Notas Sueltas es un espacio de opinión sobre diversos problemas de carácter social, económico y político de interés general. Los comentarios pueden enviarse a: jdarredondo@gmail.com

viernes, 17 de octubre de 2025

TRAS LA CORTINA

 “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí” (Augusto Monterroso).

 

La discusión sobre las presas en el río Sonora sigue un curso donde los pobladores de las riberas dicen un no categórico al proyecto mientras que el gobierno se empeña en convencerlos de las bondades de los espejitos y las cuentas de colores que convertirán el río intermitente y contaminado en un vergel con aguas navegables, industrias y fraccionamientos de lujo.

La sebosa insistencia oficial recuerda aquellas campañas de lavado cerebral que emprendía el PRI en su afán de hacer comulgar a la población con ruedas de molino, repartiendo promesas y falacias tan creíbles como la posibilidad de convertir el plomo en oro como producto del “echaleganismo” político del momento.

La experiencia de los ejidatarios, trabajadores y emprendedores rurales aguas abajo de la presa El Molinito, saben por experiencia que el agua que deja de fluir no aparece mágicamente sobre o bajo la superficie del concreto y las varillas.

Una cuestión que hay que subrayar es que una presa no produce agua, sino que sólo la puede contener.

Hasta la fecha, las visitas de funcionarios estatales han sido intensas y redundantes. También lo ha sido la respuesta de los evidentes afectados por un proyecto sospechoso e impolítico que no ha sido solicitado por los pobladores, y que ha carecido de transparencia, congruencia y credibilidad.

Tras la cortina de la presa se oculta una verdad irrefutable: si no hay lluvias, no hay agua para almacenar; pero si hay agua, nadie garantiza su correcta distribución entre población y productores rurales; si hay afectación rural, nada puede impedir la miseria y el abandono de la población que depende de esta actividad.

Es probable que los intereses económicos de grupos de poder estén simbólicamente atrincherados tras la cortina; es posible que obedezca a una torcida concesión a grupos mineros nacionales o extranjeros que ven el agua como recurso propio e intransferible en favor de sus operaciones en la región, hoy y en el futuro.

Lo que más llama la atención es que, habiendo experiencias que sustentan la oposición al proyecto, el gobierno desestima las razones y los hechos que el pueblo presenta en cada una de las reuniones y encuentros realizados.

La sordera institucional es preocupante, como también lo es que haya amenazas, formas de intimidación, violación de derechos laborales y políticos contra algunos ciudadanos opositores a las presas. A la fecha es notable la ausencia de explicaciones realistas y fundamentadas por parte de las autoridades gubernamentales.          

La presión oficial y oficiosa contra personas o grupos hace que el proyecto luzca como una imposición vergonzosa e insultante. Consecuentemente, surgen serias sospechas acerca de cuáles son sus verdaderos propósitos y beneficiarios.

En otro escenario del absurdo, llama la atención que se conceda el premio Nobel de la Paz a una representante de la reacción venezolana, ligada a la CIA y los movimientos golpistas apoyados por EUA de cara al control del petróleo y otros recursos naturales en tierras bolivarianas. Es la confesión de que la cordura y el respeto a las formas dejó de tener importancia en Washington y satélites.

El absurdo expresado en la actual situación local y mundial tiene como coordenadas la lucha entre soberanistas y globalistas, la caducidad del modelo unipolar de la postguerra, el fracaso de las políticas emanadas de Breton Woods, el desgaste extremo de los conceptos “libre comercio”, “democracia” y “derechos humanos”. Lo anterior y la inauguración de la posverdad, describen al mundo y explican la manipulación de la realidad y la peligrosidad de las acciones políticas locales y globales lideradas por Washington.

Estamos en un entorno en el que el capricho, el hedonismo y la inconciencia dominan el discurso público, donde se santifica al pueblo y al mismo tiempo se le demoniza cuando choca con el interés privado, resultando que el aparato gubernamental actúa como instrumento neoliberal de lucha por privatizar las conciencias.

En este contexto, dan lo mismo que las acciones y razones hegemónicas se den en Gaza, en Argentina, en el Sahel, en las costas sonorenses y, desde luego, en las riberas del río Sonora. En cada escenario vemos que las promesas de justicia y reparación de daños suenan bien, pero igual se las lleva el viento.

El problema es, sigue siendo, el sistema económico imperante. En lo social y lo político, en la realidad y la ficción el cambio sólo es de forma, pero no de fondo. El neoliberalismo actuante demuestra que la derecha puede entrar por la izquierda manipulando el discurso, con lo que el sistema se renueva a través de la forma y el engaño que pasa por consenso. Tras la cortina de las presas o los discursos, el dinosaurio todavía está allí.


