¿Se ha dado cuenta que cada vez hay
más ocurrencias legislativas contra los trabajadores y sus organizaciones? ¿Ha
notado que el discurso oficial y oficioso tiende a condenar de una u otra forma
la lucha por los derechos laborales? ¿Ha visto cómo coyunturalmente surgen
organizaciones de “madres de familia” o “estudiantiles” contra los movimientos
de huelga? ¿Cree usted que lo anterior es una casualidad, o una reacción
ciudadana legítima?
Si hacemos un poco de memoria, durante
una huelga en la Universidad de Sonora, el entonces senador Guillermo Padrés
Elías, invitó a desayunos o comidas a grupos de estudiantes “preocupados” por
la huelga, expresando sin recato alguno que iba a impulsar iniciativas que
pusieran orden en eso de la suspensión de clases, por aquello de “defender el
derecho de los estudiantes a estudiar”.
Obviamente, los estudiantiles afines
al PAN tomaron como suya la bandera del desparpajado aspirante a gobernador en
precampaña, dueño de la linealidad y falta de conocimientos jurídicos que,
según se ha podido constatar, es característica propia del neopanismo. Lejos
quedaron los escrúpulos legales, el respeto a las normas, la ética y la moral
que otrora enorgullecía a los panistas de viejo cuño, como don Jesús Larios,
Nacho Bustillos y Prisciliano Meléndrez, entre otros, que independientemente de
sus convicciones políticas de campanario y sacristía, honraban sus deberes y
obligaciones ciudadanos poniendo por delante una vida honesta, ajena y distante
a la actualidad oportunista, falsa e hipócrita de quienes llegando al gobierno,
han hecho gala de rapiña y manoteo.
Últimamente se ha visto que el tema de
la huelga universitaria es el pretexto ideal para que el panismo relance su
imagen y luzca como un defensor de los derechos estudiantiles. Curiosamente, en
el llamado “Nuevo Sonora” el subsidio otorgado a Universidad de Sonora (Unison)
se ha reducido mientras que el correspondiente a casas de estudiantes ha
corrido la misma suerte o ha sido eliminado, como es el caso de la Casa del
Estudiante Urense, que desde hace un año no recibe ningún tipo de apoyo (http://www.dossierpolitico.com/vernoticias.php?artid=143590&relacion=&tipo=Principal1&categoria=1).
Como se ve, la preocupación del gobierno tiene sus asegunes.
La triste realidad es que logreros
impreparados han tomado por asalto las cámaras y micrófonos de los medios
periodísticos para pontificar acerca del maravillosos mundo pitufo y la
necesidad de privar a los trabajadores de un derecho elemental que es el de
huelga: “que las instituciones educativas no suspendan clases, que se cierren
oficinas, que no haya investigación, pero que las clases continúen”, declara el
diputado plurinominal Damián Zepeda Vidales, en una torpe entrevista ( http://youtu.be/bI0tqjLPA_I) donde usted
podrá constatar que el conocimiento de las leyes que rigen este país es una
materia ignorada u olvidada aún entre los que se ostentan como “licenciados en
derecho” dentro de las filas del PAN.
En la entrevista de referencia, el
diputado (sic) Zepeda no tiene empacho en aprovechar la torpe ayuda del
entrevistador y cae en comparar la huelga universitaria con la de algún
hospital, como si la legislación no hiciera una clara valoración a favor de la
salud y la vida de los pacientes en caso de que el centro hospitalario entrara
en huelga, peligro que no se puede comparar con la situación de los alumnos de cualquier
centro de enseñanza porque no tiene los mismos efectos, para empezar no pone en
riesgo la vida de nadie y la salud y la educación no se miden por los mismos
parámetros. Por si fuera poco, el diputado (sic) pone el ejemplo de una casa, y
remata afirmando que no se puede cerrar la casa de los estudiantes que es la
universidad.
No sé en qué universo paralelo puedan
compararse las relaciones de los trabajadores de un hospital y los de una
universidad. Mientras que si los primeros
suspenden labores, pueden afectar la salud de los pacientes y poner en peligro
su vida, por lo que el legislador ha establecido que los servicios de
emergencia deberán seguir funcionando hasta poner fuera de peligro a los
enfermos bajo su cuidado; en cambio, a la universidad nadie ingresa por estar
enfermo, ni se agrava ni se muere por una huelga. Por lo segundo, la “casa de
los estudiantes” no es la universidad, sino el lugar en el que, durante un
cierto tiempo, concurren para adquirir y formalizar sus conocimientos. En ese
sentido, la huelga solamente implica la suspensión temporal del proceso de
enseñanza-aprendizaje en aulas, que continúa una vez que termina el conflicto
laboral. Para eso son los ajustes en el calendario escolar.
Sorprendentemente, el citado
legislador (sic) puso en la misma balanza el derecho de huelga y el derecho a
la educación. La inopinada revelación seguramente ha revolucionado el derecho constitucional y las prioridades
nacionales, habida cuenta que la referencia es la huelga de la Universidad de
Sonora que, como se sabe, es una institución de educación superior y éste nivel
académico es opcional en México como en el resto del mundo, ya que sólo es
obligatoria la educación en el nivel básico que abarca la primaria, secundaria
y media superior.
La realidad es que aún si se tratara
de una escuela secundaria o preparatoria, el derecho de huelga está por encima
del derecho a la educación, en tanto que el primero lesiona directamente la
economía de los trabajadores y sus familias mientras que el segundo se
salvaguarda y es retomado una vez que se soluciona el conflicto. Dicho con
todas las letras: en México, como en el resto del mundo, el trabajo es el que mueve la economía y
produce la riqueza que permite la generación de impuestos y, por tanto, los
recursos para el pago de bienes y servicios entre los que se incluye la
educación. En esta medida, la protección de los derechos de los trabajadores
redunda en la calidad de vida de las familias, y en la posibilidad de que sus
hijos tengan acceso a la educación.
Por su parte, los centros educativos
permiten el acceso a los bienes culturales, científicos y tecnológicos, pero su
contribución real a la vida nacional depende de las condiciones del mercado
ocupacional. Desde el punto de vista económico, si no hay empleo, no sirve de
mucho a las familias que sus hijos tengan títulos universitarios ya que no podrán
trabajar y generar ingresos. Por otra parte, si el gobierno regatea los apoyos
económicos a las universidades, reduce presupuestos e ignora sus demandas,
entonces, ¿cómo puede decir que se preocupa por los estudiantes?
La imbécil iniciativa de prohibir las
huelgas en las casas de estudios es una medida hipócrita, anticonstitucional y
francamente perversa. Es insultante por su vaciedad, demagogia y mañosa
pretensión de engañar a una sociedad cada vez menos informada y más manipulada
por los medios de comunicación, pero a la vez más necesitada de acciones
concretas a favor de los ciudadanos que sufren de marginación. La iniciativa
del panista Zepeda es una lamentable muestra de demagogia y falta de respeto a
la ley, empezando por la Constitución.
El engendro pitufo insiste en mandarnos
de regreso a los tiempos del porfiriato, al intentar restringir el derecho a
huelga y convertirlo en un mero acto simbólico que lograría, en los hechos, dañar
un instrumento poderoso en las luchas de los trabajadores. Sin duda, el panismo
es enemigo de los logros nacionales plasmados en la Carta Magna y alérgico al
pueblo que mediante las luchas revolucionarias los convirtió en ley suprema.
1 comentario:
esas son las leyes que pueden resultar en "salomónicas" B-)
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