Notas Sueltas es un espacio de opinión sobre diversos problemas de carácter social, económico y político de interés general. Los comentarios pueden enviarse a: jdarredondo@gmail.com

sábado, 22 de febrero de 2025

¿NOS PONEMOS AL DÍA?

 

“Imitar lo provechoso es casi tan sencillo como instruirse en lo pérfido” (Esteban Navarro).

 

Ya ve usted que las modas y tendencias son como los pelos de gato, que se pegan a la primera provocación, que salen con dificultad y que dejan una marca indeleble en la memoria de lo adquirido.

Nuestro inventario de costumbres de nuevo cuño tiende a estratificarse como capas geológicas en nuestra conciencia, se nos pegan como chicle en suela, de manera que es posible seguirles la huella en las acciones cotidianas. Así que, dime cómo hablas, te vistes o convives, y te diré quién te pudre el cerebro y reformatea lo que eres.

Las notas periodísticas reflejan la penetración y el alcance de las modas, costumbres y tendencias; por ejemplo, algunos de los horrores reservados a las series de televisión gringas o las ciudades del centro o sur del país, ahora las tenemos vivas y actuantes en esta desnaranjada capital de Sonora: hay sospechas fundadas de cobro de piso, de repartición de la ciudad entre los grupos delictivos, de consumo de drogas tan apendejantes como el fentanilo, pasando por los opiáceos o la vulgar mota.

Los llamados antros, abiertos o clandestinos, pasan de ser el resumidero de la calidad de su concurrencia habitual o experimental, a verdaderos escaparates de toda miseria y abyección posible. Algo así como campos de maniobras de proyectos de hampón, proxeneta o político mercantilista en busca emociones ligadas a su moral vermiforme.

Me comentan que el asesinato en vivo y a todo color que algunos comensales de mariscos presenciaron en El Charco, tuvo como causa probable el cobro de piso, aunque de inmediato la autoridad competente aclara que el causante fue un repartidor de aplicación, ya que encontraron el casco y la mochila del sujeto. La depurada lógica del desmentido inspira confianza. El caso es que se asesina sin pudor alguno.

¿Será que el producto del trabajo honesto de los emprendedores que se embarcan en negocios legítimos es una opción cada vez más codiciable para el parasitismo delincuencial y cada vez menos redituable para los propios empresarios?

¿Las autoridades locales se chupan el dedo mientras electrifican el tránsito vehicular y ponen a funcionar la máquina de las concesiones de vanguardia energética? ¿Estarán dejando correr el agua criminal mientras permiten que haya acaparamiento y desperdicio del vital líquido, y que se chinchen los usuarios domiciliarios? ¿Nos están gobernando a periodicazos y sonrisas Colgate?

¿Nos estamos acostumbrando a las declaraciones cuya mamonez va de la mano del interés por los negocios a costa del erario? ¿La especulación y el agandalle inmobiliario tendrá relación con las obras de infraestructura hidráulica, entre otras, cuyo impacto ambiental y económico tiene poco que ver con el beneficio social?

Si bien es cierto que tenemos larga historia de políticos y empresarios bien posicionados que bailan un zapateado en la credibilidad de la posición que tienen, ¿también llegaremos a ver a figuras presidenciales haciendo su agosto con criptomonedas de aparición fugaz e impactos enormes en la economía de incautos y ganones, como las asociadas a Trump-Melania y Milei?

¿Entenderemos que los cobradores de piso y los narco-comerciantes son una modalidad más del parasitismo delincuencial que prospera en el sistema económico y jurídico que nos rige, de cara a la digitalización de la economía, la administración, las finanzas y la interacción social formateada por EUA?

¿Sería razonable pensar en el teletrabajo como un mecanismo más de la enajenación entre productor y producto y, en el terreno político, las votaciones y la participación ciudadana o gremial electrónica en las decisiones democráticas de las organizaciones o de la sociedad en su conjunto, pero sin control del algoritmo?

¿Lo virtual e imaginario tiene más valor que lo real, físico y tangible? ¿El interés individual y grupal están por encima del interés social? ¿La imaginación y la autopercepción tienen el mismo peso que la realidad social, física, biológica, conductual y cultural? ¿La imagen manipulable y falsificable sustituye a la persona?

¿Defendemos la soberanía y la identidad nacional cuando imitamos al extranjero en materia de comercio, de cultura, de costumbres y hábitos proyectados en los medios como el cine, la televisión y las plataformas electrónicas?

