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sábado, 26 de octubre de 2024

NO ESTAMOS EN NARNIA

 “Las críticas no serán agradables, pero son necesarias (Winston Churchill).

Llama la atención el llamado que hace una periodista de Contralínea, a propósito de la grosera y condenable agresión digital que sufrió la legisladora Andrea Chávez por parte del monero Antonio Garci Nieto.

Hace un llamado a los hombres a “romper el pacto” y no solapar este atropello, con lo que nos pone en el plan de cómplices instantáneos y parte de un pacto patriarcal que, según ella, obliga al silencio, la complicidad y la protección entre hombres.

Le aseguro que nunca he suscrito ni defendido un pacto en el cual no tengo parte ni evidencia de su existencia. Creo, en cambio, en la justicia y en que una serie de prejuicios sociales del pasado se han venido superando en beneficio de una mejor convivencia social.

Las mujeres y los hombres somos iguales ante la ley no sólo por mandato constitucional sino por madurez y convicción social. Así pues, durante el siglo XX, las mujeres mexicanas han venido ocupando puestos de diversa importancia en la economía, la política, la administración y los diversos organismos de representación social.

Son empresarias, funcionarias públicas y privadas, profesionales de las más diversas disciplinas universitarias y, por otra parte, figuran en la dirección del crimen organizado en sus variadas modalidades. Así como hay profesionales de la salud también hay reconocidas asesinas y sicarias. Baste ver la historia de la administración pública y las legislaturas estatales y federales para saber que la presencia de la mujer es parte de la normalidad.

En este sentido, no se explica (salvo por razones ideológicas) la insistencia en declararlas objeto absoluto de marginación y abuso, siendo que el panorama nacional e internacional dice lo contrario.

Tampoco se puede negar la existencia de individuos capaces de abusar, agredir e incluso matar a una mujer, pero no debemos hacer la vista gorda en los casos de asesinato, robo y violencia de las mujeres entre sí y contra los hombres, cuestión comprobable con la simple revisión de los periódicos y medios digitales.

Para todos debiera estar claro que la violencia, el abuso y los instintos criminales no son patrimonio exclusivo de tal o cual sexo, y que los actos delictivos son condenables independientemente de quien los cometa, pero de ahí a prejuzgar, politizar y judicializar incluso las relaciones personales y familiares hay diferencia.

El actual marco legal permite dar cauce a cualquier denuncia que se haga sobre situaciones como las señaladas, e incluso puede afirmarse que la igualdad entre hombres y mujeres ha sido rebasada, habida cuenta la existencia de leyes y disposiciones explícitamente en favor de la mujer.

Hay casos de denuncias que siendo falsas se dan por ciertas y el hombre queda prácticamente en estado de indefensión legal, política y social. Una acusación por violencia de género, cierta o no, puede acabar con una carrera política o profesional. Al respecto, resulta ilustrativo leer el libro del abogado Francisco Serrano, La dictadura del género, editorial Almuzara, España, donde expone el origen, desarrollo y consecuencias de esta ideología en la sociedad española. 

En este marco, es posible afirmar que la igualdad que se consagra en el artículo 4º constitucional ha sido desdibujada en la legislación secundaria y que ahora se profundiza la desigualdad “legal” con las innecesarias reformas a los artículos 4º, 21º, 41º, 73º, 116º y 123º constitucionales propuestas por la titular del Ejecutivo Federal.

Tales reformas abren paso a la criminalización del hombre porque queda prácticamente cancelada la presunción de inocencia, además de condicionar la voluntad popular mediante la consagración de las cuotas “de género”. Como quien dice, el poder de la democracia como igualdad aritmética avanza a costa de la democracia como expresión política de las mayorías, independientemente de su sexo o condición social.

El pueblo mexicano votó por el Plan C y el segundo piso de la 4ª Transformación, y el 62% de los votos en favor de la Dra. Claudia Sheinbaum fueron de hombres. ¿Son por definición machistas, abusones, cómplices de violadores y acosadores de mujeres quienes la llevaron a la presidencia? (https://lc.cx/CcNdkj)

Votamos en favor de consolidar el humanismo mexicano impulsado por López Obrador y no para satisfacer agendas transnacionales, ni reproducir aquí las ideas del Ministerio de la Igualdad encabezado por Irene Montero en España, donde se creó un clima legal persecutorio y fuente de injusticias que han abierto una brecha enorme de recelo y distancia entre mujeres y hombres.

Debe prevalecer la cordura y el sentido de la justicia, habida cuenta que la ley no puede ni debe ser un garrote en manos de una parte de la sociedad para usarlo contra la otra. Tampoco estamos en Narnia, sino en un país donde los valores familiares se deben respetar porque garantizan estabilidad, unión y fortaleza.

Muchos crecimos en hogares donde el respeto y el cariño a los mayores, a los padres y hermanos era la clave de la convivencia y donde el respeto a las mujeres se inculcaba desde muy temprana edad. Estas costumbres han sido la base de hogares sólidos y, aunque nadie niega que existan excepciones, áreas oscuras en la sociedad e influencias mediáticas perniciosas, no deben pagar justos por pecadores.

No perdamos lo que tenemos en aras de una “modernidad” parasitaria que viene de la anglosfera, de las cloacas académicas gringas y del estercolero europeo.



 

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