Es probable que el hartazgo unifique los
criterios ciudadanos, y quizá la podredumbre que el sistema arroja a puños
sobre la cabeza y entorno de los habitantes de Sonora termine por persuadirlos
de que, por más buenas intenciones que el gobierno diga tener, las cosas
empeoran y cuando lo hacen dejan salir otros motivos de inconformidad que se
van acumulando en estratos de jodidez inacabable.
Mientras que los problemas
periodísticamente relevantes del pueblo llano se debaten en las refrigeradas
aulas y salas académicas y, eventualmente, en las oficinas gubernamentales y de
los partidos políticos, la ciudadanía en general sufre no sólo el desprecio y
la falta de interés por sus condiciones de vida, sino la monserga de las
explicaciones y las propuestas que huelen a ociosidad, a lucimiento meritocrático,
a apariencias cubiertas, a mascarada carnavalesca.
La evidente separación o, más bien,
distanciamiento entre la realidad vivida y la pedantería arropada en la teoría
o el programa burocrático salido de algún invernadero oficial u oficioso, se
hace más profunda y dolorosa en la medida en que a nadie le llega realmente el
agua al cuello, salvo los directamente afectados. Las víctimas son objeto de
estudio, de análisis, de comparación, de la retórica que caricaturiza la realidad
y significa puntajes para los investigadores, ocupación transitoria para los
burócratas, material apetecible para la prensa orbital de los despachos de
primer nivel oficial, y una sonora mentada de madre para los ciudadanos con sentido de las
proporciones y capaces de ser solidarios con los afectados. Se ha perdido la
decencia, el respeto y descuidado las formas.
El tema del derrame tóxico de la
minera de Cananea, ha producido más declaraciones que resultados, ha servido de
comprobación de la modorra e inoperancia que se añade a los otros defectos del
actual gobierno, sea federal o estatal, y ha permitido que se integren comités,
comisiones, grupos de trabajo y hasta un oportunista y raro fideicomiso.
También ha hecho posible que los alcaldes de los pueblos afectados tengan voz y
presencia en los medios de información, y que, a pesar de los intentos en
contra, salgan a flote los detritus de la política a la mexicana, practicada
viciosamente tanto por el PAN-gobierno local como por el PRI-gobierno nacional.
La inmensa torta de desechos flota
sobre las conciencias de los pobladores rivereños, tanto como de los ciudadanos
preocupados por la desfachatez oficial. Sonora tiene varios pendientes,
cuestiones viejas y recientes que apuntan a ser temas de conversación dolorosa
y nostálgica, asuntos que los pretextos y el tiempo ayudarán al gobierno en su
labor de adormecer y diluir los rostros de los culpables: Murillo Káram de la
PGR dice que no está para fabricar culpables, que hay cinco peritajes aunque
sólo uno apunta a que el incendio de la Guardería ABC fue intencional. El olor
a quemado se matiza con otro que identificamos como el de la impunidad.
Por otra parte, las dependencias cuyo
trabajo es el agua y la ecología prometen respuestas, pero de inmediato dejan
ver su imposibilidad de poner orden y castigar al culpable del desastre ecológico
y económico sonorense. El senador panista Búrquez ha dicho que sería “una
estupidez” cancelar la concesión a Grupo México. ¿Cómo tocar al capital? ¿Cómo
poner en la balanza a decenas de miles de habitantes y un futuro regional
prácticamente perdido frente al señor Larrea, empresario favorito del panismo?
Ahora la prensa nos informa que el titular de la Secretaría de Economía no
considera procedente el retiro de la concesión, porque prefiere “remediar”.
Por otra parte, mientras el
empresariado cobijado por Concanaco declara que un aumento al salario mínimo
sería “criminal”, y que la solución es una mayor competitividad y
productividad, los trabajadores se ven
acosados por una idea que termina siendo dominante: la esclavitud asalariada
planteada por el marxismo, ¿no era una invención política de resentidos contra las
bondades del sistema? ¿Realmente existe? ¿Para que haya justicia social debe
darse necesariamente un cambio de sistema? ¿Los que acusan al trabajador de ser
el culpable de su propia pobreza y marginación, lo dicen por la paciencia y
tolerancia de éstos hacia la explotación, o porque confían en su ignorancia y
docilidad?
Sonora es una entidad federativa
castigada con el asesinato de 49 infantes, sumida en la rapiña inmobiliaria, en
la injusticia laboral, en la represión más ridícula a los ciudadanos que luchan
y se manifiestan contra la voracidad que actúa a la sombra del poder; lesionada
gravemente por un derrame tóxico que nunca debió ocurrir, atenazada por un
futuro desolador en sus actividades productivas regionales, insultada por la
desfachatez y demagogia gubernamentales; explotada en sus recursos naturales y
abaratada en el exterior como destino de inversiones fáciles y redituables. Es
el escenario de un desastre ecológico, político y social, y la prueba
irrefutable de que con demagogia y engaños no se progresa ni se hace gobierno.
Ante el desolado panorama, cada
ciudadano afectado en sus intereses, en su calidad de vida y expectativa de
progreso y bienestar, es un testigo de cargo contra un gobierno que no sólo ha
defraudado a los votantes, sino que se ha burlado fiera y cruelmente de la
confianza de algunos y de la paciencia de todos.
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