables asociadas a la dinámica social, política y laboral del proceso
productivo. No es lo mismo describir que explicar y comprender un fenómeno
social de carácter económico. La economía como la medicina, para ser
socialmente útil, debe pensar holísticamente, su visión y abordaje de los
problemas debe ser integral, situada en la lógica objetiva del problema a
resolver.
Actualmente se lleva a cabo un “Foro de consulta
y transformación académica del programa de licenciado en Economía” de la
Universidad de Sonora. En la semana del 9 al 13 de noviembre, opinarán los
profesores, los estudiantes y los empleadores. Me parece que se debe centrar la
atención en el fortalecimiento de las áreas correspondientes a la Historia Económica,
la Economía Política, la Teoría Económica, las Matemáticas y la Estadística,
por su gran valor explicativo y formativo. Son el núcleo básico de la
preparación académica del profesional de la Economía. Excluir la visión del
cómo, el cuándo, el por qué y para qué de la evolución económica de la sociedad
sería un suicidio intelectual que reduciría al egresado a una calidad meramente
instrumental, técnica, alejada de la posibilidad de proporcionar un servicio profesional
necesariamente integral y no sólo explicativo sino propositivo, transformador de
nuestra economía.
Una buena reforma no consiste en reducir
las áreas o las asignaturas, sino en reforzarlas guiados por su pertinencia,
más que su homogeneidad con los planes de otras instituciones. Cada institución
se debe a la sociedad a la que sirve, y cada estado de la república posee
característica y particularidades físicas y culturales que lo distinguen del
resto de las entidades. Las instituciones
que cuentan con programas de Economía fallarían si estructuraran sus planes de
estudio dejando de lado las áreas del núcleo básico de la formación del economista,
así como soslayando la vocación productiva real y potencial del estado y
municipio al que pertenecen.
En resumen, una buena reforma debe ser
pertinente desde el punto de vista académico y contextual. Sonora y el país
requieren de un profesional con sensibilidad social y política capaz de dar
respuestas a los problemas económicos presentes y futuros, que entienda que su
deber profesional es responder prioritariamente a las necesidades del pueblo, de
las grandes mayorías que padecen de marginación económica y social y cuya voz
se ignora cuando no se silencia, y es responsabilidad de nuestra institución
formarlo.
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