¿Seguiremos creyendo que apoyar el TLC y ahora el T-MEC, así como la intervención de EUA en forma de “colaboración” en capacitación y entrenamiento de militares y policías para enfrentar desastres, terrorismo y narcotráfico, nos garantiza progreso, seguridad y desarrollo nacional e institucional, o una mejor relación con el terrorismo “democrático” de Washington?

Si imitamos el modelo de negocios, cultural y normativo del vecino, ¿seguiremos acatando el interés político golpista de Washington y reproduciendo la cultura y la moral de Hollywood? ¿Seguiremos viviendo en Narnia, o revaloramos lo que es nuestro?

¿Veremos normal que delincuentes juzgados y sentenciados salgan libres al poco tiempo, y a otra cosa? ¿Las denuncias ciudadanas son el equivalente legal del papel del baño?

¿Nos seguiremos poniendo al día en las tendencias destructivas del tejido social y cambiaremos para estar completamente a tono con la forma de ser y de mascar chicle del vecino, escupir de lado, comer chatarra y morir por sobredosis de grasa, drogas y estupidez en grado radioactivo?  Ya veremos.

 


viernes, 14 de febrero de 2025

NUESTRO SÍNDROME DE ESTOCOLMO

 

“Que no sea de otro quien puede ser dueño de sí mismo” (Paracelso).

 

Hay algunos padecimientos que pasan de lo individual a la esfera de lo público, con acento en lo político y lo gubernamental. Algo así como si un cáncer pulmonar brincara a una población entera en calidad de epidemia, multiplicando sus estragos al pasar a ser un padecimiento social.

Sucede que nos acostumbramos a ver al extranjero, si viene del norte, como una superespecie, una raza bendecida por la virtudes y cualidades que nosotros, típicos representantes del sur global por ser subdesarrollados, morenos y medio pendejos, difícilmente llegaremos a alcanzar.

Consideramos que la mejor economía, cocina, ética, ciencia y educación vienen de “allá”, por lo que resulta natural que el cine, la televisión, la moral y la eficiencia gubernamental sean calificados como mejores, y que se contraste el éxito foráneo con el pinchurriento logro local.

En este contexto, la locomotora económica y política que nos mueve debe estar en el patio de maniobras del vecino, aunque las vías que recorra estén en nuestro territorio y más allá.

Somos imitadores en grado de babeo voluntario de las maravillas ajenas, tomamos las poses, los dichos y expresiones del objeto de nuestra veneración como de observancia obligatoria; buscamos actualizar las normas jurídicas y las políticas públicas según el manual que nos muestra la USAID, el Departamento de Estado, y seguimos como acólitos aspiracionistas el guion de las fobias y gustos del vecino. Sudamos calenturas ajenas como deber sagrado de solidaridad e incluso pertenencia.

En esta lógica, aceptamos el T-MEC y, aunque a veces a regañadientes, las reglas que impone, en espera que “de arriba” nos manden una actualización que haga grande América de nuevo y que reafirme nuestra calidad de patio trasero del Imperio.

Por ello, nos convertimos en la mosca que, posada en alguna parte de la anatomía del troglodita norteño, siente que también sostiene el garrote con el que se amenaza al resto del mundo, porque “debemos estar unidos para competir con Asia”.

Parece que vamos al baile del libre comercio luciendo con orgullo la camisa de fuerza que nos regaló el vecino, aunque para efectos mediáticos señalemos que las costuras de los aranceles nos resultan molestas, pero que al final deberemos trabajar unidos por el éxito del bloque. Al parecer, por libre comercio se entiende la relación que pasa por el filtro de EUA y opera según las reglas que le salen de los cojones.

Con base en lo anterior, se puede afirmar que la idea clásica del libre comercio desapareció junto con la capacidad de las naciones de producir y comerciar sus excedentes, comprar lo necesario y optar por las ofertas de cantidad, calidad y precio más convenientes a sus intereses. Lo demás es el gusto adquirido de conservar un lugar inferior en el gallinero, donde las gallinas de arriba hacen… lo que a su naturaleza corresponde.

La lluvia de bendiciones económicas y políticas que recibe México al estar abajo en el gallinero del Tío Sam se traducen en una cada vez más clara injerencia en los asuntos internos de la nación, sea mediante la presión mediática que supone la andanada de notas y reportes que nos colocan como los malos y viciosos de la película, o como los incontinentes que cuando participan evacuan su incapacidad gubernamental ante los retos que el norte inventa en forma de tráfico de drogas, sanciones, imposición de reglas y disposición de nuestros recursos.

