David fue un universitario íntegro, un esposo y padre amoroso que tuvo la suerte de encontrar a su compañera de vida en una inteligente, valiente y solidaria mujer también oriunda de tierras del Yaqui, Rosa Nelly Arvizu. Integraron una familia honorable a fuerza de amor y sacrificio, y sus hijos siempre constituyeron la fuente de su más alta satisfacción y orgullo.
David será siempre recordado por quienes lo trataron y tuvieron la fortuna de ser sus amigos como un ser excepcional por su generosidad y buena disposición, siempre solidario, sensible y decidido a participar en las mejores causas ciudadanas. En su trato personal, su buen carácter y fraternal apoyo ayudó a muchos a ver el lado bueno de las cosas, en una especie de apostolado modesto y discreto en favor de quienes en un momento de sus vidas necesitaron el apoyo de un amigo.
Se le extrañará siempre.
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