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domingo, 29 de mayo de 2022

Oportunidad de trabajo continental

 

“Las palabras más aterradoras en inglés son: soy del gobierno y estoy aquí para ayudar” (Ronald Reagan).

 

Se acerca la fecha en que los mandatarios de los países de América se reunirán bajo las alas protectoras del águila calva que simboliza a los Estados Unidos, ave rapaz de altos vuelos y depredadora continental y más allá.


Si la historia se volviera una tabla rasa dejaríamos de pensar en la potencia del norte como una amenaza o como un enorme aparato militar y financiero que le tuerce el cuello al cisne de la democracia mundial con tal de mantener su vicioso poder de coacción y corrupción global.

La observancia del derecho internacional y el respeto a la soberanía nacional, a la cultura, identidad y aspiraciones de los pueblos allende las fronteras de la tierra de Tío Sam, se cambian con facilidad por técnicas de control y manipulación ideológica, política, mediática, económica y de ingeniería social que configuran un panorama por lo menos aciago para la periferia, aclarando que por periferia se entiende el resto de la humanidad. 

Funcionarios del gobierno de EEUU se han manifestado con un cierto aire de incredulidad cuando no de desprecio por aquello de que el presidente de México, entre otros, no asista a la cumbre donde se demostrará la subordinación continental a las barras y las estrellas, poniendo la nota discordante en el camino plano y sin matices que prefiere recorrer Washington.

“Los países que han amenazado con saltarse la reunión regional si Cuba, Venezuela y Nicaragua no son invitados deberían asistir o perderían la oportunidad de trabajar con Estados Unidos” dice Kerri Hannan, subsecretaria de Estado adjunta para Asuntos del Hemisferio Occidental (El Economista, 19.05.2022).

Terrible declaración que señala a los posibles faltistas con el dedo acusatorio que merecen quienes tengan criterio inclusivo e independiente. Faltar a clase amerita la exclusión del rebaño y la vigilancia cercana que reclama el descarriado en un continente cedido por Dios en persona a los “americanos”, según queda acreditado en la mitología política de EEUU que fundamenta su grosero intervencionismo.

Por supuesto que saltan a la palestra personajes de la política que reivindican el derecho de EEUU de invitar a quien le plazca, como dueño de la cancha y de las reglas del juego que pone en acción la doctrina Monroe y sus derivaciones coyunturales.

México ha demostrado que es un alumno aplicado, sobre todo en la implementación de políticas que resultan lesivas a los derechos humanos, como por ejemplo la serie de medidas dictadas por Washington sobre la seguridad de América, entendida como la obligación de los países americanos de cuidarle el trasero a EEUU, lo cual se ve en los flujos migratorios que tocan nuestra frontera sur, por lo que podemos suponer que gracias a la “cooperación” internacional, la frontera de EEUU con México se puede recorrer sin problemas al Istmo de Tehuantepec.

Es notable la presencia de Ken Salazar, embajador de EEUU en nuestro país, quien ejerce una virulenta actividad y presencia en reuniones de gobernadores, actos oficiales y no oficiales donde insiste en mantener el “liderazgo del Tío Sam” en asuntos que, limpiándose los lentes, encontraría que son de la exclusiva competencia del país anfitrión.

La subsecretaria Hannan, en pocas palabras, dio cuenta de la poca importancia que se concede a los países latinoamericanos y caribeños en Washington, cuando expresan su calidad de independientes y soberanos, en una lógica que tiende a excluir a los países que se salen del redil.

Independientemente del cálculo político y las consideraciones diplomáticas a que haya lugar, creo que López Obrador no debe asistir a la citada “reunión regional”, y yendo un poco más, tampoco el resto de los mandatarios.

El respeto debe ser de dos vías, porque cualquier otra actitud es tanto como aplaudir la grosería y prepotencia de quien ve el continente americano como un coto privado, como un campo de experimentos geopolíticos, conductuales, sociales que para nada tienen que ver con los derechos y libertades que los países de América Latina y el Caribe conquistaron a lo largo de su historia.

La experiencia demuestra que “trabajar con Estados Unidos” en realidad quiere decir que se trabajará para Estados Unidos. Siendo así las cosas, creo que debemos rechazar el empleo y cuidar lo propio.

Dejemos al grosero imperialismo gringo con su fiesta de vasallaje y abyección. Ya basta.


 

1 comentario:

armandoor dijo...

Felicidades Doctor por la radiografía que hace de la región de las Américas, y de total acuerdo que el respeto debe ser de ida y de vuelta, y buscar el ganar - ganar, pero hay grandes diferencias de desarrollo y de recursos y porque no dejamos a los gringos y limpiamos nuestra región de las grandes diferencias económicas y sociales y que nuestras regiones inviertan en educación en investigación en salud, siempre se promete y nunca de aterriza. Saludos