Así las cosas, defender a “América” frente a la competencia asiática resulta una broma digna de mejor escenario, de cara al avance del multilateralismo o, si se quiere, de los países con autoestima que pugnan por salir de la órbita del dólar y su enorme caudal de insidia, abuso, opresión y manipulación del derecho internacional que lo deforma y nulifica al financiar actos de terrorismo y desestabilización de países soberanos.

El síndrome de Estocolmo que padecemos es un problema incrementado por el enfoque neoliberal y su narrativa económica, política y cultural, misma que postula la subordinación como condición de coexistencia pacífica, y la transculturación a costa de la identidad nacional y del absurdo como doctrina moral.

La defensa de la unipolaridad capitaneada por Estados Unidos reduce al absurdo la historia, los valores y costumbres de los pueblos, en una humillante y grotesca parodia de la democracia y la libertad de comercio. México debe sacarse de una vez por todas la cabeza del trasero y emprender su propio camino hacia el progreso.

Tratar de convencer al vecino abusivo de respetar nuestro espacio mediante la ridícula rutina de darle explicaciones, es tanto como reconocer que estamos en la parte baja del gallinero y a expensas del esfínter de las de arriba.

Es tiempo de que abandonemos la defensa del opresor, de que cambiemos de lugar y nos libremos de nuestro síndrome de Estocolmo, mirando al sur y al oriente, por una elemental defensa de nuestra integridad y futuro nacional, sin rollos demagógicos y patrioteros.

En otro asunto, Trump rebautiza al golfo de México y lo nombra “de América”. ¿El nombre le da existencia, o es una mera payasada que ignora la historia y la geografía continental? ¿Es una burda imposición política, desde la altura del poder presidencial? Pues un cuerno.

 

 

    

sábado, 8 de febrero de 2025

UNA RELACIÓN TORMENTOSA

 

“Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz” (Benito Juárez).

 

El recién inaugurado gobierno de Donald Trump sacude la caspa de las sesudas humanidades que, en forma de analistas internacionales, opinólogos y demás gente de mal vivir que pueblan las estepas académicas, políticas y mediáticas, en una serie de sacudidas que convierten lo ya sabido en novedad, la cesión en triunfo y la subordinación en virtud heroica.

La amenaza de aranceles hace que las tuercas del tratado comercial que nos unce a los intereses del villano favorito norteamericano se muevan hacia la derecha, en un ritmo que se baila de modo receptivo de lo que nos afecta y humilla. Mientras el yugo se aprieta, lamemos la bota que nos aplasta la autoestima soberanista y patea el trasero de la independencia nacional.

En este contexto, se cuestiona por algunos la defensa del tratado comercial que nos convierte en socios, eufemismo que maquilla la relación asimétrica entre el norte y el sur de nuestra porción continental, mientras que otros revelan su fascinación por el tratado que supura neoliberalismo convertido en regla de conducta comercial. 

Si, de acuerdo con el presidente Trump, los Estados Unidos no necesitan a nadie porque tiene de sobra lo que ofrece México y Canadá juntos y se declara autosuficiente, entonces, ¿cuáles pueden ser las razones para sostener un tratado comercial tras caer en cuenta sobre la inutilidad del mismo? ¿Para qué sostener una relación que ocasiona gastos y cargas onerosas para una de las partes que, por otra parte, manifiesta su voluntad de cobrarles caro el déficit con sus socios? Aquí salta a la vista la política de la amenaza seguida de la negociación... y la imposición de nuevas reglas.

Trump amenaza, exige el cumplimiento de condiciones y pone un plazo para ver si existen avances: desplazamiento de uniformados en la frontera para impedir que se cuelen indocumentados, así como impedir el ingreso de fentanilo, a tono con la idea de que los males de EUA vienen del sur, que sólo debe servir para cuidarles y limpiarles el trasero.

La envoltura de la supeditación al ojo vigilante de Trump es la prórroga a los aranceles a México y Canadá, donde México deberá demostrar que es un traspatio bien portado y dispuesto a acatar las condiciones impuestas con patriótica sumisión.

Panamá sostiene las cuotas a los barcos gringos, pero sale de la ruta de la seda con China, mientras que El Salvador se dispone para el ingreso de los migrantes etiquetados como ilegales por Estados Unidos, quien alista sus instalaciones de Guantánamo para recibir a los estrellados en la pesadilla americana.

