“Abrid
escuelas y se cerrarán cárceles” (Concepción
Arenal).
En medio de las
complicadas negociaciones sindicales por las revisiones contractuales y
salariales de diversas instituciones de educación superior en el país, el
rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Enrique Graue
Wiechers, “consideró que las universidades que se escudan en su autonomía para
no ventilar actos de corrupción deben ser investigadas, y sus responsables
perseguidos y castigados por la justicia” (https://www.elsoldemexico.com.mx/mexico/sociedad/corrupcion-en-universidades-debe-investigarse-graue-3244124.html).
Tan importantes
palabras, viniendo de donde vienen, nos ponen a pensar en la imperiosa
necesidad de revisar a fondo el monto y destino de los recursos con que cuentan
las universidades nacionales, donde tenemos algo así como “castas divinas” de
funcionarios que no se conforman con un modesto y razonable complemento por las
tareas y responsabilidades que asumen, sino que aspiran a alcanzar sus
calenturas adolescentes de fama y
fortuna a través de su empleo universitario, lo cual es, esencialmente, una fea
y evidente contradicción si consideramos los fines y propósitos de la educación
superior pública y autónoma. Es tan ridículo como aspirar al enriquecimiento
personal mediante el servicio público en el gobierno federal, estatal o
municipal, en el sistema judicial o en las tareas legislativas.
Aquí cabe recordar el
discurso pronunciado por Benito Juárez ante la X Legislatura de Oaxaca, el 2 de
julio de 1852, en la parte que dice: “bajo el sistema
federativo los funcionarios públicos no pueden disponer de las rentas sin
responsabilidad; no pueden gobernar a impulsos de una voluntad caprichosa, sino
con sujeción a las leyes; no pueden improvisar fortunas ni entregarse al ocio
ni a la disipación sino consagrarse asiduamente al trabajo, resignándose a
vivir en la honrosa medianía que proporciona la retribución que la ley haya
señalado”, quedando claro que quienes quieran “salir de pobres” de manera
súbita y definitiva, deberán buscar por los rumbos de la iniciativa privada y
no por el servicio público.
Desde luego
que hay formas “legales” de torcerle los renglones a la sentencia juarista y
hacerse de sueldos y prerrogativas propias de un gerente o director corporativo
de alguna empresa transnacional, y burlar la necesaria política de austeridad a
la que están obligadas las diversas instancias públicas, organismos
descentralizados y entidades que reciban aportaciones o subsidios
gubernamentales, como es el caso de quienes han solicitado amparos que mantengan
su impunidad en los abusos, de cara a la política iniciada por el actual
gobierno morenista y en franca oposición a hacer justicia a quienes con su
trabajo hacen posible el funcionamiento cabal de las instituciones. En este
punto, es inevitable referirnos a la Universidad de Sonora, en la que los
sindicatos STAUS y STEUS se encuentran en el proceso de negociaciones con la
administración, sin resultados significativos hasta el momento.
En el caso
particular del sector académico, representado por el STAUS, hay reclamos que
encajan en la lógica de la transparencia y el ajuste del gasto universitario a
la nueva política de austeridad y, en congruencia, se demanda un programa que
considere la disminución de los sueldos de la alta burocracia y la disminución
de los puestos de confianza, habida cuenta que se tienen funcionarios que
rebasan el sueldo mensual del Presidente de la República, como es el caso del
Rector ($127,825.00), la Secretaria General Académica y la Secretaria General
Administrativa ($110,729.00 cada una), mientras que el personal académico debe
sujetarse al tope salarial del 3.35 por ciento de aumento y el 1.8 por ciento
en prestaciones, lo que hace imposible la recuperación de la capacidad
adquisitiva rezagada por aumentos salariales por debajo de la inflación. Cabe señalar
que los altos cargos administrativos cobran salarios y prestaciones por encima
de lo autorizado por la SEP, de acuerdo con información en poder del STAUS.
Si el
dispendio y la inequidad en materia de salarios y prestaciones es un asunto
grave, tenemos que agregar que el Gobierno del Estado no cumple cabalmente con
la parte que le corresponde en el convenio de financiamiento a la UNISON de
este año, al dejar de pagar 108 millones de pesos. El gobierno del Estado y el
Federal aportan cada uno el 50 por ciento del total del subsidio que sostiene a
la Institución universitaria, por lo que es esencial que cada una de las partes
cumpla con sus aportaciones, cuestión que, como se ve, tiene sin cuidado a la
señora gobernadora.
Hoy, por
desgracia, la Máxima Casa de estudios de Sonora libra una batalla, en donde en
uno de los frentes tiene al propio Gobierno del Estado y en el otro a la
administración que debiera empeñarse en hacer la mejor de las gestiones en
beneficio de la comunidad universitaria. Tenemos indolencia, autocomplacencia e
irresponsabilidad como llagas supurantes que manchan la solemnidad y el respeto
a lo que representa el Edificio Principal del Alma Mater. En este desierto
donde es opresora la carencia de valores republicanos como la austeridad y la
buena gestión de recursos en un marco de transparencia y rendición de cuentas,
se levanta la voz del sindicalismo universitario reclamando justicia, respeto y
diálogo. La huelga está emplazada para el martes 2 de abril, mientras que el
reloj sigue su marcha inexorable hacia las redefiniciones institucionales.
En otro
asunto: nos oponemos a la venta de los estadios y demás patrimonio de los
sonorenses. No se debe lucrar con bienes públicos.
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