En
río revuelto ganancia de pescadores.
La población sonorense acostumbrada a la
lectura lineal de las noticias, tiene en los hechos actuales una excelente
oportunidad para aprender a releer las notas informativas, reflexionar sobre su
contenido y sacar conclusiones que pueden ilustrar convincentemente los siempre
presentes y, a veces creativos, mecanismos de la manipulación.
La fuga del chapo Guzmán parece
representar una nueva posibilidad de especular libremente acerca del bien y el
mal del sistema, de los insondables misterios de la componenda, el acuerdo
soterrado y la complicidad de funcionarios mayores y menores con la delincuencia
organizada, o dicho con propiedad, con el lado visible y confeso de la misma.
A estas alturas, la posición del
gobierno de Peña frente a la opinión pública es precaria, si se le puede llamar
así a la imagen impresentable que se ha venido deteriorando en la medida en que
toma decisiones, hace declaraciones, asiste a actos protocolarios, representa
al país en el extranjero, viaja y ostenta el poder presidencial. Si empezó el
gobierno bajo la sospecha del fraude, compra de votos, excesos financieros y mecanismos
ilegales cobijados por la autoridad electoral, ahora parece haber consenso en
que la salida puede y debe ser por “motivos de salud”.
En medio del desbarajuste provocado por
un manejo desaseado en materia electoral, sobresale el pobre desempeño
económico y la inoperancia del modelo adoptado como dogma de fe por el gobierno
nacional. Se han profundizado las asimetrías y contradicciones de nuestra
economía, y las llamadas reformas estructurales que han dado continuidad al
proyecto entreguista de Salinas de Gortari, han demostrado con suficiencia su
fracaso y los efectos perniciosos están a la vista. Las expectativas de
crecimiento han tenido que bajar a menos de dos puntos porcentuales del PIB.
Viendo cómo se despedaza el país,
todavía nos recetan la ridícula e infundada cantinela de que todo está bien y
que “ya se ven los resultados de las reformas”, queriendo significar su acierto
y carácter progresivo. Con esto, muchos ciudadanos se debaten entre la náusea y
la risa loca.
Pero volviendo a la nota que ocupa la
atención de todos los medios y todos los lectores casuales y consuetudinarios,
llama la atención la oportunidad de la fuga, estando el país en medio de la
debacle económica, broncas laborales y un cambio alarmante hacia la
privatización de los servicios de salud y, por ende, el fin de la seguridad
pública.
Al respecto, en estos últimos días hemos
tenido noticias que, por una u otra razón, nos remiten al sector salud pública,
como es el caso de los errores médicos tanto en el IMSS como en el ISSSTE. Así
se tiene el caso del bebé al que le fue extirpado un ojo sano, el extravío de
un riñón que iba a ser trasplantado de madre a hija, y el escandaloso y luego
desmentido asunto de la amputación del pene de un bebé recién nacido al ser
“confundido con el cordón umbilical”. La mayoría de los lectores, muchos de
ellos usuarios de los servicios de salud pública, pueden justamente sentirse
ofendidos y alarmados por estas situaciones, agravadas por anécdotas de malos
tratos y malas experiencias en los hospitales y clínicas.
Se genera un ambiente algunas veces
fundado en la experiencia pero no necesariamente generalizable, no siempre
veraz ni justo, porque también se tiene casos de atención esmerada a pesar de
las precarias condiciones de prestación del servicio, de la ausencia de
estímulos al personal, de la carencia de camas, materiales de curación, de
instrumental quirúrgico, de medicamentos, de las mínimas condiciones de
mantenimiento de maquinaria y equipos por razones de presupuesto, lo que se agrava
con los ajustes periódicos que se hace a los recursos destinados a la salud y
púbica y seguridad social. No es exageración afirmar que el sector salud
funciona y resuelve problemas gracias a la voluntad de sus trabajadores, a
pesar de las cada vez más precarias condiciones de trabajo, de los cambios en
la legislación que desprotege al trabajador porque repercuten en los contratos
de trabajo, porque se ha incorporado la subrogación a la vida cotidiana de los
hospitales mientras que médicos, químicos y personal de enfermería ven
evaporarse sus prestaciones y una jubilación digna y justa.
Sin embargo, a los esfuerzos del sector
salud no se le da tanta importancia como a sus fallos. Pareciera que se trata
de generar sentimientos adversos entre el público, ya que se prioriza la
descalificación y el desprestigio. Se promueve sigilosamente la privatización
de los servicios de salud dando paso a la práctica privada, a convertir en
negocio los servicios, a transformar al paciente en “cliente”, y a la
institución de y para el pueblo mexicano en “empresa”.
Con esto, agregado a las reformas
laboral, educativa y energética, se cancelarían las condiciones de progreso y
bienestar plasmadas en la Constitución del 17, se eliminaría el compromiso del
gobierno de trabajar por el desarrollo integral de la nación en beneficio del
pueblo, caducaría el contenido social de nuestra Ley Suprema, toda vez que el
paquete de reformas “estructurales” con su carácter neoliberal nopalero, nos
convierte en un país maquilador, en un simple reservorio de biodiversidad,
recursos mineros, agua y petróleo que no necesita de soberanía nacional ni de
diseño de política económica propio.
El gobierno convertido en un gestor de
las empresas trasnacionales no necesita de educación, ciencia y tecnología,
salud, seguridad social y empleo digno porque no son sus prioridades en el
proceso de entrega de los recursos nacionales al capital extranjero. Así las
cosas, la corrupción es necesaria y la simulación y la manipulación de la
información adquieren una importancia estratégica. Por consecuencia, las
cortinas de humo se convierten en una necesidad urgente para hacer avanzar el
modelo, para tener distraída a la población, para desviar la atención de los
grandes y prioritarios problemas nacionales.
El análisis y la posición crítica frente
a la masa informativa y los estímulos en forma de escándalos, chismes
palaciegos, asuntos de nota roja y temas carcelarios, debe prevalecer y poner
las cosas en su justa dimensión. Hay que aprender a leer y procesar las noticias en legítima
defensa de nuestra integridad social y personal. Nuestra seguridad social y el
país en general están de por medio.
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