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miércoles, 8 de enero de 2014

Con el futuro embargado

Pues resulta que en el sistema económico actual las cosas tienen precio y son sujetas a embargo. La idea de que hay valores que trascienden los pesos y centavos pertenece a la arqueología moral pues lo de hoy es la compra, venta y cambalache de todo, sin el “casi” que usualmente le ponemos al concepto para denotar algún hueco que albergue lo no  negociable. La vida es un mercado sujeto a las leyes de la oferta y la demanda en el discurso pero que en realidad ofrece las características de la competencia monopólica y la venalidad de quienes tiene  alguna responsabilidad pública.

En el estado de Sonora la población afiliada al Isssteson deambula entre la incredulidad y el enojo al enterarse de que algunos bienes inmuebles del gobierno pasarían a este instituto a fin de cubrir adeudos con los pensionados, bajo la premisa de que “los derechohabienes verán lo que hacen con ellos”, lo que quiere decir que la política de seguridad social de Sonora es de “ahí te la hechas”, en el más puro estilo de los papalotes sin cola neoliberales en materia de administración pública.

En este tenor, la interpretación de que el gobierno pitufo se sirvió de más de mil millones de pesos para fines aún no aclarados y menos justificados legalmente, pudiera llevarnos a suponer que se realizó una especie de privatización  de los fondos y que ahora las propiedades públicas servirán de tapadera parcial del boquete financiero del instituto, con el agravante de que, según dice el gobernador, “los propios trabajadores sabrán que hacer” con estos recursos no líquidos aunque tangibles. De ahí que, sin advertencia alguna, el instituto se convierte en agente inmobiliario de los trabajadores con la misión de ver quién se anima a comprar o rentar los bienes inmuebles destinados. La moneda está en el aire cada vez más viciado de la insolvencia por causas no declaradas. El futuro es incierto no por su improbable arribo, sino por lo ignoto de su contenido.

Lo cierto es que si los trabajadores han pagado puntualmente sus cuotas, descontadas religiosamente de sus haberes, resulta más que molesto enterarse de que el dinero se esfumó de las arcas del instituto y que nadie haya atinado siquiera a emitir una mentira piadosa acerca de su destino. Por más que las mentes panistas sean creativas en eso de torcer las cosas, hasta el momento el Departamento de Éxitos Virtuales no ha dado de sí, quedando la sensación de que los ciudadanos fuimos víctimas de un asalto en despoblado.

Por el rumbo de Agua de Hermosillo declaran que ahora se debe de presentar el recibo y que ya no funcionará la opción de marcar el número telefónico como identificación del usuario. El engorro y la pérdida de tiempo parecen ser las características de esta administración que busca complicar los trámites y alcanzar nuevas cuotas de ineficiencia. Antes, era de lo más fácil llegar aun sin el recibo y cubrir el adeudo del mes, lo que ahora es imposible porque, según dice la empleada de ventanilla,  “hay que adaptarse a los cambios”. El argumento que trata de justificar las burradas cae por su propio peso, ya que el ciudadano sí se adapta a los cambios, a lo que no se adapta es a la estupidez convertida en norma.

En materia fiscal, otra medida que huele a populismo de coyuntura es la referida a exentar del pago del predial a policías y bomberos, ya que si se trata de completar el ingreso del trabajador por medio de estas medidas, también cabrían los profesores de todos los niveles educativos, el personal de salud, los pensionados y jubilados y las personas con ingresos inferiores a cinco salarios mínimos. La decisión parece un intento de congraciarse con un sector que, en caso de desastres y graves disturbios ciudadanos siempre está presente del lado de la autoridad.

La exención puede ser un mecanismo compensatorio del ingreso sin dejar de considerar el monto monetario que requiere una familia para vivir decorosamente, lo que debiera llevar a revisar la política salarial no solamente de un sector de servidores públicos sino de todos los trabajadores en condiciones similares de ingreso. Debe haber criterios ligados a la equidad y la justicia y no a situaciones de oportunismo clientelar, pero los alcances administrativos y la audacia política de la derecha no tienen el suficiente aliento como para generar cambios que incidan realmente en mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.


Parece que la cuesta de enero será más empinada que otros años, de los que se extrañará un ambiente política y administrativamente jodido, pero aun sin las reformas que finalmente  acabarán de hundir al “navío de gran calado” que es el estado mexicano. Las traicioneras aguas de la codicia transnacional garantizan un naufragio de primer mundo, más si se encuentran saboteadores suicidas en la misma tripulación, ¿o no? 

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