Al
señor gobernador de Sonora le ha llovido en su milpa, por la paradójica
situación de que es hombre de aguas tomar en un estado en donde el tema del
líquido se debate, comenta, invoca y murmura en casi todas las bocas y en caso
todos los tonos (http://noticieros.televisa.com/programas-punto-de-partida/1409/nuevo-pozo-padres/
). ¿El agua es de todos o es de unos cuantos felices poseedores de derechos y
prebendas? ¿Tiene el gobernador más derechos acuáticos que el resto de los
ciudadanos sonorenses? La respuesta categórica es NO. El señor Padrés comparte los beneficios del
agua y sus milagros con otros personajes que son, como él, “producto de los
tiempos que vivimos”, como nos informa el acucioso secretario Romero,
cachabolas oficial del sexenio azul que corre (http://www.dossierpolitico.com/vernoticias.php?artid=148255).
En esta
lógica, a nadie puede extrañar que surjan del lado del priismo organizado, para
envidia y ejemplo de muchos políticos que están al día y a la vanguardia, los
nombres de otros aguatenientes como Alfonso Elías Serrano quien en su rancho La
Cienaguita posee, según ha trascendido en las redes sociales, una presa
particular de algo así como 6 millones de metros cúbicos, o el no menos
afortunado Samuel Moreno Terán, con su rancho El Dorado, que también compite
ventajosamente en eso de manejar recursos hidráulicos sin tocar la baranda de
la ley.
Al
parecer, el problema no se reduce a plantear las asquerosas costumbres
acuáticas de los políticos panistas, o sus parientes cercanos priistas, como un
hecho insólito, deleznable y candidato natural a ser señalado con el dedo de la
indignación mediática. “Son parte de los tiempos que vivimos”, nos aclara orondo
el secretario Romero. O tempora, o mores (¡Oh tiempos, oh costumbres!, Cicerón,
primera Catilinaria).
Desde
luego que Conagua promete emprender una investigación sobre el asunto de cómo
surgen presas particulares en Sonora, a la sombra del gobierno pitufo o a la de
cualquier otro con vocación depredadora y con manejo margal de la ley (http://www.dossierpolitico.com/vernoticias.php?artid=148207).
Sin duda, el tema del agua da para muchos litros de tinta, aunque la derrama
informativa pudiera tener altos contenidos de manipulación, sesgos y otros
materiales altamente contaminantes que, de manera residual, seguirán afectando
nuestra percepción de la realidad y en particular el tamaño del desastre
ecológico que tenemos.
Llaman
la atención las notas sobre la supuesta limpieza de las aguas contaminadas que
realiza el Grupo México, y los apoyos que supuestamente otorga a los pobladores
afectados por el derrame, lo que añade un toque de criminalidad confesa a la
negligencia y desaseo con que la minera dispone de los recursos naturales de la
región y no sólo de los metales que dice extraer para el progreso de Sonora y
México, según se alega (http://www.entretodos.com.mx/notacompleta.php?id=82712).
A nadie puede escapar el curioso detalle de que a unos cuantos trabajadores con
chaleco anaranjado y armados de palas, se les atribuya el milagro de “limpiar”
un cauce contaminado con metales pesados, sustancias químicas altamente
cancerígenas y corrosivas que van cobrando víctimas y dañando el ambiente por
donde pasan.
También
resulta curioso que el gobierno promueva la venta de productos de la región con
el argumento de que fueron producidos fuera de la zona contaminada, como si no
existiera el fenómeno físico de la capilaridad y como si no tuviera en el
terreno la propiedad de ser permeable a líquidos y sustancias arrastradas por
la corriente del río o por el agua de las lluvias. ¿Por qué tratar de minimizar
lo que es a todas luces el peor desastre ecológico que ha sufrido Sonora, por
no decir el país?
A pesar
de los graves avisos previos a la catástrofe por parte de los mineros de la sección 65 de Cananea, y de
las evidencias de que la empresa del señor Larrea es un peligro donde quiera
que se establece, el PAN nos regala perlas de altísimo valor político que
ilustran acerca de la moral y el interés por preservar los intereses ciudadanos
sonorenses: el senador Búrquez defiende el derecho de contaminar de la minera y
de conservar su estatus neoporfiriano por aquello de que genera empleos, como
si no se supiera del número de extranjeros que tiene en su plantilla de
personal y la precariedad de sus condiciones de seguridad e higiene para los
nacionales y sus familias (http://www.uniradionoticias.com/noticias/riosonora/292681/seria-una-estupidez-cerrar-buenavista-del-cobre-francisco-burquez.html).
Lo que sí es una verdadera estupidez y una falta de conciencia monumental es
defender los intereses de los depredadores en perjuicio de los ciudadanos
trágicamente afectados en sus bienes y en sus vidas.
Sonora
es un estado rico en minerales y que pudiera ser próspero en materia
agropecuaria, industrial y comercial, pero ha faltado iniciativa y normas que
protejan al productor nacional frente a otros intereses. El tema del agua es
uno de los que más levantan polvo, quizá por ser el que menos se ha ventilado
públicamente. Hay voces especializadas que señalan la existencia de agua en el
subsuelo, en determinadas regiones entre las que se incluye Hermosillo. ¿Si
existen esas reservas, para quién o quiénes están destinadas y celosamente
guardadas? ¿Qué clase de negocios se pretenden emprender cuando los recursos no
nos pertenezcan del todo? ¿Por qué el interés del gobierno de acatar lo que
parece un mandato ejecutivo de parte de Arizona para meter mano en lo que
corresponde a Sonora? ¿Qué gana el estado con servir de reserva económica de
otro país con intereses distintos y muchas veces contrarios a los nuestros? (http://www.uniradionoticias.com/noticias/sonora/292283/busca-arizona-crear-mega-region-economica-con-sonora.html
).
Siendo la entidad atractiva para las
inversiones, ¿por qué no se generan proyectos locales y nacionales que añadan
competitividad y generen empleo decente, con compromiso claramente establecido
a favor de la economía local y regional? Por el contrario, el asunto del
derrame tóxico de la minera Buenavista del Cobre de Cananea, ha demostrado
clarísimamente el nivel de desprotección y atraso que azota a los pueblos
rivereños, su indefensión frente a rancheros y hacendados neoporfirianos,
frente a inversionistas extranjeros que acaban con los recursos naturales, que
no contribuyen en nada al desarrollo de la región, que se llevan las riquezas a
sus países de origen tal como se hacía en el siglo XIX. El colmo del absurdo o,
de la estupidez, si se quiere parafrasear al senador pitufo Búrquez, sería
dejar en manos de las trasnacionales nuestro futuro.
Como
quiera que nos la pongan, más vale ser cabeza de ratón que cola de león. Sonora
puede ser tan próspera como nosotros queramos, sin necesidad de las siempre
asimétricas intervenciones extranjeras de cuya codicia habla con suficiencia
nuestra historia.
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