sábado, 10 de agosto de 2019

El infierno que viene


El infierno que viene
José Darío Arredondo López

“La dicotomía entre desarrollo y sostenibilidad es falsa. Sin planeta, no hay economía que valga” (Al Gore).

Hay fenómenos sociales que difícilmente podemos ignorar. Hay realidades que nos golpean la cara por más que tratemos de pasar de largo como si no tuviéramos que ver con el asunto. El caso es que estamos involucrados hasta las orejas en problemas como el alza de la criminalidad, el cambio climático y el lento pero seguro avance de la mancha naranja que nos plantó Grupo México en Sonora.

Tengo frente a mí un curioso tríptico donde Grupo México habla del Río Sonora, “nuestro río”, donde invita a conocer su historia, “entenderlo y cuidarlo”, aportando el dato de que “desde hace más de 12 millones de años su cauce acarrea una elevada concentración de metales que las lluvias arrancan de los cerros: por lo que de manera natural, este cuerpo de agua, contiene abundantes sedimentos” y advierte: “actualmente, científicos y autoridades ambientales señalan que el río no representa ningún riesgo para la salud, ni para la agricultura, la pesca y la ganadería de la región” (los subrayados en negrita son nuestros).

Abunda el citado documento publicitario que, ante la catástrofe ambiental del 6 de agosto de 2014, “atendimos puntualmente las indicaciones para contener el derrame, neutralizarlo y limpiarlo con todo cuidado”, detallando que fue una brigada integrada por más de mil trabajadores la que levantó los lodos contaminados, que “se retiraron y confinaron” más de 6 mil m3 de suelo, y remata: “Mediante las pruebas de la COFEPRIS y la CONAGUA se verificó que el agua del río y pozos aledaños no representaban riesgo alguno para la salud humana y que podía ser utilizada en actividades agropecuarias y pesqueras. También la SAGARPA certificó que el ganado y sus productos eran aptos para el consumo.”

El citado tríptico de Grupo México nos informa que siguen “fortaleciendo socialmente a las comunidades del Río Sonora, con actividades de educación, salud, medio ambiente, deporte y recreación en vinculación con 45 instituciones de la región.” A esta publicación se añaden los desplegados que paga en medios informativos (ver Expreso, 08.08.2019, General, pág. 7), en una campaña de manipulación informativa que da pena ajena.

Se ve que la empresa de Germán Larrea Mota Velazco no reparó en gastos, sabedor de que una mentira repetida mil veces, que puede ir impresa a todo color y con un buen diseño, termina por convertirse en una realidad a los ojos de quienes no sufren actualmente de cáncer, llagas en la piel, fallas en los riñones, tumores en el cerebro o un futuro convertido en basura que se arroja a un río.

Independientemente de la imagen sonriente que presenta Grupo México y el intento de trivializar lo que se ha considerado una verdadera tragedia ecológica, tenemos que de los 33 pozos existentes para consumo humano 32 están contaminados; que en temporadas de lluvias el agua al agitarse hace que emerjan los metales pesados que terminan en las tuberías de las casas y en el estómago de sus habitantes. Que un pozo puede presentar valores variables porque depende de la corriente de la que se alimenta, misma que está contaminada.
Por otra parte, no deja de ser escandaloso que el gobierno celebre la creación de una “zona económica especial”, como si el problema se resolviera con más distractores en forma de medidas de carácter burocrático y de imagen pública.

 También tenemos que la autoridad competente (CONAGUA) no tuvo empacho en permitir el trasvase de la Presa El Molinito a la Abelardo L. Rodríguez, “para evitar derrames”, con la consecuencia de que en el norte de Hermosillo se reportan altos niveles de arsénico:  tenemos el peligro de la contaminación en la propia casa de los hermosillenses. A estas alturas, nadie se puede sentir al margen del problema porque también somos un pueblo rivereño afectado por Grupo México.

Los pobladores del Río Sonora y Bacanuchi lamentan y denuncian la muerte de especies vegetales, afectaciones en los hatos ganaderos, altos niveles de substancias tóxicas en especies acuáticas y, en general, una severa afectación en sus actividades productivas y vida cotidiana. Y reclaman: “no todos pueden comprar agua de garrafón para beber… nuestra vida cambió después del derrame de Buenavista del Cobre.” “Han aumentado mucho los casos de cáncer en el pueblo… la gente se está muriendo.” La miseria y desolación actual de una región donde se vivía con tranquilidad y decoro contrasta con el optimismo insultante de la publicidad de Grupo México. El derrame que afectó al Río Sonora sólo augura el infierno que viene.

A propósito del quinto aniversario del derrame de Buenavista del Cobre en Cananea, se han presentado a los sonorenses trabajos periodísticos concluyentes: Grupo México ha contaminado y sigue contaminando la tierra donde se instala, apoyado en una legislación laxa que permite el aprovechamiento irresponsable de los recursos mineros de Sonora y México en general. Queda claro que la empresa de Germán Larrea no ha cumplido con sus compromisos tras el desastre ecológico y ha abandonado a los pobladores del Río a su suerte, con la complacencia del gobierno. Es importante ver en YouTube, por ejemplo, el reciente documental “Río Sonora: Impunidad y Olvido” del equipo periodístico coordinado por Amalia Escobar (https://youtu.be/TpmnUfjQ_xc), o la entrevista a Luis Manuel Cano, abogado de PODER, en Diametral, periodismo de coyuntura, “Río Sonora, ni la naturaleza ni la gente importan” (https://youtu.be/4Uh7DEE1lgw).

Como usted seguramente sabe, el pasado martes se llevó a cabo una manifestación de jóvenes organizados en defensa de la tierra, en particular el Río Sonora. Se desarrolló una marcha que partió a las 5:30 de la tarde del Mercado Municipal y tras externar su mensaje por las calles del centro de Hermosillo, concluyó su amplio recorrido frente al Palacio de Gobierno. A las siete de la tarde se desarrolló un importante foro de análisis sobre la minería en Sonora y sus impactos en la vida de sus habitantes, centrando su atención en el desastre ambiental provocado por Grupo México, con datos serios, producto de la investigación en tres campos: historia, química y derecho.

Se concluye que, al margen de los intentos de increíble cinismo de la empresa de Germán Larrea y cómplices en la academia y en el gobierno, tenemos frente a nuestra vista y nuestra historia a un auténtico criminal ecológico, a un depredador ambiental que no sólo sacrifica el presente de los sonorenses sino que envenena el futuro de nuestro estado.

Los hechos, los datos y los testimonios están a la vista. Lo que falta por ver es la acción pública en respuesta de los reclamos ciudadanos. El tiempo corre y la moneda está en el aire…


              

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