La diplomacia y los hipócritas tratos del Norte con el Sur quedan como saludo cotidiano para quienes se humillen en una rara interpretación de su soberanía, en un ciclo de dominación-subordinación que dan cuenta de la verdadera naturaleza de las sociedades comerciales entre desiguales.

Mientras que el troglodita anaranjado cierra el flujo de recursos a USAID (piadoso organismo financiador de golpes de estado) hace planes inmobiliarios para Gaza, terreno que se ve desprovisto de historia e identidad para quien acostumbra comprar y administrar terrenos, y no ve ninguna calidad humana más que, quizá, la de sus propios votantes.

Palestina es algo tan abstracto que no se toma en cuenta porque, en la realidad militar y financiera de un Estado neocolonial tan amigo de la piratería como lo fue Inglaterra en su período de expansión territorial, el derecho no existe y se sustituye por las reglas que el hegemón impone, confirmando que la unipolaridad es un cadáver que apesta y contamina.

En este contexto, defender el tratado comercial tanto como la unipolaridad, es una confesión de que el neoliberalismo está más vigente que nunca y que en su seno se tejen, como antes, las medidas donde la asimetría productiva obra siempre en favor de la economía financiera y militarmente mejor pertrechada.

Creerse que en la práctica funciona eso de que “somos iguales”, que se respeta la soberanía nacional a pesar de las embestidas del poder financiero y militar es, simplemente, una patética tomadora de pelo; una forma autocomplaciente de demagogia y, por tanto, de negación de la posibilidad de cambiar las cosas al no reconocerlas como son. ¿En serio, lo que no se nombra no existe?

Creer que es saludable y sostenible la forzosa interdependencia económica y política de las naciones es negar la existencia y necesaria diferencia de los proyectos nacionales de crecimiento y desarrollo, la capacidad de respuesta de los gobiernos a los problemas concretos de sus pueblos, a sus expectativas de progreso y bienestar independiente. Así pues, se sacrifica la identidad y el proyecto de nación en el altar de la unilateralidad y uniformidad transcultural, y empieza a cuajar le proyecto de “gobernanza mundial” basado en el capital internacional, el mercado mundial y la primacía geopolítica de Estados Unidos. 

Quizá sea mejor reconocer el estado real de nuestra relación con el Norte y empezar a construir las vías para aminorar la dependencia, así como recuperar el espacio económico y la capacidad soberana de operar un mercado de factores y productos en beneficio de la nación.

El TLC de Salinas y su actualización peñanietista-obradorista en forma del T-MEC son la cara operativa del neoliberalismo y el germen de una etapa neocolonial que debemos llamar por su nombre y consecuencias, ya que es una relación tormentosa que, a estas alturas, muestra rasgos claramente indeseables de subordinación y vasallaje.   

 


domingo, 2 de febrero de 2025

MANOTAZOS Y SOBADAS

 

“Vale más una vez colorado que mil descolorido” (frase popular).

 

Cada que el presidente Trump habla parece que expulsa sapos y culebras que anidan en la conciencia profunda de Estados Unidos, país imperialista por designio divino y licuadora universal de inmigrantes que, a la vuelta de una o varias generaciones, se convierte en fábrica de racistas y xenófobos.

Nomás llegar, Mr. Trump amenaza con expropiaciones masivas territoriales afectando a Dinamarca (Groenlandia), Panamá, la nomenclatura geográfica (Golfo de México/ América), el estatus legal y político de algunos (llamar terroristas a criminales) y el migratorio de otros (deportaciones masivas de residentes ilegales); promete imposiciones arancelarias a opositores reales y virtuales en el terreno comercial, generando escenarios donde el caos y la incertidumbre adquieren categoría de certeza.

Pero la fiesta inaugural de su gobierno no estaría completa sin subrayar su distanciamiento de la convicción ecológica de la descarbonización, las energías limpias, el cambio climático y el catastrofismo que anima el Acuerdo de París.

De la mano de lo anterior, decide el alejamiento de EUA de los acuerdos, entramados y negocios de la OMS y su cátedra urbi et orbi de las epidemias, las vacunas y el diseño de políticas de salud y prevención por encima y pasando por la soberanía sanitaria de las naciones.

