Mientras que el periódico El Imparcial reportaba que el saldo de la Semana Santa fue blanco, medios alternativos daban la noticia de que un joven de familia acomodada, sobrino del dueño del diario en cita, habitante de la Colonia Pitic, daba muerte a una pareja de jóvenes vacacionistas que dormían en una tienda de campaña el sábado en la madrugada, en las playas de Bahía Kino, Sonora.
El ebrio motorizado responde al nombre de Fernando Noriega Soto y sus víctimas son Denise Fimbres y Víctor Quirós, éste último sobrino del senador sonorense Manlio Favio Beltrones.
El borracho de la Colonia Pitic pretendía sacarle la vuelta a un filtro policiaco y continuó su carrera por abajo de la línea asfáltica, con lo que arrolló a la inocente pareja. Este ejercicio de irresponsabilidad criminal ahora está siendo solapado por parientes y amigos quienes buscan un trato de privilegio para el criminal, que fue trasladado del Cereso vecino de la Unión Ganadera al Cereso II, que alberga a delincuentes de baja peligrosidad y en vías de pre-liberación.
Desde luego que los ricos también lloran, pero ¿por qué se ocultó a la opinión pública el hecho? ¿De qué privilegio goza para cubrir con un velo de silencio la felonía cometida en estado de ebriedad? ¿Dónde está la moral de las buenas familias? ¿Dónde el sentido de justicia? ¿Dónde está la ética periodística cuando de proteger apellidos se trata?
Se sabe que a cualquier imbécil en estado de ebriedad se le puede atravezar una pareja inocente y, en consecuencia, acabar bajo su carro muerta, pero de ahí a que la prensa deje de informar con veracidad y objetividad lo que ocurre, o que oculte mañosa y selectivamente los hechos, eso realmente molesta.
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