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sábado, 17 de junio de 2023

UN CANDIDATO POSIBLE

 “Los moderados no son más que conservadores más despiertos” (Melchor Ocampo).

 

Se calientan los ánimos, quizá para estar en sintonía con el pronóstico del clima y las previsiones meteorológicas de temporada. Lo mil veces comentado es el gesto adusto y amenazante de Claudia Scheinbaum, con dedo en ristre frente a Alfonso Durazo en el cónclave morenista celebrado el pasado domingo 14 en la Ciudad de México (El Imparcial, 15-06-2023).

La reacción airada frente a Durazo, porque hubo gente que le gritó “piso parejo”, revela una escasa resistencia a lo que se da por sentado en cualquier proceso donde hay grupos que tienen distinta forma de ver las cosas, habida cuenta que se trata de la selección de un candidato entre seis aspirantes.

Aquí, el que se lleva se aguanta, el que compite sabe, o debe saber, que no hay regla o acuerdo tan fuerte que ponga un bozal al entusiasmo y las convicciones de los apoyadores de tal o cual aspirante, aunque se puede alegar que alguien rompió un acuerdo, lo cual es criticable.

La pretensión de que no hubiera gritos o sombrerazos en la presentación en sociedad de los aspirantes fue un buen deseo, frente a la realidad del reclamo de “piso parejo” que hicieron los seguidores de Marcelo Ebrard, según se ha señalado en los medios, aunque cabe recordar que es el mismo reclamo que en su momento hiciera Gerardo Fernández Noroña, ante la sospecha de una posible exclusión del elenco presidenciable.

Al parecer, más allá de la razón del arranque emocional de la señora Scheinbaum, se tiene la impresión de que algunos se sienten más “de casa” que los otros, por lo que el llamado al “piso parejo” puede ser producto de dichos y hechos presentes en el ánimo de los contendientes percibidos como menos favorecidos.

Trasciende que tanto Monreal como Ebrard acudieron con un grupo de seguidores, con lo que se rompió el acuerdo de acudir solos, sin porra. Sin embargo, Durazo, en su calidad de presidente del Consejo Nacional de Morena, tuvo que responder a Scheinbaum aceptando lo reprobable del desaguisado.

Independientemente del previsible tropiezo en la etapa preoperatoria de la carrera presidencial por parte del partido guinda, la oposición convertida en franquicia electoral de Claudio X. González, ilustre representante del empresariado parasitario, no da con bola. Sus posibles abanderados hacen circo, maroma y teatro por llamar la atención de los medios, ante el jolgorio de una ciudadanía que no ve por ningún lado ni proyecto de nación ni congruencia en sus dichos y sus hechos, más allá de un cacerolismo risible, tan mamón como estridente.

Como aspirantes “de izquierda” menos creíbles destacan el acomodaticio Ricardo Monreal, tan falso en sus convicciones como un billete de tres pesos y el caricaturesco Manuel Velazco, del PVEM, ejemplo de la trivialización de la política. Por otra parte, están Gerardo Fernández Noroña, de amplia trayectoria legislativa, y del primer círculo presidencial figura Marcelo Ebrard Casaubon, Adán Augusto López Hernández y Claudia Scheinbaum Pardo.

Tanto Marcel Ebrard como Adán Augusto López pueden presumir de méritos en el desempeño de sus respectivas responsabilidades públicas, de Fernández Noroña se puede hablar de su desempeño legislativo y su habilidad para el debate, mientras que la señora Scheinbaum goza de reconocida militancia y prestigio académico en materia de protección ambiental.

Quizá lo más importante sea cuál es la profundidad del compromiso con la transformación nacional de los aspirantes y, consecuentemente, hasta qué punto estarían dispuestos a hacer frente a los intereses y avances del capital transnacional en nuestra economía y política nacional.

Lo anterior adquiere relevancia si tenemos en cuenta la masa de intereses que hay, por ejemplo, en torno al litio, las energías limpias, la modernización de puertos y las inversiones milmillonarias en infraestructura relacionada con el transporte y licuefacción de gas, que encajan con las expectativas del norte global de cara a la competencia energética y comercial que se tiene con Rusia y China.

¿Seremos muy “progres” si le hacemos el paro logístico (a través de Chihuahua y Sonora) al gas texano? ¿Nos modernizamos si por un lado proclamamos nuestra soberanía y por otro servimos de tapete geopolítico a los vecinos del norte?

No es exagerado decir que el futuro del país depende de un gobierno soberanista y nacionalista y no de uno atado al globalismo encabezado por el norte. En este punto, es claro que está descartada la oposición claudioequisista por ser contraria al interés nacional, como también debiera estarlo cualquiera que, en las filas de Morena y aliados, se pliegue a los intereses del extranjero.  

Los adherentes de la 4ª. Transformación deben centrar su atención en el interés nacional, no el del vecino. O se es soberanista o se es globalista porque no hay términos medios y, y como dijo el Che Guevara, “son moderados todos los que tienen miedo o todos los que piensan traicionar de alguna forma”.

En lo personal, veo en Adán Augusto López Hernández un candidato posible, pero eso lo decidirán las instancias formales de Morena. Ojalá que no asistamos a una versión electoral de la fábula de Esopo, el parto de los montes.

 

  

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