Siempre es admirable encontrarse con
un hombre de principios, porque cuando alguien se define de esta manera despierta
un sentimiento de confianza y respeto hacia el declarante. Recientemente, el señor rector de la
Universidad de Sonora aclaró que su negativa a negociar con el sindicato STEUS
era por “cuestión de principios” y que se trataba de “cambiar la relación
laboral” en la institución que preside.
Desde luego que se debe conceder el
beneficio de la duda a las intenciones que pudieran permanecer ocultas tras el
velo de más de 40 días de huelga en la más importante institución de educación
superior en el Estado. No pueden ser malas y menos intencionalmente lesivas
para la estabilidad política y la tranquilidad social, a pesar de que alrededor
de 30 mil estudiantes están de vacaciones forzadas, ya que de serlo acabarían
con la credibilidad de quien asegura que lo hace por razones éticamente
plausibles.
¿Quién podría llegar a pensar que el
rector de la UNISON se guía por la víscera y no por la razón y la justicia?,
sin embargo, para muchos universitarios su afirmación de que actúa por
principios puede resultar críptica, misteriosa, un verdadero acertijo en la
lógica de una institución que pasó de ser educativa a una especie de campo
experimental de las reformas neoliberales. ¿Por qué se ignoran los llamados al
diálogo de los sindicalistas del STEUS? ¿A qué principios se refiere el rector
para sustentar su negativa? ¿Por qué dice que se trata de cambiar la relación
laboral?
Sin duda el rector Grijalva es un buen
hombre, un joven que ha pasado por ser estudiante, maestro y autoridad en la
casa de estudios que lo formó. Es el típico caso de una relación endogámica
donde los referentes únicos son los que buenamente le ha provisto su
permanencia en el campus universitario. Seguramente su experiencia como
estudiante de licenciatura y luego de postgrado combinado con funciones de
autoridad, le han permitido tener familiaridad con su entorno inmediato, pero
su aprendizaje en los corrillos de la administración central pudieran haberle dado
una falsa conciencia de lo universitario, para reducirlo a un ente burocrático
cada vez menos identificado tanto con los trabajadores académicos como seguramente
con los manuales y administrativos, y cada vez más con las cúpulas
meritocráticas cercanas al poder público.
Lo anterior nos remite a Paulo Freire
y a su idea de que los profesores, cuando asumen como propias las ideas de la
administración, terminan siendo “colonizados” por ella y actúan según los
intereses que antes veían como contrarios. Es similar a lo que pasa cuando un
trabajador defiende los intereses del patrón a pesar de que es víctima de sus
abusos, o cuando un ejidatario abandona los principios de la propiedad social y
se siente y actúa como pequeño propietario o latifundista. Igual ocurre con los
políticos que traicionan al pueblo y defienden las banderas de los explotadores
extranjeros.
En este punto vale retomar lo que ha
dicho sobre su postura el rector Grijalva ante los medios de comunicación: “es
cuestión de principios”. “Se trata de cambiar la relación laboral”, sostiene. A
más de 40 días de huelga, la administración se dispone a vacacionar por Semana
Santa, de manera que los sindicalistas en posesión de las instalaciones deberán
esperar al día 21 para tratar de que pase algo. ¿Usted piensa que “los
principios” facultan a un funcionario universitario a ignorar a los
trabajadores? ¿Cree usted que mantenerse en una posición inflexible tiene que
ver o va a cambiar la “relación laboral” de la institución con sus
trabajadores?
Honestamente, cualquier funcionario
medianamente enterado sabe que la relación que se establece entre la
institución y sus trabajadores, se encuadra en el marco de la legislación
laboral vigente y se formaliza en el contrato colectivo de trabajo, de suerte
que el STEUS y el STAUS en su carácter de sindicatos gremiales pactan las
condiciones de trabajo y las especificidades de la relación laboral con la
institución mediante este documento, que legalmente norma la relación durante
su período de vigencia. Si esto es así, entonces, ¿qué quiso decir el rector?
Lo anterior sugiere que el representante legal de la institución es víctima de
una grave confusión conceptual.
Pero, volviendo a la cuestión de los
“principios”, ¿qué clase de moral o ética permite la humillación de un gremio
al no dignarse tan siquiera a dialogar con ellos? En la experiencia
universitaria de los últimos 30 años, jamás se había dado el caso de que a los
trabajadores se les reprimiera de manera tan desproporcionada por el hecho de
cerrar las instalaciones universitarias por un día laboral en el que todo
siguió funcionando como siempre, salvo que el acceso vehicular quedó suspendido
y los maestros y estudiantes accedieron a pie sin pena ni gloria. ¿Qué tanto pudo
afectar a la soberbia de la cúpula burocrática universitaria dejar de ingresar
con sus Suburban para cumplir con las labores propias de sus cargos?
Al parecer, hay mucho de
irracionalidad y simulación en este asunto de la huelga, donde es fácil suponer
que lo que está detrás no es una cuestión de principios ligados al respeto y la
lealtad institucional, o a la observancia estricta del marco normativo en el
que se desenvuelven las relaciones laborales.
En este punto se pueden aventurar dos
posibles explicaciones: Las autoridades universitarias han perdido piso debido
a una severa obnubilación por megalomanía (es decir, se marearon arriba de un
ladrillo), lo que se pudiera resolver a través de un proceso de desintoxicación
lejos de cualquier posición administrativa, a fin de que la condición de
“colonizado” pierda sus efectos perniciosos; la segunda y la más lamentable de
las situaciones, sería que ese proceso de colonización ideológica haya llegado a un punto en que la
realidad institucional haya dejado de ser significativa en el sentido
universitario para quedar reducida a los parámetros de la experimentación
neoliberal, es decir, que el rector y alta burocracia, hayan quedado a merced y
actúen de acuerdo a intereses ajenos y contrarios a los universitarios, de ahí
su negativa al diálogo y a la toma de acuerdos.
Seguramente a estas alturas muchos
ciudadanos y familiares de universitarios se preguntarán, ¿a qué le tira el
rector? ¿A qué intereses responde? ¿Se está prestando para forzar una
contrarreforma a la ley orgánica? ¿Realmente merecía estar nuevamente al frente
de la Universidad? Buenas preguntas. Las respuestas pronto vendrán.
1 comentario:
El químico Heriberto Grijalva está fuera de la realidad pues una relación laboral no se cambia de forma unilateral, a menos que crea tener un poder dictatorial y medios de control de la planta laboral no administrativa.
Publicar un comentario