“Nada en el mundo es más peligroso que
la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda” (Martin Luther King).
Inicia el mes de julio y de nueva cuenta
tenemos novedades acerca de las limitaciones y obligaciones que ha tenido a
bien recetarnos el gobierno local mediante acuerdos del Consejo Estatal de
Salud (CES).
Como usted sabe, se declara obligatorio
el uso del cubrebocas al salir de casa, y se promueve el cierre parcial o
filtrado de la frontera con el Tío Sam; también se pretende hacer
modificaciones a la Ley de Tránsito para lograr reducir la movilidad en el
estado mediante un programa parecido al “hoy no circula” de la Ciudad de México
y que, en caso de epidemia, los municipios puedan implementar medidas
similares, todo ello con tal de bajar el número de contagios y sus a veces
fatales consecuencias.
A estas alturas seguramente usted ya ha
leído y releído los acuerdos del CES, así que no voy a aburrirlo con
repeticiones; si embargo, cabe hacer algunas observaciones.
Por ejemplo, la decisión del cierre de
la frontera corresponde al gobierno federal porque los estados que integran la
federación no están facultados para ello. Dicha medida fue descartada muy al
inicio de la epidemia por el propio presidente de la república y ha sido
señalada como indeseable por la Secretaría de Salud, en el contexto de las
medidas de prevención establecidas.
La suspensión parcial o total de la
movilidad en territorio nacional corresponde únicamente al titular del poder
ejecutivo y sólo en caso de emergencia nacional, debiendo ser ratificada por el
Congreso de la Unión.
El gobierno del Estado no puede conceder
facultades de las que carece a los municipios, y obviamente la Ley de Transito de
ninguna manera puede estar por encima de un ordenamiento superior como es la Constitución.
Es verdad sabida que los retenes y
filtros son inconstitucionales, es decir ilegales por completo, así que la
propensión a violar la ley y caer en la ilegalidad como forma de contener el
avance de la epidemia es por lo menos absurda y en buena medida ridícula.
Por lo que toca a los famosos cubrebocas
o mascarillas, se ha repetido hasta el cansancio por parte de la OMS-OPS y las
autoridades sanitarias federales que sólo son recomendables en caso de
presentar síntomas asociados a la enfermedad, estar en lugares donde no sea
posible guardar la sana distancia, o estar al cuidado de una persona enferma.
En cualquier otra circunstancia es inútil y hasta factor de contagio si se usa
inadecuadamente.
Sin embargo, las autoridades locales han
decidido convertir en una obligación el uso masivo de cubrebocas, lo que suena
a ocurrencia o promoción de ventas de dicho accesorio, cuando no una medida
simplemente mediática que quiere dar la impresión de que se está haciendo algo.
Lo anterior trae a la memoria la reciente
imposición del cubrebocas en Nuevo León, donde el troglodita que lo gobierna
(sic) ha tenido a bien amenazar a la ciudadanía con multas en caso de
incumplimiento.
Así mismo, imposible no recordar los
atropellos sufridos por los ciudadanos de Jalisco por la misma razón, cuestión
que ha costado lesiones y hasta una vida a manos de los guardianes de la ley y
el orden que hacen cumplir cualquier tipo de aberración que emana del trasero
del gobernante en turno.
Los niveles de improvisación y de
torpeza evidenciados por nuestras autoridades locales es verdaderamente
pavoroso, más atemorizante que la propia epidemia, ya que no los guía ni puede
realmente guiarlos el interés por preservar la salud de los ciudadanos, sino
simple y llanamente el de montarse en la epidemia para hacer campaña preelectoral,
negocios y posicionar su imagen y la de sus allegados.
A estas alturas, la lista de tonterías y
atropellos perpetrados es suficiente como para que los ciudadanos tengan claro
que la clave para evitar contagios es la que presentaron desde el principio las
autoridades de salud federal, donde la palabra clave fue “voluntario”:
aislamiento y restricción domiciliaria voluntarios. Aquí, en cambio salta y
resalta la palabra “obligatorio”.
No hay duda que el prianismo no da para
más y que Sonora pudiera estar mejor si se prestara atención a las
recomendaciones de la OMS y la Secretaría de Salud federal, sin ocurrencias,
sin politiquería, con respeto a la legalidad y a los derechos humanos. Lo bueno
es que ya casi se van.
No hay comentarios:
Publicar un comentario