“Los precipicios casi
siempre están cerca de las alturas” (proverbio latino).
Iniciamos la semana con la maleta
cargada de optimismos mediáticos, frases y sentencias de enjundia pueblerina
que resuman fe, imágenes tumultuarias y caras que muestran algún tipo de logro,
olor a pompa y circunstancia, redundancias y declaraciones a propósito de
encomios protocolarios y una nueva imagen gubernamental: una especie de flor
multicolor.
En el primer acto político presidido por
la nueva gobernadora, celebrado el domingo 14 en el CUM, se dieron cita
personalidades de diverso pelaje, representando, en lo posible, al sector
público, privado y social, además del priismo organizado y adláteres. Desde luego
que el acto no fue público gracias a que el recinto estuvo arropado por las
fuerzas del orden, quienes dejaron fuera a los ciudadanos que enarbolando
mantas y pancartas pretendían hacer uso de su derecho a la libertad de
expresión y manifestación, como por ejemplo, los afectados por el derrame
tóxico en el Río Sonora.
El punto de vista es, desde luego
respetable, pero quizá fuera de proporciones, ya que otra de las invitadas fue
Rosario Robles Berlanga, representante
del presidente Peña Nieto, quien a su vez fue jefa de gobierno en el DF y no
hace mucho titular de Sedesol, famosa por sus desatinos en el ejercicio del
poder y por haber proclamado que cesaría la ayuda económica de Sedesol a
mujeres que tuvieran más hijos de los que le parecieron convenientes; otros
casos de mujeres “sensibles” son los de Angela Merkel y Christine Lagarde,
canciller de Alemania y directora del FMI, respectivamente, que demuestran
fehacientemente que la “sensibilidad” no es necesariamente patrimonio del sexo
femenino. No escapa el detalle de que al inicio del discurso de CP
proclamó que los sonorenses “ya tienen
gobernadora”, como si fuera un logro el sexo del titular del Ejecutivo, antes
que su capacidad y aciertos al frente del gobierno.
Muchos han comentado el mensaje en los
términos más entusiastas, incluso alguien escribió que había sido un buen
planteamiento. Leí el texto completo dos veces y me instalé para analizar el
vídeo del acto. Me pareció una generosa colección de lugares comunes en forma
de párrafos un tanto aislados, como apuntando aspectos o detalles que pudieron
haber sido complementados por la oradora pero que quedaron como un guion mejor
actuado que articulado. Tan solo dos ejemplos: no parece estar al tanto de las
consecuencias de la globalización en regiones que sólo sirven de traspatio o de
reserva de insumos; da por sentado que la fórmula seguida por Peña Nieto y
defendida por Beltrones puede en algún momento dar resultados que beneficien a
Sonora y al país.
Quizá tenga peso y valor propio el hecho
de comprometerse a rescatar el estado de derecho y hacer valer la ley y la
justicia en los casos de saqueo del erario, abusos de poder y corrupción
desenfrenada que incluso afectó a menores a cargo del DIF. Por lo pronto
anuncia la creación de una “fiscalía especial” para atender tareas de
investigación en materia de corrupción, de los que se van y de los que llegan.
Parece que la receta de violar la ley y generar problemas para después crear
una dependencia que los resuelva se va a seguir puntualmente. ¿No sería más
sencillo actuar de acuerdo a la legislación vigente? ¿Acaso no hay instancias
legales que atiendan el saqueo de recursos, la extorción, el tráfico de
influencias y demás temas que afectan a la función pública? ¿Los delitos del
gobierno pitufo son una novedad no prevista en las leyes? ¿Los dueños de la
guardería ABC seguirán siendo personas de probidad intachable?
Independientemente de los
pronunciamientos y la voluntad que pudiera existir, es claro que Sonora no ha
cambiado, que seguimos siendo un estado endeudado y con la hacienda hecha
añicos, víctima del saqueo desaforado de fondos como el de pensiones y
jubilaciones del Isssteson; que la ciudad capital está altísimamente
contaminada y que la región del Río Sonora, Bacanuchi y San Miguel requiere de
una declaratoria de emergencia por razones de salud pública.
La carga emocional de muchos ciudadanos
que dijeron adiós con mentadas de madre a Padrés y equipo pitufo es,
necesariamente positiva. Como que se aligera el peso del atraco gracias al
cambio de nombres y rostros. Hay quienes confían en que las cosas algo van a
cambiar, y que Dios se apiadará de los sonorenses. Ojalá que el pueblo de
Sonora entienda que el problema no es el sexo del gobernante sino el horizonte
político de su proyecto. Hoy más que nunca conviene conservar la memoria.
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