 

viernes, 3 de octubre de 2025

ESTE ERA UN GATO...

 “¿Quieres que te cuente un cuento?” (pregunta insidiosa en curso).

 

Interesante entrevista que el noticiero digital Momentum hizo a la doctora en ciencias sociales Delia Piña Aguirre, cronista de Ures y opinante privilegiada sobre el tremendo caso del proyecto de la construcción de nuevas presas en el río Sonora (https://youtu.be/ygwV0tZJj7c).

Lo que se deja ver en el curso de la entrevista es el resultado de un ojo observador in situ de una situación que se torna catastrófica para la tranquilidad y sobrevivencia de varios municipios ribereños que, a duras penas, han logrado mantener la cabeza sobre el caudal de aguas contaminadas que tuvo a bien enviarnos Germán Larrea y su Grupo México, hace 11 años, impune e influyente.

Tras el aluvión de residuos tóxicos, metales pesados, promesas incumplidas y discursos y apoyos de puro salivazo por parte del supremo gobierno estatal y federal, la población da cuenta fiel de diversos tipos de cáncer, caída severa de sus fuentes de ingreso por los impactos en la flora y la fauna de la región por el peor desastre ecológico de que se tenga memoria.

La economía regional sirvió de papel higiénico con el que las augustas nalgas del magnate minero se limpiaron ante las sonrisas cómplices de un gobierno preocupado en su imagen, la atracción de “inversiones que generan empleos” y que forman parte del arsenal de recursos que la depredación ambiental y social usa para colonizar mentes y aspiraciones con acciones esencialmente destructivas. Algo así como aplaudir la llegada de la sierra que cortará el árbol que nos sirve de cobijo en la tormenta.

Queda claro que la señora jefa del ejecutivo federal carece de información precisa y confiable respeto a algunas variables del Plan Hidráulico que piensa aplicar en Sonora. También queda claro que la vieja fórmula de no oír y no ver sigue tan a la mano que sólo basta “montarse en su macho” para que la magia del poder dé forma y contenido a cualquier mamada que se les ocurra: “no están informados”, “los opositores son muy poquitos y no se van a imponer a una mayoría que sí apoya las presas”, entre otros argumentos (sic) de autoridad.

La señora presidente se ha empeñado en desmentir que el megaproyecto va con dedicatoria a favorecer las dotaciones de agua de la empresa minera propiedad del delincuente ambiental Larrea, al parecer favorito del sistema. Ha tratado de desacreditar la oposición que lucha en defensa del ambiente y la vida económica y social de la región, ha minimizado las protestas y desestimado los argumentos de quienes viven y mueren en el lugar donde se perpetrará la obra hidráulica.

Los pobladores rivereños que conocen los impactos de este tipo de obras, empezando por la presa El Molinito, que dejó sin agua a los pobladores cortina abajo, y que sobreviven gracias a la eventual llegada de pipas que distribuyen el líquido, reclaman atención y empatía, y sólo dicen lo que sobradamente les consta: el río debe correr libremente, sin tapones u obstáculos. Debe darse oportunidad de que las aguas sustenten la vida regional y que llenen los mantos acuíferos, permitiendo el progreso de la biodiversidad y la economía regional.

El gobierno estatal ha mandado brigadas de coacción con una supuesta encuesta y actos informativos, lo que ha despertado sospechas y decepción en quienes votaron por este gobierno, por este proyecto político transformador que aún no logra romper la inercia neoliberal, a pesar del discurso y los infaltables apologistas mediáticos que atacan y demonizan la crítica honesta al interior del partido guinda.

La reacción del gobierno local resulta un acto de imbecilidad suprema, al echarles montón a los pobladores rivereños por afectar con la mega obra. Varios secretarios de estado haciendo al activista por una obra de la que aún se desconoce su manifiesto de impacto ambiental, social, económico, pero de la que ya se manejan cifras por invertir y las maravillas de su implementación.

Tenemos presupuesto, pero no existe idea en el gobierno de sus impactos, a pesar de que los supuestos beneficiarios se oponen con base en su experiencia y conocimiento del medio.

Le explican al pueblo las bondades de una obra sin estudios ni análisis serio o medianamente creíble lo que para todos es claro y evidente: las presas son tapones que impiden el libre flujo del agua, superficial y subterránea, y que en un río contaminado lo único que pudieran llegar a concentrar es agua contaminada que necesita correr para sedimentar el veneno que contiene.

La vista coactiva de los funcionarios y brigadistas que promueven las presas resulta como cuando le explican al pueblo una situación recurriendo al viejo cuento del gato con los pies de trapo y los ojos al revés… ¿quieres que te lo cuente otra vez?

Lo bueno es que “no somos iguales” y “con el pueblo, todo. Sin el pueblo, nada”. Amén.