Pues resulta que en el sistema
económico actual las cosas tienen precio y son sujetas a embargo. La idea de
que hay valores que trascienden los pesos y centavos pertenece a la arqueología
moral pues lo de hoy es la compra, venta y cambalache de todo, sin el “casi”
que usualmente le ponemos al concepto para denotar algún hueco que albergue lo
no negociable. La vida es un mercado
sujeto a las leyes de la oferta y la demanda en el discurso pero que en realidad
ofrece las características de la competencia monopólica y la venalidad de
quienes tiene alguna responsabilidad
pública.
En el estado de Sonora la población
afiliada al Isssteson deambula entre la incredulidad y el enojo al enterarse de
que algunos bienes inmuebles del gobierno pasarían a este instituto a fin de
cubrir adeudos con los pensionados, bajo la premisa de que “los derechohabienes
verán lo que hacen con ellos”, lo que quiere decir que la política de seguridad
social de Sonora es de “ahí te la hechas”, en el más puro estilo de los
papalotes sin cola neoliberales en materia de administración pública.
En este tenor, la interpretación de
que el gobierno pitufo se sirvió de más de mil millones de pesos para fines aún
no aclarados y menos justificados legalmente, pudiera llevarnos a suponer que
se realizó una especie de privatización
de los fondos y que ahora las propiedades públicas servirán de tapadera
parcial del boquete financiero del instituto, con el agravante de que, según
dice el gobernador, “los propios trabajadores sabrán que hacer” con estos
recursos no líquidos aunque tangibles. De ahí que, sin advertencia alguna, el
instituto se convierte en agente inmobiliario de los trabajadores con la misión
de ver quién se anima a comprar o rentar los bienes inmuebles destinados. La
moneda está en el aire cada vez más viciado de la insolvencia por causas no
declaradas. El futuro es incierto no por su improbable arribo, sino por lo
ignoto de su contenido.
Lo cierto es que si los trabajadores
han pagado puntualmente sus cuotas, descontadas religiosamente de sus haberes,
resulta más que molesto enterarse de que el dinero se esfumó de las arcas del
instituto y que nadie haya atinado siquiera a emitir una mentira piadosa acerca
de su destino. Por más que las mentes panistas sean creativas en eso de torcer las
cosas, hasta el momento el Departamento de Éxitos Virtuales no ha dado de sí,
quedando la sensación de que los ciudadanos fuimos víctimas de un asalto en
despoblado.
Por el rumbo de Agua de Hermosillo
declaran que ahora se debe de presentar el recibo y que ya no funcionará la
opción de marcar el número telefónico como identificación del usuario. El
engorro y la pérdida de tiempo parecen ser las características de esta
administración que busca complicar los trámites y alcanzar nuevas cuotas de
ineficiencia. Antes, era de lo más fácil llegar aun sin el recibo y cubrir el
adeudo del mes, lo que ahora es imposible porque, según dice la empleada de
ventanilla, “hay que adaptarse a los
cambios”. El argumento que trata de justificar las burradas cae por su propio
peso, ya que el ciudadano sí se adapta a los cambios, a lo que no se adapta es
a la estupidez convertida en norma.
En materia fiscal, otra medida que
huele a populismo de coyuntura es la referida a exentar del pago del predial a
policías y bomberos, ya que si se trata de completar el ingreso del trabajador
por medio de estas medidas, también cabrían los profesores de todos los niveles
educativos, el personal de salud, los pensionados y jubilados y las personas
con ingresos inferiores a cinco salarios mínimos. La decisión parece un intento
de congraciarse con un sector que, en caso de desastres y graves disturbios
ciudadanos siempre está presente del lado de la autoridad.
La exención puede ser un mecanismo
compensatorio del ingreso sin dejar de considerar el monto monetario que
requiere una familia para vivir decorosamente, lo que debiera llevar a revisar
la política salarial no solamente de un sector de servidores públicos sino de
todos los trabajadores en condiciones similares de ingreso. Debe haber
criterios ligados a la equidad y la justicia y no a situaciones de oportunismo
clientelar, pero los alcances administrativos y la audacia política de la
derecha no tienen el suficiente aliento como para generar cambios que incidan
realmente en mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
Parece que la cuesta de enero será más
empinada que otros años, de los que se extrañará un ambiente política y
administrativamente jodido, pero aun sin las reformas que finalmente acabarán de hundir al “navío de gran calado”
que es el estado mexicano. Las traicioneras aguas de la codicia transnacional
garantizan un naufragio de primer mundo, más si se encuentran saboteadores
suicidas en la misma tripulación, ¿o no?
No hay comentarios:
Publicar un comentario