En materia de cultura, ideología, lenguaje y modos de relación social, tenemos la tronante declaración de que se volverán a considerar las bases biológicas de la identidad sexual de las personas, con lo que sólo habrá hombres y mujeres. Con esto, se cierra en capítulo de la ambigüedad, el relativismo y la autopercepción al margen de la realidad anatómica, fisiológica y hormonal de los seres humanos. Eres lo que eres, independientemente de tus gustos, deseos, fantasías o preferencias. La ideología Woke recibe duro golpe de realidad.

Como vemos, Mr. Trump hace un llamado a que los países se rasquen con sus uñas en algunos aspectos pero que básicamente sirvan a su expansionismo y “seguridad nacional”, rindan tributo comercial y estratégico, hagan realidad sentida y comprometida la doctrina Monroe, fortalezcan la dependencia financiera, tecnológica, productiva y comercial con EUA y se sientan agradecidos por ser traspatio y campo de juegos de la única nación “indispensable” del planeta.

Los pujos imperiales de Mr. Trump no son novedad, porque la marca del intervencionismo se basa en una visión que pone por encima de los demás los intereses de Washington, así como la obligación de poner a su disposición los recursos de las demás naciones, en aras de la “seguridad nacional” del matón del barrio tocado por el dedo de Dios.

Así pues, los aranceles, las sanciones y las amenazas de acciones del sicariato económico y militar van por delante en el juego que, como vecinos tenemos que jugar. Latinoamérica y el Caribe, hoy más que nunca, deben estar unidos y hacer frente a la amenaza intervencionista, lo que claramente se opone a la idea de uncir a toda la región a un tratado comercial (¿T-MEC Plus?) que impondría reglas, no sólo comerciales sino políticas y legales, iguales o peores que las que ahora estamos sufriendo.

México no debe ni tiene por qué promover la subordinación económica y política de la región a los intereses de EUA ni ser un colaboracionista en la idea de “hacer América grande otra vez”, siendo que la única ruta soberanista y multipolar es participar y fortalecer los lazos económicos y políticos del Sur Global, de la mano con Centroamérica, Suramérica y el Caribe y apoyando iniciativas como los BRICS.

Es imperativo abandonar cualquier expectativa de crecimiento y desarrollo en el marco de un trato subordinado y complementario con el Norte, porque es absurdo suponer que puedan nadar pacíficamente tiburones con sardinas, así como esperar prosperidad cuando se hacen las funciones de traspatio, reserva de materias primas o plataforma logística de EUA.

En los hechos, estas ideas peregrinas de asociaciones entre desiguales, solamente propician la profundización de las asimetrías económicas de los participantes, y, por ende, una mayor subordinación. En este sentido, pretender meter a nuestros países en la bolsa comercial y geoestratégica de EUA es un proyecto ingenuo, o de plano apátrida y entreguista. 

México debe avanzar en toda iniciativa que cree y fortalezca una perspectiva industrial sustitutiva de todas las importaciones, no sólo las asiáticas, y desarrollar un modelo de aprovechamiento agroindustrial de nuestros recursos, fortaleciendo los canales de distribución de los productos con acento en la satisfacción de las necesidades regionales y sectoriales, a la par que diversificar los mercados de factores y productos.

No parece razonable que debamos estar permanentemente en el juego de manotazos y sobadas con nuestros vecinos. Quizá vaya siendo el tiempo de establecer, con dignidad y firmeza, en los dichos y en los hechos, nuestras propias referencias.

Por lo que corresponde a la ideología Woke, que también llegó del norte, ya es tiempo de llamar a las cosas por su nombre y dejar la victimización como forma de poder coactivo sobre el resto de la sociedad... Y sí, los hombres son hombres y las mujeres son mujeres. Que haya más seriedad.

 

        

lunes, 20 de enero de 2025

LA SUCESIÓN EN EL STAUS

 

Las huestes académicas sindicales universitarias se aprestan a votar democrática y libremente por el candidato único que habrá de sustituir a Cuauhtémoc González Valdés en la Secretaría General del STAUS.

El acto tiene relevancia especial habida cuenta la reciente renuncia tras la espera burocrática de la anuencia federal para el cambio de directiva sindical y la menos reciente eliminación del derecho de los jubilados a votar en cualquier tipo de asamblea o proceso interno.

Sobre esto último, vale recordar que en la elección de Cuauhtémoc González la delegación de Pensionados y Jubilados votó a favor de otra planilla, de donde se pudiera desprender que la venganza del zorrillo tuvo su versión sindical en los derechos democráticos de una de las delegaciones más numerosas que conforman el sindicato STAUS.

