"En todo hay una medida" (Horacio)
Llama la
atención la torpe insistencia de las autoridades estatales de violentar la
autonomía municipal consagrada en el Artículo 115 constitucional, y el Título
Quinto de la estatal. Duele ver un absurdo proceso de centralización en marcha,
so pretexto de fortalecer la seguridad pública y la capacitación de las
corporaciones policíacas. Molesta la ridícula argumentación de la secretaría
del ramo y el desparpajo con el que se declara que los ayuntamientos seguirán
haciéndose cargo de la administración del servicio, pero que el mando - ¿sólo eso? - correspondería al
gobierno del estado.
Según esta iniciativa federal, fracasada cuando Calderón y retomada con Peña Nieto, el nombramiento de los mandos policiales quedaría en manos de autoridades ajenas y superiores a los presidentes municipales, con lo que verían mermadas sus funciones ejecutivas y quedarían a expensas de decisiones donde son claramente excluidos. El llamado Mando Único de policía echa por tierra la autoridad municipal para de alguna manera reinstalar la centralización de funciones esenciales en el gobierno estatal, lo que recuerda el absurdo porfiriano de los prefectos o jefes políticos que estaban entre el poder estatal y el municipal, y que constituyeron una seria amenaza para la vida cívica de sus habitantes, llegando a ser una consigna sentida por quienes hicieron la Revolución de 1910.
Me parece que la
consigna “Municipio Libre” lanzada en el Plan de Guadalupe de Venustiano
Carranza y plasmada en el primer párrafo del artículo 115 de la Constitución,
es suficientemente clara como para que las autoridades gubernamentales
entiendan que las reformas de hecho que pretenden hacer al marco normativo
estatal afectan seriamente a la institución municipal y violentan nuestra
historia política y administrativa.
Resulta no sólo
patética sino artificiosa la argumentación sobre la diferencia entre “mando” y
“policía” única, en la que tratan de meter a los ciudadanos interesados en
estos temas, como si una y la otra no fueran expresiones viles de una
centralización extralógica y ajena al modelo federal que México tiene desde su
fundación como nación independiente y soberana.
Lamentablemente,
estamos en tiempos en los que el respeto estricto a la ley resulta
políticamente molesto y se sustituye por la farsa de los “pactos”. En vez de la
firma de pactos mediáticos, ¿no sería mejor que los funcionarios actuaran de
acuerdo a las facultades y atribuciones que las leyes expresamente les
confieren? ¿Qué problema habría si los empresarios cumplieran con sus deberes y
obligaciones legales para con el gobierno y la sociedad? ¿Hay necesidad de
pactar lo que de suyo está previsto en las normas vigentes?
La cínica
presión hacia los alcaldes por parte del gobierno estatal carece de
justificación y legalidad, por lo que es de celebrarse que varios municipios
grandes aun resistan la bárbara y ridícula pretensión de quitar de manos de los
presidentes municipales la decisión de nombrar a sus mandos policiales. La
intención de centralizar el mando policiaco es, por lo menos, sospechosa,
aunque claramente absurda en los términos de la Constitución federal y la
estatal.
En otro género
de asuntos, surge la iniciativa ciudadana de promover el amparo de la justicia
federal contra el abusivo aumento a la tarifa del agua potable, el cual se verá
incrementado sustancialmente una vez que inicie su funcionamiento la planta
tratadora, obra que contrató en su trienio el panista Javier Gándara y que la
actual administración priista asume como propia. Se trata de hacer pagar a las
familias una deuda que contrajo el gobierno con una empresa privada para dar
servicio a un sector privado de nuestra comunidad. El caso debiera analizarse
antes que empeñarse en encarecer la vida de centenas de miles de hermosillenses
de a pie.
Como era de
esperarse, hay cierta confusión acerca del tema del amparo y ya se emprenden
acciones para registrar a los ciudadanos inconformes y recoger la copia del
recibo del agua y la credencial para votar de los interesados. Tal fue el caso
del módulo informativo que se instaló en el Mercado Municipal no. 1, a un
costado de la fuente, donde se brindó asesoría y se empezaron a recoger los
documentos mencionados. Como también era de suponerse, han parecido aspirantes
a saboteador oficioso de la iniciativa, con la consigna de dar un toque de
sospecha a las intenciones de los ciudadanos que figuran como impulsores de la
promoción de este recurso legal. En estos casos, lo más razonable es apoyar
firmemente las acciones que hagan frente al abuso de un gobierno que ha
iniciado imponiendo gravámenes desproporcionados a la comunidad para la que
debiera trabajar. Por otra parte, parece recomendable revisar atentamente la
ley de ingresos del municipio, ante la certidumbre de que se está actuando
alevosamente contra los intereses ciudadanos. Cabe recordar que, ante leyes
injustas, la desobediencia civil es un acto de legítima defensa.
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