La hora de la verdad ha llegado y el
recuento de daños es una operación no sólo necesaria sino obligada. La Semana
Santa fue un largo bostezo con hipadas de asombro, dolor callado y púrpura luctuoso,
no sólo por el simbolismo religioso sino por la pérdida cercana, o abonada por
la admiración y, en algún caso, por la eventualidad del trato. La muerte por
accidente, la sorpresiva y chocante, se apareció como si fuera promocional de
precampaña, aviso de ocasión, venta de cierre de inventario, como semáforo en
rojo situado en alguna carretera, hospital o dormitorio, marcando el alto a la
cotidianidad.
Miguel Norzagaray |
Esta temporada nos sorprendió con
ausencias conocidas o no pero significativas todas. Tan diversa fue la cosecha
macabra que se cuentan entre sus víctimas personas tan entrañables como el
maestro Miguel Norzagaray, y connotadas como el escritor Gabriel García
Márquez, o el periodista y crítico Emmanuel Carballo; de ahí hasta las víctimas,
próximas o desconocidas, de los accidentes vacacionales de los que se sabe en
alguna nota periodística. La muerte, sin duda, es altamente democrática e incluyente.
A pesar de ser tan cotidiana, la
acción de la Parca siempre acapara reflectores, es estrella de un drama siempre
con tonos biográficos, con rasgos que tocan la intimidad humana, su
vulnerabilidad y caducidad biológica y, aun así, nos mueve a preguntar “¿por
qué tenía que ocurrir?”, como si la pregunta tuviera una respuesta que pudiera abarcar
los variados y complejos matices de la ausencia.
Semana de aniversarios luctuosos y de
nuevas fechas conmemorativas, motivo de recuerdo y comentario, tiempo de
elaborar nuestra versión de los hechos y recomponer el mundo que se ha quedado
sin alguna de sus partes, debiendo de cualquier forma seguir funcionando y haciendo
posible la materialización del devenir y demostrando, con claridad didáctica,
que el tiempo expresa la modificación del espacio.
Tras más de 50 días de huelga en la
Universidad de Sonora, las mezquindades internas afloran en la estructura
sindical, dando paso al oportunismo siempre cargado a la derecha, siempre
favoreciendo a la parte patronal, y siempre acaparando espacios en los medios,
algunos de ellos hambrientos de morbo que venden planas a funcionarios colitas
de ratón y fantasmones agazapados en el aburrimiento ciudadano.
La apatía del gobierno en turno parece
ser algo más que simple desidia, y la irresponsabilidad en el manejo de los
asuntos públicos trasciende el simple agandalle
para situarse en las procelosas aguas de la disolución social gestionada
desde el poder, ya que en medio del desastre presupuestal y la carestía total
de recursos para el funcionamiento de las instituciones, se agitan las banderas
de los próximos milagros políticos hechos voz e imagen que vendrán a salvar a
la ciudad y al estado.
La política, bajo el PRI o el PAN, ha
funcionado con dinero gastado en el presente a cambio de una promesa de pago, o
simplemente, manejo discrecional del erario que pasa por ser programa de
austeridad para unos y bolsa de favores para otros, a tono con el discurso de
los organismos financieros internacionales, para quienes la soberanía nacional
es tan estorbosa como la virginidad o el respeto a las pautas del sexo que la
naturaleza ha asignado a cada cual.
Tiempo de reflexión entre tragos de
cerveza y mordiscos con sabores y olores marinos, lapso que se toma como si se
tratara de una huida estratégica que para algunos era de urgente necesidad, mientras
que para otros un espacio y un tiempo destinado a la digestión de diversos
asuntos. Después de Semana Santa, la vida continúa, pero no de la misma manera.
Han quedado regados en el camino recuerdos personales, olvidos colectivos, y la
certeza de que nada de lo acontecido fue parte de un programa vacacional, sino
de una broma pesada de la fatalidad.
Volvemos a la rutina, a los
quebraderos de cabeza en horario permitido, bajo las normas del mercado de
trabajo, sujetos a la legislación laboral y a los usos y costumbres en materia
de sufrimiento legítimo. Las vacaciones, si lo fueron, serán tan sólo un
recuerdo arenoso, que como tal se escapa entre los dedos, fluye en la memoria
hasta perderse en el olvido de un tiempo signado por la inercia. Sólo quedarán
los nombres, los rostros y una vaga idea del sufrimiento de adioses
irrepetibles, de resúmenes de vida archivados en alguna pila sobre el
escritorio de alguna burocracia que, como es el actual estilo personal de
gobernar, es reacia a la lectura y confía en la desmemoria de los ciudadanos.
Al parecer, los sobrevivientes serán
los que hayan escrito páginas rescatadas en libros, periódicos y la memoria de
afectos personales más allá de la epidermis, no como esos que siendo producto del bronceado
playero, al poco tiempo dejan paso a la palidez ordinaria que nos distingue
como ciudadanos de una entidad anodina, autocomplaciente y frívola; es decir,
amiga de lo convencional, de lo políticamente correcto, de los sentimientos y
aspiraciones de curso corriente, mercantiles, que conforman personalidades
igualmente insustanciales, intrascendentes y comercializables.
La ciudad aspira a salir de la
modorra, pero sin moverse de la hamaca playera que cuelga de la imaginación y
del sedentarismo, de la abulia adiposa de la comida chatarra, de la carroña con
picante o de las exquisiteces orientales bautizadas con excremento, bendecidas
por el esnobismo gastronómico y la flojera de los oficios cocineros. Así, entre
bostezos y promesas de precaria factibilidad, la vida citadina se instala en
otro tramo de nuestra realidad macondizada,
perdida en un tiempo encapsulado en el discurso y las promesas políticas que
cada tanto se repiten, con el tono de novedad que aplaude la desmemoria, la
amnesia que quienes manejan los hilos del poder esperan y usan, como parte de
su conspiración contra el pueblo.
Pasó la semana y, a partir del lunes,
los días y las horas se medirán en recuerdos y proyectos, sin que el orden de
los factores altere el producto. Se puede encontrar Macondo en cualquier rincón
del mapa.
1 comentario:
Me interesa mucho la política y por eso me interesa estar actualizado acerca de las cuestiones y las decisiones que se llevan a cabo en las diversas ciudades. En general trato de involucrarme y conocer, aunque estos últimos días trato de ayudar a mis hijos con ejercicios de fracciones
Publicar un comentario