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viernes, 19 de julio de 2024

CAMPAÑAS EN TIERRAS DE DISNEY

 

+ Colaboración dedicada al amigo Luis Rey Moreno Gil, trabajador universitario del arte y la conciencia. Que en paz descanse.

 

Ya ve usted que las campañas van a todo gas en tierras del Tío Sam, donde la imaginación vuela en alas de águila calva y donde la decencia se resbala por el caño de la autocomplacencia.

Nuestros vecinos, que acaparan el nombre del continente gracias a un acto de ignorancia arrogante, presumen de que cada acto, incluso el de mascar chicle, es una manifestación de superioridad indiscutible, inspirada en los más puros ideales y la más incuestionable aprobación de Dios mismo.

Según ellos, la inspiración divina hizo posible que el pueblo que engordó gracias a la esclavitud y la depredación sea el adalid de las libertades y el derecho internacional, su vigilante y defensor autodesignado. Quien se oponga a sus designios pasa a formar en la esfera del mal, queda en la categoría de terrorista, enemigo de la humanidad y candidato a la hoguera internacional.

Para mayor abundamiento, el tema de la frontera entre “América” (sic) y México es prioritario en la campaña presidencial entre la cara republicana y la demócrata de la moneda imperial. Con México, “frontera abierta”, según los seguidores de Trump y objeto de los sueños húmedos de los apoyadores de Biden, se tiene una vecindad peligrosa.

Lo cierto es que para el US Goberment tan es problema la frontera sur como la que se encuentra a 10 mil kilómetros de distancia. La tensión por problemas o amenazas a la “seguridad nacional” que pueden estar a pocos metros o a miles de kilómetros, en este continente o cruzando el Atlántico, es un asunto que crece al mismo ritmo que sus ansias expansionistas y de control mundial.

Si los migrantes ilegales de México son violadores, drogadictos, ladrones y terroristas, no lo son menos los habitantes del Sahel, Egipto, Libia, Irak, Afganistán, Siria, Irán, o cualquier país de África, o Eurasia, que cuente con recursos geoestratégicos apetecibles a EU y que pretenda defender su soberanía.

En un mundo que creen cedido a su control por las manos de Dios, lo mismo siembran bases militares que intrigas palaciegas, revoluciones “de colores” o descaradas intervenciones en los asuntos domésticos, redes de espionaje o entramados comerciales que se convierten en camisas de fuerza no sólo económicas sino políticas.

Sus embajadas y consulados ejercen funciones de control informativo al servicio de la inteligencia de su gobierno, promueven conductas sociales y sirven de canales de corrupción apátrida entre quienes se dejan seducir por el encanto económico y político del extranjero.

Por si las cerca de 800 bases militares alrededor del mundo no fueran suficientes, tenemos las infinitas ramificaciones de los medios de comunicación audiovisual y escrita que marcan la pauta del cómo debe interpretarse la realidad cotidiana: CNN, Fox, The Wall Street Journal, The Washington Post, The New York Times entre otros, reparten envuelto en papel o gigabytes el credo del capital para el mundo.

La guerra y sus horrores se convierte en materia prima ideológica en un concierto diario de manipulación informativa, de mendacidad periodística, de prácticas intensivas de ingeniería social y de evidentes mecanismos de transculturación, cuyos impactos en la idea de mundo y la conciencia de los usuarios terminan por convencerlos de que los agresores son otros, que los instigadores son otros y que el financiamiento o apoyo económico, militar y logístico que se da es por razones humanitarias.

Antes fue Irak, Afganistán o Libia, ahora es Ucrania e Israel. Los objetivos cambian, pero el discurso no. Las masacres resultan necesarias cuando se defiende el bien superior de la paz y las libertades. Los caídos sin culpa y sin identidad son simples daños colaterales en la lucha de los buenos contra los malos. La simplificación ayuda a evitar el análisis… sin lograrlo.   

En la campaña actual por la presidencia, los trapos sucios del militarismo yanqui flotan en el tendedero internacional. El discurso motivacional sobre los inmigrantes, la frontera y los horrores del socialismo se reciclan con grosera insistencia, mientras que el anti globalismo, las ideas soberanistas e independientes son los objetivos ocultos y no tanto, que la clase política estadounidense pretende destruir. Los daños colaterales serán, para no variar, la democracia y las libertades.

Un monstruo de características esperpénticas crece en el huevo electoral del vecino del norte, y una vez más, la cara absurda del imperialismo asoma… y sonríe.

 

 

 

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