“Pocos ven lo que somos, pero todos ven
lo que aparentamos” (N.
Maquiavelo).
Ha despertado inquietud la creciente
afinidad que se observa en el Ayuntamiento de Hermosillo respecto a las
prácticas entre torpes, ridículas y autoritarias propias del prianismo
organizado que se han impuesto como normas de inobjetable observancia en los
últimos días a propósito del “combate a la pandemia”.
Como si el tiempo de 2018 a 2020 no
hubiera transcurrido (salvo en el calendario electoral) da la impresión de que los
usos y costumbres del pasado reciente han quedado sin tocar, igual que las
ambiciones de trepadores viejos y nuevos, tanto como el oportunismo que
documenta la capacidad de algunos de cambiar de careta, vestuario y navío en
medio del oleaje político que permite el ascenso tanto como el descenso de los
pasajeros con destino a algún puesto público o de elección popular.
Tal inmovilidad aparente nos hace pensar
que, de acuerdo con el cuento de Monterroso, el dinosaurio sigue ahí, y que, en
todo caso, el despertar del cambio aún no se da realmente por razones de
inercia y conveniencias de peso… de muchos pesos.
En el panorama municipal de Sonora, los
cambios han sido en buena medida solamente enunciativos, amparados en siglas
que corresponden a otra idea de hacer política y que despierta la esperanza del
cambio, de una nueva forma de comportamiento social donde la palabra empeñada
tenga sentido y concreción.
Sin embargo, los que llegaron gracias al
impulso de López Obrador y la promesa de Morena no necesariamente han llenado
las expectativas, por lo que cabe preguntarse por qué hay esa discordancia
entre lo esperado y lo actuado.
Quizá el origen del problema esté en la
procedencia de los candidatos y sus equipos, habida cuenta que prácticamente
hubo una operación de “abordaje” que pasó por ser inclusiva en torno al
fenómeno AMLO, donde personajes actualmente bien posicionados poco antes habían
confesado apasionadamente su militancia y lealtades en otras opciones
políticas, por ejemplo el PAN. Así pues, en un tiempo récord algunos cambiaron
su discurso y aplaudieron y alabaron a quien poco antes habían denostado y
difamado, en un giro político que no ideológico muy a tono con la coyuntura
electoral.
El caso es que, además de las torpezas e
ilegalidades cometidas en el contexto de la epidemia, el Ayuntamiento de
Hermosillo acaba de aprobar la construcción del Acuaférico, obra que proveería
de agua a las colonias del norte de la ciudad capital, lo que estaría bien si
no fuera porque al parecer se conecta con varios problemas, entre los que
destacan el endeudamiento por 10 años del organismo operador de agua potable (que
es parte de la administración paramunicipal de Hermosillo) con acreedores
privados; la factible dotación de infraestructura que beneficiaría a proyectos
de desarrollo inmobiliario en marcha desde hace años por los gobiernos
prianistas, elevando su valor; y el recrudecimiento del pleito legal por el derecho
a la disposición del agua promovido por las comunidades yaquis del sur del
estado afectadas por el Acueducto Independencia, megaproyecto estelar de
Guillermo Padrés (Proyecto Puente, 25.06.20; https://youtu.be/0tmDDv3dZJY).
Por esta y otras cuestiones, cabe
preguntarse si la instrucción de AMLO de no contraer más deuda fue ignorada o no
fue entendida, o si la función del Ayuntamiento es establecer restricciones que
violan derechos humanos, favorecer intereses privados o proteger los correspondientes
a los hermosillenses presentes y futuros.
Recientemente trascendió que, a partir
de la visita de Alfonso Durazo Montaño, actual Secretario de Seguridad y
Protección Ciudadana del gobierno federal, la señora alcaldesa ha manifestado
su interés por la reelección, lo que provocó la reacción con cara de fuchi de no
pocos votantes de Morena (las5.mx, 18.06.20).
Sin duda el partido es la opción, pero los
chapulines y malas imitaciones han generado un cierto malestar entre los
ciudadanos, de suerte que cabe preguntarse: ¿hay condiciones para más deuda en
el actual contexto? ¿No hay voces que llamen a la sensatez y prudencia cuando
se trata de decidir medidas o disposiciones de orden público? ¿Por qué no se
consulta a los ciudadanos? ¿Se tiene una “institucionalidad” ligada a la figura
del “jefe” (o jefa) en vez de a la institución municipal?
En cuanto a la epidemia, ¿por qué se
violan derechos humanos y se adoptan medidas ajenas al objetivo de prevenir la
enfermedad? ¿Se protege la salud ciudadana imponiendo sanciones económicas y medidas
de carácter coercitivo? ¿Por qué los funcionarios municipales se toman
atribuciones que no les corresponden y que violan la Constitución?
Cabe recordar que recientemente un juez
concedió a un ciudadano la suspensión provisional de la obligación de portar el
“salvoconducto” exigido después de las seis de la tarde, por considerarlo
improcedente y no fundamentado en derecho. Importante decisión que seguramente
actuará como voz de advertencia para todos los hermosillenses y las propias
autoridades municipales.
Me parece que estamos a tiempo para
reflexionar sobre Hermosillo y la necesidad del cambio en los términos del
movimiento encabezado por López Obrador, por quien millones votamos
esperanzados en un mejor futuro.
Así pues, pronto la moneda municipal estará
en el aire y qué mejor que llegue realmente Morena, tras el ensayo frustrado
por la presencia de elementos reciclados que ni tenían idea ni podían tenerla
acerca del significado ideológico de la reconstrucción nacional. Morena no es
azul, y siempre es mejor la versión original que las imitaciones.
1 comentario:
que alguien le ponga un alto a la alcaldesa. Esta violando la Constitución y endeudando la ciudad en favor de intereses privados, entre otras muchas otras arbitrariedades.
Que no hay nadie que la ponga en su lugar????
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