Así, como perro sin dientes, se quedan los fundadores del sindicato de académicos viendo como suben y bajan las consignas, los pronunciamientos de democracia, respeto e inclusión en un sindicalismo que, en su momento, fue la respuesta organizada de los trabajadores en defensa de sus derechos frente al ninguneo de la administración.

Es innegable que las luchas sindicales reportaron logros de importancia esencial para el bienestar de los agremiados, que el sindicato fue refugio de disidencias y expectativas transformadoras para la propia universidad, de cara a las nuevas exigencias sociales y laborales de una sociedad en movimiento.

Sin embargo, las aguas que se estancan pronto tienden a corromperse, se pudren y empiezan a contaminar el ambiente.

La inmovilidad sindical se manifiesta en la tendencia a intervenir en asuntos que nada tienen que ver con la defensa de los derechos laborales, para pasar a tratar de intervenir en cuestiones normativas, administrativas y de gobierno institucional. En esta tesitura se impulsó la reforma a la ley orgánica y en este sentido se presenta la renuncia al cargo de secretario general, con el propósito de que el doctor González pueda ser candidato a la rectoría de la UNISON.

El registro único del maestro Cuauhtémoc Nieblas culminará con el proceso electoral donde, salvo error u omisión, saldrá electo como secretario general sustituto con vigencia hasta octubre de este año. Victoria pírrica de una democracia congelada, que atiende más a la forma que al contenido.

Logro curricular en las luchas por el documento, la constancia y el membrete. Triunfo de la democracia formal convertida en caricatura de sí misma y oprobio para quienes operan la farsa, mientras ven como ojos rencorosos a los que rechazan el gato por liebre, y ponen el dedo en la llaga sindical que no sana con saliva o enjuagues charrificantes.

Tenemos una curiosa versión de las puertas giratorias. Así como se da entre el gobierno y la iniciativa privada, entre la administración de justicia y el crimen organizado, también se puede dar entre el sindicalismo y la administración institucional, demostrando que la ausencia de principios y valores da a las ambiciones de poder y canonjías la fuerza necesaria para convertirse en norma.

Mientras que, en la vida política y social, la imaginación toma por asalto a la realidad y convierte a la verdad en algo relativo y negociable, los sindicatos se transforman en plataforma electoral, en base de apoyo para escalar posiciones que niegan la lucha sindical, contradicen la solidaridad gremial y abandonan casi con orgullo la defensa de los derechos de los trabajadores.

Así pues, los sindicalistas académicos universitarios votarán por un secretario general sustituto, por otra cara en la galería de quienes fueron dirigentes, ya no por años sino por unos cuantos meses. Así de corta es la tarea, así de pequeño el tramo por recorrer. Tan estrecho como el horizonte de un sindicalismo que se negó a ser.  

   

      

domingo, 19 de enero de 2025

LA INOSPORTABLE LEVEDAD DEL PLAN

    “El plan es… que hay proyecto” (Mantra gubernamental en curso).

Bueno, pues el futuro de México se refleja en el símbolo donde la serpiente debe ser devorado por el águila, posada sobre un nopal que crece en un islote. Estamos en el extremo norte de Hispanoamérica sin reconocernos su cima geográfica y referente no sólo regional sino mundial de cómo ser vecino y no morir en el intento.

Sin embargo, parece que la serpiente es algo taimada y escapa de los picotazos de un águila distraída por la gritería del norte y el confuso parloteo del sur, que lo mismo niega que afirma no sólo identidad sino autoestima.

Panorama que se dibuja y desdibuja con la idas y venidas del Comando Norte o Sur de los EUA, de las amenazas de aranceles y los infaltables empujones del sicariato económico, previo a las intervenciones militares de las que son tan afectos los buenos, democráticos y pacifistas dueños del más gordo y surtido arsenal y del mayor número de bases militares en el mundo.

Tiempos de paradojas donde la soberanía nacional debe estar a buen resguardo, en algún cajón de sastre diplomático-mediático lista para salir frente a cámaras y micrófonos mientras los hechos, las acciones y decisiones se alinean con los intereses del hegemón en funciones. Somos nacionalistas en tono de opereta, pero traspatio en clave de misas cantadas.

Si vemos el escenario europeo, encontramos que los valores occidentales siguen siendo los mismos: democracia, derecho, libertades, en un juego de interdependencias que borran las fronteras naturales e históricas de los países para convertirse en una masa aborregada y sin voluntad propia a la hora de defender su economía y su política, su moneda y su historia.

