Ley de Imhoff:
La organización de cualquier burocracia es muy parecida a una fosa séptica: los pedazos gordos siempre suben.

Mientras nuestra cabeza sufra dolores podemos afirmar que está en su lugar, que sigue conectada al resto de la anatomía y la fisiología funcionalmente, así que los malestares estomacales, los feos retortijones, los mareos y las náuseas o el eventual desvanecimiento, atribuidos a la intensidad de los rayos solares, nos coloca en una posición privilegiada llena de resonancias locales, de elementos que fortalecen el regionalismo, la hermosillez, que nos llena de orgullo y satisfacción capitalina.
No ocurre lo mismo por rumbos de Tamaulipas, donde asesinan al por mayor, como si de matar se tratara en un país agobiado por el subdesarrollo político de autoridades y politicastros trepadores de uno y otro signo partidista. En Tamaulipas la Parca se ensaña con los desprotegidos de siempre, con los migrantes que atinan a pasar por tierras equivocadas en el momento equivocado, como si la oportunidad de morir en despoblado obedeciera a momentos y casualidades. Se reportan 72 muertos, que sin distinción de sexo o edad terminaron en una fosa común, en una situación que en México es cada vez más corriente.

A pesar de la seriedad del caso, de inmediato el vice-coordinador de la bancada panista en San Lázaro, dio en declarar que esta matazón inédita se debió a que los grupos de narcotraficantes andan nerviosos, que resienten las acciones del gobierno de Calderón en contra de la criminalidad. Es decir, 72 muertos inocentes y extranjeros por añadidura, victimados por criminales organizados, son expresión del éxito de la lucha calderonista contra el narcotráfico. ¡Cáspita, recórcholis y zambomba! ¡Sic y recontrasic! En esa lógica, los más de 28 mil asesinatos cometidos en lo que va del sexenio, son las pruebas claras del éxito de las acciones para garantizar la vigencia del estado de derecho y la seguridad pública. Menuda forma de acreditar logros.
El despiporre nacional actúa como caldo de cultivo para relaciones de dependencia más oprobiosas que las actuales, ya que los gringos no sólo aportan armas a uno y otro bando, sino que las labores de inteligencia realizadas no se sabe si tienen un solo beneficiario, habida cuenta que el dinero es un poderoso ingrediente en el discurso político y legal de los gringos; por otro lado, no se puede evitar el recuerdo del episodio Irán-contras, entre otras operaciones donde el trasiego de droga fue parte de la estrategia de control y manipulación orquestada por la CIA.

Quizá México tuviera más posibilidades económicas y políticas en el mediano o largo plazo si se desembarazara de la rémora de su dependencia con los vecinos del norte, y decidiera reivindicar nuestro origen y pertenencia latinoamericanos. Es un buen momento de reconocernos en los otros pueblos del sur, con los que compartimos historia y destino. A los gringos solo les debemos una república mutilada, el saqueo escandaloso de nuestros recursos naturales y un proceso creciente de penetración política que debe ser detenido. Por lo pronto, es escandalosa la depredación y el agandalle de extranjeros, sobre todo gringos, en zonas que debieran estar bajo la protección de las autoridades ambientales, que se dedican a dar concesiones y facilidades para desarrollos turísticos con alto impacto ambiental y la instalación de plantas generadoras de energía que ponen en peligro manglares, humedales y arrecifes naturales, hábitat de diversas especies que, al parecer, al gobierno calderonícola le importan un soberano cacahuate.
Pongo por ejemplo de lo anterior a Baja California, que bajo los gobiernos panistas se ignoran las normas de protección ambiental y viven la vida loca de malbaratar patrimonio con el pretexto de atraer inversiones extrajeras. Si Santa Anna no hubiera muerto… tendría una fuerte competencia.
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