Tema: Asunto o materia sobre la que se trata en
una conversación, un discurso, un escrito, una obra artística u otra cosa
semejante (Google).
Nosotros
pensábamos que el hecho de que las solicitudes de pensión y jubilación fueran
detenidas irregularmente por un tiempo verdaderamente angustiante para muchos
universitarios cansados o enfermos, era un problema de lesa humanidad. Sabemos
que algunos de los solicitantes no aguantaron y fallecieron esperando el dictamen
de jubilación. La muerte resolvió el problema del Isssteson, pero lo dejó en
las familias, en los dependientes económicos, y también lo dejó en la
conciencia de amigos y colegas del difunto.
Ahora,
algunos nos tratan de convencer de que lo que llamamos problema es simplemente
un tema, un asunto o materia sobre la
que se trata en una conversación, un discurso, un escrito… o cosa semejante. El
aspecto humano, legal y gremial pasa a segundo término. Sabemos que las cosas y
las gentes cambian, pero esas modificaciones no debieran suponen la
transformación absoluta de la calidad humana del funcionario, del líder
sindical, del abogado que representa intereses personales o grupales a cambio
de un pago; pensamos que esas personas aún lo siguen siendo, que no han perdido
su identidad, que sienten las penalidades que sufren los que acuden a sus
despachos y lugares de trabajo, que son capaces de ponerse en el lugar de un
tercero, de ser interlocutores válidos de quien reclama un derecho y pide
ayuda. Pero, quizá en eso estemos equivocados.
El “tema”
del Isssteson ha logrado redefinir las líneas de acción sindical, dividir a
quienes toman decisiones en primera instancia al interior de las
organizaciones, hacer evidente la capacidad de respuesta, el nivel de compromiso,
de información y decisión de las bases y sus dirigentes. En este caso, vemos
que la trivialización del problema ha iniciado con reducirlo a un asunto de
números, a sólo ver la dimensión cuantitativa del problema y centrar la
atención en los pesos y centavos que se van a necesitar para gozar de un
derecho social consagrado internacionalmente. Se piensa en cuotas progresivas,
en la fatalidad de pagar más por lo mismo, en “armonizar” el contrato de
prestación de servicios entre la Unison y el Isssteson para “estar dentro de la
Ley”, y así resolver una enojosa situación entre el Instituto y la Universidad.
Parece
que la gran preocupación es no contradecir los deseos del director Claussen, de
no provocar que algún empleado arrogante haga esa llamada pidiendo disciplina e institucionalidad a quienes no trabajan
para el gobierno, sino que son universitarios sujetos a otras reglas y bajo
otras dinámicas y responsabilidades. Los efectos de una llamada tan indeseada como
grosera pueden desencadenar mecanismos de protección, no hacia afuera, sino
hacia el interior de las organizaciones porque ahora se tiene que justificar la
inacción, la falta de firmeza y la propensión a claudicar. Lo cierto es que así
se pierde cualquier batalla antes de empezarla.
El informar
simplemente a las bases sindicales sin manifestar una posición definida frente
al problema es una forma de trivialización de algo que es esencialmente
definitorio. El cubrir el expediente de hacer una presentación de datos más o
menos bien armada es ver solamente el lado obvio del problema, siendo que la urgencia
radica en tener plena conciencia del fondo del problema que, como es del
dominio público, parte de un esquema de corrupción cuyos costos pretenden
transferir a los trabajadores. Por ese solo hecho, los ejercicios numéricos y
la forma en cómo acercarse a la situación “armonizada” es trivializar el
problema y convertirlo en “tema”.
Desde
luego que se deben ver con atención los dos aspectos nodales ya conocidos: las
causas y las consecuencias del problema, pero las líneas de acción sindical en
defensa de los derechos de los trabajadores, ultrajados por la deshonestidad de
las autoridades “competentes” en el Estado y el Isssteson, deben ser la materia
de la discusión, el análisis y la toma de decisiones de las organizaciones
afectadas. Lo anterior implica que tiene que haber una propuesta primaria por parte
de quienes representan formalmente a los trabajadores; es decir, una posición
política clara y definida de parte de los órganos directivos sindicales, la
cual deberá someterse a la consideración de las bases y convertirla en un
programa de acción política y legal de corto, mediano y largo plazo.
En el
contexto de las organizaciones afectadas por la crisis del Isssteson debemos
destacar la presencia de los sindicatos universitarios, cuya reputación de ser
independientes proporciona una ventana hacia opiniones y posturas más creíbles
que aquellas que emanan de quienes dependen políticamente del gobierno o del
partido en el poder. La responsabilidad es, desde luego, grande. Es de esperar
que ese sindicalismo dé muestras fehacientes de su independencia y buen juicio
en bien de las clases trabajadoras de la localidad. La crisis del Isssteson
puede devenir en crisis de la credibilidad de las estructuras sindicales y
sociales afectadas, lo cual no es problema menor.
Sin duda,
las definiciones políticas claras y una acción sindical enérgica y congruente pueden
evitar que el problema del Isssteson se convierta en un simple tema… De
nosotros depende.
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