"Gobernarás a muchos si la razón a ti te gobierna" (Séneca).
La representación Shriners en Hermosillo parece ser
bastante nueva ya que el representante estatal de esa organización acusa
desconocimiento de su existencia, de suerte que todo puede esperarse cuando una
entidad fantasmal gestiona una obra del tamaño de un hospital especializado a
construir en un terreno de 35 mil metros cuadrados cuyo dueño original es el
ayuntamiento, mismo que fue “donado” para los fines arriba señalados a esa
organización filantrópica sin que mediara solicitud autorizada. Es decir, el presidente
municipal planteó al cabildo de Hermosillo la donación argumentando el interés
de la organización Shriners de construir un hospital, pero los representantes
legales en el estado no cuentan con la información respectiva, no estaban
enterados del proyecto y ni siquiera de la intención, no han hecho ninguna
solicitud y no conocen a la persona que se dice representante en Hermosillo.
Las preguntas obligadas: ¿por qué el alcalde López
Caballero da curso formal a una solicitud que no fue hecha por los conductos
oficiales normales? ¿Dónde está el oficio donde Shriners manifiesta
oficialmente su intención de construir un hospital en Hermosillo y solicita la
donación del terreno? ¿En qué momento se dio el contacto de Shriners hacia el
ayuntamiento y en qué forma se llevaron a cabo las negociaciones propias de una
desincorporación inmobiliaria de ese tamaño? ¿Hay actas de estos encuentros
formales? Mientras avanzan los pocos días restantes del trienio, bien se puede
especular e incluso fantasear acerca del trasfondo de una gestión por lo menos
extraña.
No menos intrigante es la posible aunque negada venta
del delfinario por parte del gobierno del estado, a fin de paliar el enorme
hueco que tiene el fondo de pensiones y jubilaciones del Isssteson. Como se sabe,
en ese lugar se proporcionan terapias gratuitas que han beneficiado a muchas
personas con problemas de motricidad. La eventual pérdida significaría dejar de
oportunidades de recuperación a un número considerable de pacientes.
Por otra parte, en el nivel del gobierno federal del
priista Peña, las cosas no son de color de rosa. Coneval reporta que durante
los dos primeros años de gobierno aumentó en dos millones el número de pobres,
lo que significa que uno de cada dos mexicanos es pobre. De todo el universo
poblacional, solamente el 20.5 por ciento (24.6 millones de mexicanos) no están
en pobreza y tienen cubiertas sus necesidades (La Jornada, 23/07/2015). A pesar
de que “numerito habla”, la administración insiste en su labor depredadora y la
desnacionalización de los activos energéticos parece ser prioritaria, aun
teniendo en contra el nivel desfavorable de los precios del petróleo y el más
elemental sentido común y la defensa de los recursos nacionales. A contra
lógica, la titular de Sedesol, Rosario Robles, presume que no hay por qué
cambiar porque “vamos por el camino correcto.”
Al parecer, los genios económicos del régimen no toman
en cuenta la triste realidad y las consecuencias de la estrecha dependencia de
nuestra economía con el dólar y los intereses energéticos de EE.UU. Cuando la
lógica sugiere diversificar fuentes energéticas, mercados y desarrollar
tecnología propia, fortaleciendo la educación, la investigación y la industria
nacional, el gobierno se muestra terco en aumentar la dependencia, acabar con
la planta productiva nacional y ser un consumidor modelo, un país maquilador,
dependiente hasta en la impartición de justicia y en los modelos de seguridad
social.
Cada tanto se advierte del fracaso económico nacional
y de los peligros de la dependencia, pero parece que el éxito de otros países
latinoamericanos no nos llega a la conciencia, no significa un ejemplo a
seguir; por ejemplo, Argentina, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Cuba, que han
tenido que poner cara al asedio internacional por atreverse a ser libres y
soberanos. Vemos el ejemplo de países que se negaron a ser rehenes del Fondo
Monetario Internacional (FMI) y, con los trabajos del caso, lograron salir
adelante, más allá de “rescates” perversos que solo significan más deuda y
sacrificios para el pueblo. Recientemente Evo Morales, presidente de Bolivia,
decía satisfecho que está mejor un país cuando no tiene que nada que ver con el
FMI.
Al respecto, el pueblo griego se ha preparado para
resistir un segundo paquete de reformas, tras la oprobiosa aceptación por parte
del gobierno de las condiciones impuestas por el Banco Central Europeo (BCE) y
el FMI, que se traducen en más austeridad, menos salario, menos seguridad
social, menos pensión y más tiempo de jubilación, lo que en conjunto significa
menos democracia, menos calidad de vida y más inestabilidad política y social.
El “rescate” griego pinta de cuerpo entero la absurda
política financiera internacional impuesta por EE.UU. a la periferia y cuán
hipócrita y falso puede ser el discurso de la democracia y los derechos
humanos. A Grecia se le forzó al endeudamiento, se le obligó a aceptar
préstamos para hacer pagos a sus acreedores; los “rescates” recientes del BCE
sólo sirven para seguir pagando abonos al propio BCE y al FMI.
Grecia presentaba al mundo la oportunidad de romper
las cadenas de la opresión y acabar con el sistema financiero, pero el gobierno de Tsipras no
aguantó la presión. En la carrera de los cambios mundiales, un eslabón de resistencia
que se rompe fortalece la dictadura del FMI. De ser una esperanza de cambio
pasó a ser un ejemplo de cómo la coacción y el chantaje de los organismos
financieros internacionales viola la soberanía de las naciones y cancela la
democracia y toda posibilidad de vida digna. En este contexto queda claro qué
tan vulnerable pudiera ser el tirano, así como qué tan fuerte debe llegar a ser
el país puesto en la posición de víctima.
México ha sido víctima pasiva del FMI, víctima
colaboradora de su propio martirio, por eso el ciudadano común no se entera de
su influencia en los salarios de hambre, en el desempleo, en el aumento de la
pobreza, en la inseguridad pública, en el achicamiento de la seguridad social,
en la obscena dependencia que invade todas las esferas de actividad nacional, y
sólo sufre y lamenta sus efectos. Las reformas “estructurales” son la prueba
más clara de que lo que ocurre en Grecia ya asaltó, desde el gobierno
neoliberal, los sueños de nuestros jóvenes, los hizo añicos, y transformó sus
valores en cinismo, en una farsa ridícula que parece interminable.
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