En la práctica, Europa carece de la fuerza que tuvo en un pasado que sabe a más lejano. En los hechos, su horizonte cultural está marcado por Hollywood y su política por Washington. Europa es un lugar colonizado, y lo seguirá siendo mientras no recupere su voluntad de ser y remonte la pérdida de identidad sufrida tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, los acuerdos de Bretton Wood y el andamiaje financiero, militar y “de seguridad” instrumentado por EUA.

En medio de este relajo, de este festejo de caníbales y cazadores de cabezas, en el México de la posguerra se cultivó un discurso nacionalista unido a prácticas que apoyaban la sustitución de importaciones, al “hecho en México”, a la política de fomento al campo y la industria, a la elaboración de medicamentos, a la investigación académica en materia de petróleo, energía nuclear, satelital, de mejoramiento de semillas, al tendido de redes de distribución y precios de garantía, a la planeación del desarrollo. Sin embargo, los vientos huracanados del neoliberalismo soplaron, y soplaron y soplaron, y hoy tenemos un México uncido al carro comercial, político y estratégico del norte, y creemos que es mejor ceder espacios antes que llenarlos.

Vino el TLC como el virus transnacional que ataca las defensas de la soberanía y el dominio de la nación sobre sus bienes, recursos y productos. Se fueron los avances técnicos logrados, la banca, el sistema alimentario mexicano con su lógica productiva y distributiva, con sus estímulos y precios de garantía y llegó el glifosato, los productos transgénicos, la enfermedad como oportunidad de inversión, las vacunas que no inmunizan y el triunfo de la mercadotecnia sobre la cautela y prevención epidemiológica.

La serpiente en el pico del águila se retuerce de risa porque sabe que la mordedura, manipulada por el interés extranjero, colado como virus en el mismo centro de decisiones del águila, está solamente habilitada para aparentar fiereza, y nos da un montaje de mordedura, una parodia de fiereza. Es como una simulación patriótica que adormece la vista y el oído de los ciudadanos, un encandilamiento producto de la fe en un mañana que no empezamos a construir, pero que, siendo cuestión de fe, creemos que está en marcha.

Curiosamente, y no tanto, el gobierno rechaza una mayor relación comercial con China, el ingreso de México al grupo BRICS, y nos alejamos en los hechos de la perspectiva multipolar y soberanista mientras acogemos con respeto reverencial lo que mande y diga el T-MEC, como si fuera palabra de Dios.

En este contexto, el mandato constitucional de planear el desarrollo pudiera terminar en un racimo de proyectos que deriven de las exigencias del tratado administrado por Washington, al que defendemos como si sudar las calenturas imperialistas de la Casa Blanca fuera un deber sagrado frente a China, o Rusia, o nosotros mismos. De ser así, seguiremos en las mismas.

Si el plan no mira el horizonte de los intereses nacionales y los protege mediante el trazo de políticas nacionales, regionales y sectoriales con objeto de propiciar el desarrollo integral e independiente del país, pues no es plan. En todo acaso una batería de proyectos en beneficio del capital, la inversión y el mejor aprovechamiento del país y sus regiones como espacio económico trasnacional y plataforma logística del extranjero, es decir, de EUA y socios. ¿Otra del neoliberalismo periférico? Esperemos que no.

Sería lamentable que el proyecto sexenal se apegara a la ya tradicional “cooperación” de México con el vecino, aunque, si alguien cuestiona, pudiera decirse que es voluntad popular estar contra China y a favor de los intereses comerciales y militares de EUA. Tan democráticos que somos.

Ahora, si alguien pregunta si se van a generar empleos, la respuesta es sí. Subordinación aparte, siempre se crean empleos. El problema es de quién es el capital, los beneficios, el control territorial y financiero y la influencia política. Un país maquilador siempre puede figurar en el ranking económico internacional, pero jamás será dueño de la capacidad de planear de manera independiente y soberana su desarrollo.


 

lunes, 6 de enero de 2025

NOSTALGIA RECIENTE

 

“Malditos aquellos que con sus palabras defienden al pueblo, y con sus hechos lo traicionan” (Benito Juárez).

 

Precavido como es uno, me compré un calendario de pared 2025 hace varios meses y esperé con cierta ansia el día en que podría estrenar mi adquisición. Los días más agudos por su contenido fueron, como era de esperarse, los de las fiestas decembrinas.


