Las huestes académicas sindicales universitarias se aprestan a votar democrática y libremente por el candidato único que habrá de sustituir a Cuauhtémoc González Valdés en la Secretaría General del STAUS.
El acto tiene relevancia especial habida cuenta la reciente renuncia tras la espera burocrática de la anuencia federal para el cambio de directiva sindical y la menos reciente eliminación del derecho de los jubilados a votar en cualquier tipo de asamblea o proceso interno.
Sobre esto último, vale recordar que en la elección de Cuauhtémoc González la delegación de Pensionados y Jubilados votó a favor de otra planilla, de donde se pudiera desprender que la venganza del zorrillo tuvo su versión sindical en los derechos democráticos de una de las delegaciones más numerosas que conforman el sindicato STAUS.
Así, como perro sin dientes, se quedan los fundadores del sindicato de académicos viendo como suben y bajan las consignas, los pronunciamientos de democracia, respeto e inclusión en un sindicalismo que, en su momento, fue la respuesta organizada de los trabajadores en defensa de sus derechos frente al ninguneo de la administración.
Es innegable que las luchas sindicales reportaron logros de importancia esencial para el bienestar de los agremiados, que el sindicato fue refugio de disidencias y expectativas transformadoras para la propia universidad, de cara a las nuevas exigencias sociales y laborales de una sociedad en movimiento.
Sin embargo, las aguas que se estancan pronto tienden a corromperse, se pudren y empiezan a contaminar el ambiente.
La inmovilidad sindical se manifiesta en la tendencia a intervenir en asuntos que nada tienen que ver con la defensa de los derechos laborales, para pasar a tratar de intervenir en cuestiones normativas, administrativas y de gobierno institucional. En esta tesitura se impulsó la reforma a la ley orgánica y en este sentido se presenta la renuncia al cargo de secretario general, con el propósito de que el doctor González pueda ser candidato a la rectoría de la UNISON.
El registro único del maestro Cuauhtémoc Nieblas culminará con el proceso electoral donde, salvo error u omisión, saldrá electo como secretario general sustituto con vigencia hasta octubre de este año. Victoria pírrica de una democracia congelada, que atiende más a la forma que al contenido.
Logro curricular en las luchas por el documento, la constancia y el membrete. Triunfo de la democracia formal convertida en caricatura de sí misma y oprobio para quienes operan la farsa, mientras ven como ojos rencorosos a los que rechazan el gato por liebre, y ponen el dedo en la llaga sindical que no sana con saliva o enjuagues charrificantes.
Tenemos una curiosa versión de las puertas giratorias. Así como se da entre el gobierno y la iniciativa privada, entre la administración de justicia y el crimen organizado, también se puede dar entre el sindicalismo y la administración institucional, demostrando que la ausencia de principios y valores da a las ambiciones de poder y canonjías la fuerza necesaria para convertirse en norma.
Mientras que, en la vida política y social, la imaginación toma por asalto a la realidad y convierte a la verdad en algo relativo y negociable, los sindicatos se transforman en plataforma electoral, en base de apoyo para escalar posiciones que niegan la lucha sindical, contradicen la solidaridad gremial y abandonan casi con orgullo la defensa de los derechos de los trabajadores.
Así pues, los sindicalistas académicos universitarios votarán por un secretario general sustituto, por otra cara en la galería de quienes fueron dirigentes, ya no por años sino por unos cuantos meses. Así de corta es la tarea, así de pequeño el tramo por recorrer. Tan estrecho como el horizonte de un sindicalismo que se negó a ser.
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