“La guerra no es un fenómeno independiente, sino la continuación de la política por otros medios” (Carl von Clausewitz).
Me gustaría ver una película o serie de televisión donde un gringo (o alguno que asuma esa cultura como propia) no vomite a las primeras de cambio cuando se asuste, vea un muerto, se frustre, se agite, se estrese, se impacte con una noticia o se vea envuelto en algún tipo de escenario conflictivo.
El vómito como pauta emocional supone un gran reto para el entendimiento de cualquier ser normal sobre la tierra, salvo para quienes viven en la anglosfera o su periferia cultural que lo asumen como algo no sólo correcto sino prácticamente obligado. ¿Qué sería de un drama cotidiano sin una buena vomitona?
Me da la impresión de que la cultura política está influida por la del vómito, que parece estar ligado fatalmente con la visceralidad que coloquialmente se representa por el hígado. Así las cosas, el hígado puede dictar la política exterior estadounidense, su idea de mundo y, desde luego, su idea de futuro. En este tenor, no es raro que los asuntos normalmente entendidos como propios de los demás pasen a ser de “seguridad nacional” para el hígado gringo.
La libre determinación de los pueblos se ve con sospecha, con la rencorosa percepción de que alguien está mandándose solo y que puede ser con el fin de afectar la deseada y tranquilizante unipolaridad mundial que necesitan desesperadamente, dado que ven a las naciones que ejercen su soberanía como potencialmente dañinas, frustrantes y opuestas a sus intereses.
¿Cómo permitir que los demás puedan decidir y resolver sus propios problemas sin la tutela de quien se siente el dueño del circo mundial? ¿Cómo aceptar que los recursos naturales de otros no puedan ser administrados y aprovechados por ellos? Las afirmaciones de la general Laura J. Richardson, comandante del Comando Sur de EU dan muestra clara de cómo piensan y del “trabajo” que tiene que hacer el país del norte al respecto (1).
El inicio de la primavera marca el de la invasión a Irak hace 20, basada en una idea falsa, ridícula y desproporcionada que provocó la alarma de un país que ve la guerra como medio de equilibrar su economía y garantizar su control político mundial (2).
Ante el temor de que Irak tuvieras armas de destrucción masiva procedieron a atacar masivamente a Irak y destruir todo lo que estuvo a su alcance, saqueando su patrimonio cultural y echando mano de sus recursos. Hasta la fecha, el caos y la incertidumbre son la “nueva normalidad” del pueblo iraquí, una víctima más de la “liberación” occidental.
En un mundo cambiante y diverso cualquier atisbo de inteligencia y pensamiento independiente puede desencadenar la vomitona militar y económica del Tío Sam, con salpicaduras de sanciones, acuerdos pandilleros de contención y represión que, como en el caso de la OTAN y EU frente Rusia, cuestan mucho más que trabajar por la paz y el entendimiento internacional en condiciones de igualdad, equidad y respeto.
Parece que los elementos esenciales de la política exterior de los vecinos del norte son la amenaza militar, económica, política y mediática, ante cualquier sentimiento de “decepción” y “frustración” por causa de enfrentar a un pueblo con dignidad y sentido de la historia, como ocurre en medio oriente, África, el Caribe y Latinoamérica, agredidos y en eventual resistencia contra el intervencionismo yanqui.
La cultura del vómito y la preeminencia del hígado convierten en peligro a países como Cuba, Venezuela, Rusia y China, o algún ignoto planeta que se manifieste en nuestras inmediaciones planetarias, según suponga la NASA y el Pentágono con el apoyo de la obsequiosa prensa aliada, presta a justificar cualquier intervención a nombre de la “democracia” y la “libertad”.
El hígado puesto en acción puede declarar objetivo militar tanto a una nación que presuntamente viola derechos humanos pero que cuenta con petróleo, uranio o litio, como a otra que supuestamente protege a narcotraficantes (que alimentan sus vicios), pero que casualmente también tiene recursos naturales apetecibles.
Es totalmente factible que la sola posibilidad de actividad en algún lejano planeta presuntamente habitado represente una amenaza para la “seguridad nacional” de EU, ahora guardianes de la galaxia, y que, por razones de defensa, se intensifique la demanda de petróleo, litio y otros metales de importancia estratégica para la “paz mundial” (y universal) defendida por ellos (3).
En el juego político internacional que lideran los vecinos, las primeras en ser sacrificadas son la razón, la libertad y la democracia, ya que el cerebro queda subordinado a las decisiones del hígado y se confirma que el vómito se lleva mejor con sus expectativas militares.
(1) https://deverdaddigital.com/comando-sur-de-eeuu-por-la-boca-muere-el-imperio/
(2)
https://www.jornada.com.mx/2023/03/20/mundo/025n1mun
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