“Si queremos que todo siga como está, es
necesario que todo cambie” (Giuseppe Tomasi di Lampedusa, 1896-1957).
Como
sabe, la derecha ligada a los intereses de EE.UU. se encuentra de plácemes por
la victoria en la Asamblea Nacional de Venezuela, al alcanzar una mayoría
significativa. De inmediato Mariano Rajoy de España y John Kerry de EE.UU., se
pronunciaron entusiasmados por el resultado electoral: “Ganó la libertad”, dijo
Rajoy, mientras que Kerry ofrecía el “apoyo” de su país en favor del cambio
venezolano.
Recientemente,
en Argentina, la derecha obtuvo la presidencia de la república venciendo al
kirchenismo, en una votación que, se dijo, cambiaría la correlación de fuerzas
en América Latina en favor del conservadurismo formateado de acuerdo a los
intereses del FMI y el capital internacional ligado a los intereses del Norte.
Mientras
que en América Latina se observa un avance de la derecha, en Francia Marianne
Le Pen también celebra con entusiasmo el avance legislativo de la derecha
ultraconservadora que representa el Frente Nacional, y en Oriente Medio los
intereses petroleros de Occidente prosperan a costa de la estabilidad política
de la región y del respeto a los derechos humanos. El terrorismo más absurdo
castiga a la población civil de Palestina, Irak y Siria, mientras que EE.UU.,
Francia, Alemania e Israel dicen combatir a dichas fuerzas homicidas, al mismo
tiempo que las financian, protegen y arman. Israel es comprador seguro vía
Turquía del petróleo que saquea el “Estado Islámico”, con lo que forma parte de
la red de complicidades que ha tejido Washington en esta sufrida región del
planeta.
En
México, una población decepcionada del PRI votó hace 15 años por el PAN, para
volver a llevar a la presidencia nuevamente al PRI en 2012, en la persona de
Enrique Peña Nieto, quien profundiza la aplicación del recetario neoliberal en
perjuicio del bienestar nacional. En Sonora se votó hace seis años por el PAN,
para ahora hacerlo nuevamente por el PRI, con Claudia Pavlovich. En Hermosillo
ha ocurrido una transición similar. A estas alturas, es difícil negar la
fatalidad de la teoría del péndulo bajo la premisa de un bipartidismo de facto
que opera en la decisión del voto ciudadano.
Tanto
el PRI como el PAN han basado su discurso y éxito electoral en los defectos y
vicios del otro, haciendo frente común contra quienes se presentan como de
oposición al sistema. El bipartidismo tiende a eliminar la competencia, que no
encaja en el esquema de corruptelas y complicidades, para el buen
funcionamiento tanto del gobierno como de su maquinaria electoral y clientelar.
El cambio, desde una verdadera oposición es una amenaza.
En un
sistema basado en la corrupción, la política cede su espacio a los negocios, de
suerte que los partidos dejan de obedecer a una determinada ideología para
abrazar con entusiasmo la posibilidad de hacer alianzas y suscribir pactos no
sólo ajenos sino lesivos para sus electores. La opacidad y la manipulación
informativa son esenciales para la buena marcha de las estructuras clientelares
que ven oportunidades de mercado en la traición y el engaño. La identidad
ideológica y el proyecto de país terminan estorbando al impulso empresarial
privado, con lo que la función social del quehacer político queda reducida al
espacio de los discursos y las explicaciones o justificaciones de la traición a
la voluntad ciudadana. En este sentido, resulta fácil criticar el alza de
impuestos cuando se es “oposición” pero justificarla cuando se es gobierno. Tal
es el caso de la tarifa del agua en Hermosillo y del incremento de la deuda
para efectos de financiamiento.
Tanto
panistas como priistas acuden al crédito que se traduce en deuda, así como al
alza de las tarifas de los servicios públicos, en un círculo vicioso donde la
ineficiencia administrativa favorece los negocios y enriquecimientos privados,
la corrupción, el desfalco al erario y, de nuevo, más deuda y más alzas en
impuestos y tarifas de servicios.
Si es
claro que el sistema es corrupto y corruptor, ¿por qué las organizaciones que
dicen defender los derechos ciudadanos aceptan el alza en los pagos “si son
escalonados”? ¿Cómo justificar un aumento (el que sea, como sea) en las
obligaciones ciudadanas si no existen indicios de justicia y equidad en los
cobros? ¿Por qué no hay respuestas colectivas enérgicas contra el abuso y el
fraude? ¿Qué espera la sociedad para sentirse aludida y ofendida? ¿Cuándo
entenderemos que lo que pasa en el mundo, México y Sonora es parte del arsenal
de problemas y abusos del sistema económico global dominante? Es claro que el
sistema da zarpazos desesperados y sus efectos son temibles, pero también lo es
que la enajenación capitalista ha llegado a niveles extremos.
Las
experiencias históricas sugieren la imperiosa necesidad de una reacción
ciudadana masiva ante la absurda manipulación y demagogia del sistema, así como
formas alternativas de acción política que recuperen la autoestima y el poder
del pueblo. La necesidad de un partido de oposición de izquierda revolucionaria
parece ser cada vez más apremiante. El sistema no va a caer con reformas,
remiendos y parches, sino por la acción decidida de un pueblo cansado de lo
mismo, harto de un solo sistema con varias caretas.
¿Ha
pensado apoyar a un partido de oposición en las próximas elecciones? Ya es
tiempo que lo haga, y que tenga el valor de asumir la parte que le corresponde
en el cambio. Por lo pronto, haga camino al andar y marche con la frente en
alto en las filas de los opositores al abuso. Diga NO al alza de tarifas.
1 comentario:
Solo una pregunta se queda en el aire
¿Que partido de "oposición" se opone al capitalismo?
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