Llegados el 24 y el 25, los recuerdos de las navidades pasadas fueron un refugio ante la estruendosa manifestación de cohetes y balazos que azotaron los oídos de autistas, personas mayores, perros y gatos, pájaros y otros seres sensibles. El presente fue como un trueno.

Llegado el día último del 2024, la noche fue igualmente pirotécnica y embarrada de grosera inarmonía, y los días subsiguientes, llenos de notas y mensajes sobre perros y gatos perdidos refugiados donde pudieron, extraviados sin rumbo y familias solicitando informes, ayuda, consideración.

Caímos por inercia en el prometedor 2025, esperando vernos sin gasolinazos, subidas gandallas de precios y un apetecible (a estas alturas cualquiera lo es) incremento al salario mínimo, que se anuncia como una sobada tras el golpe de la realidad económica y moral en los lomos de la clase trabajadora.

En algunos chats de vecinos se comentaba que (contra toda lógica) el mismísimo presidente municipal “había autorizado” los cohetazos. Muy mal, pero ¿y los balazos?

Lo anterior se suma anecdóticamente a la existencia de un local (¿antro, restaurante, bar?) que hace sentir su presencia mediante el alto volumen de su música pasadas la una, las dos y las tres de la mañana, cuyos ecos se escuchan por el rumbo del Bulevar Colosio, o cosa parecida. ¿Habrá autoridad en la capital de Sonora? ¿Qué tipo de concesiones y cuál vigilancia existe, en beneficio del ciudadano trabajador y no del capital que chupa ingresos y prebendas?

De camino por el centro de Hermosillo, nos llama la atención el estruendo musical que se escucha cercan al Jardín Juárez y topamos con una tienda Elektra, en Oaxaca y Matamoros, que parece que anuncia el fin de los tiempos (¿sus tiempos?).

La curiosa práctica de contaminar por sonido las calles de la ciudad y de paso achicharrar el nervio auditivo de los viandantes, tiene un buen exponente en la tienda de don Ricardo Salinas, conocido evasor fiscal ahora en líos con los gringos por sacarle el bulto al pago de deudas.

¿Dónde está la autoridad que vigila el debido cumplimiento del Bando de policía y buen gobierno de la ciudad y el municipio? ¿Se hicieron de chicle las disposiciones legales y reglamentarias que debieran regir la conducta ciudadana? ¿Quién permite y por qué existen estos oasis de impunidad?

Llama la atención que, mientras en gobierno del Estado evita el uso de la pirotecnia en consideración a la población vulnerable de dos y cuatro patas, el municipio se haga el gracioso soltando la cuerda a los imbéciles festivos de siempre, a los agresores reales y potenciales que azotan la civilidad y empatía con latigazos de ruido por pólvora o bocina.

¿Somos una sociedad así de primitiva que nos solazamos con el fuego y el estruendo como representación simbólica del poder? ¿Se nos atrofió la inteligencia por indigencia cultural y deficiencia educativa, en una sociedad cada vez más supuestamente permisiva, tolerante e incluyente? ¿Nos basta con aplaudir la forma y no ver el contenido?

Ya puestos en este camino, ¿es posible gobernar a periodicazos, sonrisas en las selfis, declaraciones ampulosas pero vacuas, manejo de imagen, de publicidad en vez de un actuar honesto y un manejo oportuno de la información?

Por otra parte, el país y el estado necesitan acciones afirmativas en favor de los trabajadores, de los sectores productivos nacionales y locales atados a las raíces productivas de la región y no a las del capital transnacional que invade tanto al campo como las ciudades, despojándolas de contenido e identidad.

Pues sí, a veces se siente nostalgia de un futuro que pensábamos posible, de gobiernos que más allá de la carga emocional de las siglas y los colores, respondan a las necesidades de la población sin distingos, sin ponerle la “a” o la “e” a la inclusión, y que caminen de la mano del trabajador reivindicando los derechos de las familias mexicanas con mejoras reales a la economía, la salud y el bienestar ciudadano general.

Aquí, la seguridad social lucha por su sobrevivencia mientras se sigue castigando al pensionado con la aplicación de las UMA en las pensiones.

Se siente nostalgia del discurso nacionalista que aterriza en las realidades nacionales, sin pasar por el filtro del departamento de estado, la ONU, la OMS y cualquiera de los otros organismos internacionales al servicio del gran capital. Nostalgia de nosotros mismos.

Bueno, sea como sea, feliz año nuevo. Que el aterrizaje del progreso nos sea leve.