
Si la derecha es garante política de los estropicios del sistema, la izquierda oficial y cacha votos resulta ser su mejor refuerzo, como lo atestigua aquí y en el país entero la llamada Nueva Izquierda, que convierte el drama social, económico y político nacional en farsa, sainete y comedia de enredo, gracias a las facultades histriónicas de don Chucho Ortega, falderillo político de un gobierno enloquecido por la altura del balcón presidencial. La colaboración hacia el gobierno que supuestamente emana de una posición ideológica contraria, hace caer por tierra las diferencias y lo que queda es poca cosa: la simple complicidad.

Entonces, seguramente las diferencias naturales que hacen posible la preservación de la especie son un error y un mar de conflictos emocionales para todos los que compartimos ese origen. Las consecuencias del pecado original son, aparte de conocer, la de reproducirnos por nuestros propios medios que, siendo complementarios, también son fuente de angustia por ser diferenciados y especializados. En este sentido, lo que parece proponer el dirigente entrevistado es que la solución a un mundo cada vez más complicado es la homogeneidad sexual que, si entendemos igualdad por unidad funcional equivalente a normalidad, los hombres serían normales entre sí así como las mujeres entre ellas. Es decir, que para evitar diferencias la mejor relación se debe dar entre personas que estén dotadas de los mismos órganos reproductores, que tenga la misma estructura anatómica y que compartan los mismos gustos por la ropa y accesorios. La normalidad se traduce en uniformidad.
En este mundo idílico que se construye en la cabeza del perredismo chucho, como manifestación

De un plumazo y una buena pasada de lengua, se declara basura histórica y vicio superado la progenie como elemento sustancial del matrimonio y éste como fundamento de la familia. La reproducción de la especie queda como un elemento residual con el que habrán de lidiar las leyes, pero que tendrá sus mejores resultados a partir de que el freno preventivo de la sodomía empiece a funcionar como control “natural” del crecimiento poblacional.
Como se ve, el gobierno calderoniano es un alumno aplicado en materia de control natal, tarea en la que se ve apoyado con el entusiasta concurso de la izquierda cacha votos. En esta tarea serán de gran utilidad las organizaciones que buscan declarativamente el impulso a la “diversidad”, entendida por su contrario, es decir, la homogeneidad sexual, el trato entre iguales y no la complicación de ver relaciones entre personas de diferente sexo, con el agravante de que suelen tener hijos. En la práctica, la idea de la diversidad es negada escandalosamente por los defensores de las uniones homosexuales, ya que nada hay tan diverso como la relación entre un hombre y una mujer. El horror y la incomprensión de la diversidad generan reacciones que se formalizan en defensa de la unipolaridad sexual. ¿Qué mejor sistema de control natal se puede pedir?

Cuando la haya, el discurso tendrá otro cariz, y centrará su atención en los grandes y relevantes temas de la nación, no ridiculeces.
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